Kokú, un hombre alto, con rostro serio y mirada profunda, abandonó el trabajo que desarrollaba en Togo para trasladarse a Europa. No le quedó más remedio que abandonar su ciudad natal y aceptar la invitación de una amiga que le permitiría entrar en Holanda. Su trabajo temporal en el Liceo Francés como profesor no le permitía vivir en Togo. Desde su perspectiva, con estudios superiores y fruto de largas horas de estudio y lectura hace un análisis profundo y agrio de África, ?los países francófonos están invadidos por la guerrilla, la corrupción y las dictaduras? Sin libertad no se puede vivir?.  

Tras una breve estancia en Holanda se mudó a Noruega para buscar trabajo, donde, después de 10 años lo encontró en hostelería, pero ante la imposibilidad de conseguir documentación decidió volar a España. Kokú asegura que Noruega nunca le acogió y afirma haberse sentido en todo momento señalado por su condición de extranjero. Sin embargo, en España no ha sentido eso en ningún momento, ha recibido mucha ayuda y trata de devolverla en la Iglesia con la que colabora.

Se encarga de las actividades juveniles de dicha Iglesia e imparte clases de francés e inglés, campos para los que está muy preparado gracias a sus estudios en el Liceo Francés y su experiencia laboral como docente en el mismo centro. Habla siete idiomas (francés, inglés, danés, noruego, ewe, miná y entre risas dice que un poco de español). Además es amante del deporte, concretamente del futbol, ejercicio que practica todos los sábados por la mañana junto con sus amigos de Colombia. 

Todavía hoy su familia sigue a la espera de los aportes económicos, que su precaria situación económica, le permiten enviar; Mientras sus hermanas y hermanos siguen de manera cercana sus idas y venidas en Europa. ?Yo no quería venir a Europa, pero allí si no tienes una buena situación no puedes vivir?, la gente de Togo sabe que ahora es muy difícil encontrar trabajo, pero la situación no deja otras opciones. 

?A pesar de todo repetiría mi decisión? 

?Mi primer día en Europa fue un día muy alegre, los edificios, autopistas? Todo era muy diferente de mi país?. Afirma que en Togo nadie se lleva a engaño puesto que se sabe que la situación ahora es muy difícil pero con los sueldos que allí existen cosas como la sanidad o la vivienda son impensables. 

Su viaje está lejos del imaginario popular que sitúa la entrada de las personas subsaharianas a través del estrecho. Sus sueños también lo están. Su pareja actual es amante de África,  y sueñan con poder casarse en Togo y formar una gran familia. Si algo echa de menos en España es la cultura en torno a la familia, ?aquí no tengo más familia, en África las familias son muy grandes y vivimos todos juntos, para los togoleses es muy importante vivir toda la familia junta?. 

Bajo su mirada, la gente de España no ve lo que las personas inmigrantes aportan a la sociedad. ?Estamos en un momento muy difícil para las personas migrantes, la gente tiene nivel de estudios para trabajar, pero ahora no hay trabajo. Si en mi país tuviese trabajo no vendría aquí. Pero necesito venir aquí porque Europa no permite que Togo tenga buenas condiciones?. 

Kokú es una persona autónoma e independiente que quiere labrarse un futuro por su cuenta siendo consciente de que los atajos no le van a llevar a ningún sitio. Contestando con frialdad al preguntarle por los apoyos que recibe; ?No quiero vivir del gobierno, necesito vivir mi propia vida?.

Con firmes creencias apolíticas (la experiencia de su país no le ha dejado otro remedio), cree que los políticos son los que han generado todos los problemas de África; ?En mi país no hay libertad, no puedes opinar, si las colonias hubiesen jugado otro papel quizá ahora la situación sería diferente?. 

Todavía hoy siente haber sido acogido por España y por las personas que aquí habitan, pero cree que la Administración es la que le ha puesto continuamente la zancadilla al dificultar la obtención de documentación, proceso que ha dilatado en el tiempo su incorporación al mercado laboral. 

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