Repasar el callejero histórico de la capital del Tormes supone en ocasiones retrotraerse a la época medieval salmantina, un periodo en que sus vías estaban distribuidas por oficios. Así, nos encontramos con Libreros, Carniceros, Labradores, Padilleros… y uno de los oficios con más tradición, los panaderos, que protagonizaron una singular historia de rivalidades. Es el caso de la calle Tahonas Viejas.
 
Junto al complejo que supone la Clerecía y la Universidad Pontificia, uniendo las calles Ancha y Cañizal, se encuentra una corta y angosta vía de paso. Así se ha mantenido siempre su estructura, pues era de carga debido a la existencia de los oficios que le dan nombre, las tahonas donde se elaboraba el pan. Cada zona de la ciudad tenía su propio abastecimiento, como muestra la existencia de varias calles con el nombre de horno, conservándose algunas en la actualidad.
 
Cada una de las tahonas se disputaba el honor de elaborar el mejor pan de Salamanca. La rivalidad llegó a tales extremos que incluso el Cabildo Catedralicio tuvo que sancionar a su panadera por elaborar un mal producto. Fue entonces cuando las tahonas se ganaron el privilegio de ser las garantes de elaborar el pan más tradicional de la ciudad, de ahí la denominación de Tahonas Viejas, para diferenciarlas de otros hornos a modo de sello de garantía y calidad.
 

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