“Si se tomara en serio la doctrina social de la Iglesia, cuántos problemas se evitarían”

 “Si se tomara en serio la doctrina social de la Iglesia, cuántos problemas se evitarían”
“Si se tomara en serio la doctrina social de la Iglesia, cuántos problemas se evitarían”
El primer Papa que ha dado el salto a las nuevas tecnologías, con una cuenta en las redes sociales, dando un paso hacia la modernidad y el futuro, es también el primer Papa en renunciar en vida a su cargo después de varios siglos, haciendo también mirar hacia el pasado a una institución católica salpicada por los escándalos de pederastia, las luchas de poder y hasta por la corrupción, según denunciaba ayer mismo el todavía Papa Benedicto XVI.  En un mundo cada vez más célere, con todos los ojos de la sociedad puestos sobre la elección del próximo Pontífice, el debate sobre la situación actual de la Iglesia, su papel en la sociedad, su labor, está a la orden del día en tertulias y debates. 

El vicario general de la Diócesis de Salamanca, Florentino Gutiérrez, analiza en una entrevista con SALAMANCA24HORAS todos estos retos y oportunidades.  “La Iglesia no se mete en política, da unos criterios que son prepolíticos. Hay cosas que son previas al Estado y los gobierno, cuando ellos se ponen en movimiento ya hay mucho construido”, afirma, pues “es una época relativista donde cada uno pone en la mesa su verdad, vivimos de verdades particulares, así al final no llegamos a nada”.

- La sociedad actual se encuentra ante un momento extraordinario por la recesión económica que sacude a todo el mundo y ahora la Iglesia también vive su propio momento extraordinario con la renuncia de un Papa después de seis siglos sin producirse.

- Efectivamente nos pilla a todos un poco de sorpresa, porque no es que no haya habido en la Iglesia otros ejemplos, lo que ocurre es que hace siglos que no ocurría y ni lo habíamos pensado. Es verdad que el Papa ya lo había anunciado en unas entrevistas que dio a un periodista para unos libros, ya le habían preguntado y había dicho que en ciertos casos era un deber. Estamos en algo que todo el mundo entiende que es razonable, llega un momento en que un hombre no se encuentra con la capacidad suficiente de mantenerse en su puesto y por beneficio de la comunidad dice que lo deja, que venga otro, porque quien guía a la Iglesia no es el Papa, es el espíritu. Es justo que dé paso a otro, aunque Ratzinger no queda inactivo, tendrá un quehacer interesante, que es orar. La oración no es ineficacia.

- No todo el mundo entiende eso de que una persona como Ratzinger se dedique ahora sólo a orar, alguien que ha ostentado tanto poder.

- La eficacia humana no viene sólo de nuestras manos, Dios está en medio del mundo. Entonces, nosotros por la acción ponemos en movimiento nuestras manos, pero por la oración ponemos en movimiento las manos de Dios, que no son menos eficaces. Dios puede todo, nosotros podemos algo. La oración es algo fundamental. Lo que ocurre es que el hombre de ahora se da demasiada importancia a sí mismo, creemos que o lo hacemos nosotros o no lo hace nadie. No. Dios está. Es verdad que en muchos asuntos está la autonomía de lo temporal, los hombres tenemos autonomía en muchísimas cosas, Dios nos deja libertad. Pero siempre está detrás, hay cosas que no debemos tocar, como el matrimonio y la familia, anterior a la sociedad, al Estado, a las decisiones políticas. No hay vida humana sin intervención de Dios. La oración es clave y fundamental. El nuevo Papa tendrá un buen consejero, esta situación puede ser un buen camino para el futuro.

- Y en ese futuro, ¿a qué retos se enfrenta la Iglesia?

- Creo que la enseñanza de saberse uno retirar a tiempo de un cargo es un ejemplo valiosísimo. Ojalá que lo aprendamos todos, en todos los niveles de la vida.

- También deberían aprenderlo los políticos…

- También, porque tenemos a veces el afán de aferrarnos demasiado al sillón, al poder. Es de una capacidad humana e intelectual, de un hombre servicial, el decir hasta aquí he llegado. Los obispos por ejemplo a los setenta y cinco años tienen que poner su dimisión encima de la mesa, tienen que pedirlo a Roma, que dirá sí o no. 

- ¿Qué oportunidades se le brindan a la Iglesia para corregir errores pasados?

- Los cardenales tienen más tiempo de lo habitual para hablar, dialogar. Deben hacer un doble servicio, un diagnóstico sobre el estado de la Iglesia, ver sus problemas, expectativas, ilusiones, conflictos, y a partir de este planteamiento, buscar a la persona adecuada. Esto no es un juego político donde la inteligencia humana se basta.

- Se habla de que podría ser elegido por primera vez un Papa no europeo, se habla de uno de raza negra, se habla de que debe ser alguien joven. ¿Cómo se perciben estas quinielas desde Salamanca?

- La Iglesia tiene gente preparada de sobra, en este cónclave prácticamente el mundo entero está representado. Antes era más bien Italia y Europa, pero ahora es universal. Las sensibilidades y expectativas… quién sabe. Recuerdo que en los últimos días de Juan Pablo II visitamos Roma y allí ya se hablaba de Ratzinger, porque toda la doctrina papal había pasado por sus manos y le había acompañado durante más de veinte años. Éste no es el caso. Puede ser imprevisible lo que el Espíritu Santo nos regale. Lo cierto es que durante el último siglo la historia de los Papas ha sido de una calidad extraordinaria. Esperemos que siga, porque estamos en un tiempo en que hace falta que cristalice definitivamente el Concilio Vaticano segundo, que ame y conozca bien la situación del mundo actual, que es serio, porque tiene unos condicionantes muy peligrosos.

- ¿Por ejemplo?

- Está el tema del relativismo ético moral, es un problema muy serio. Podemos hablar también de una gran apostasía silenciosa de gran parte del cristianismo europeo, el problema del Islam, que también hay que tenerlo muy en cuenta, en Europa sobre todo el problema de las vocaciones, aunque es verdad que la Iglesia como tal no sufre esa crisis porque tenemos exceso de seminaristas en América.

- ¿El problema de las vocaciones también pasa factura en Salamanca?

- La secularización es evidente. Hay mucha gente que por unos motivos u otros se ha desenganchado de la vida religiosa, aunque hay síntomas todavía de perdurar. Por ejemplo, el fenómeno de las cofradías es importante, siguen siendo muy numerosas, integran a mucha gente joven. Otra cosa es que luego acertemos a que lo hagan todo como la Iglesia pide, pero es algo que ahí está. Con la que está cayendo, todavía el número de gente que se acerca a la Iglesia a pedir sacramentos es grande. Lo cierto es que el abandono de lo religioso es patente, pero no sólo Salamanca y España, toda Europa ha perdido mucho. En nuestras diócesis tenemos muchos movimientos laicales, muchas congregaciones religiosas y sacerdotes, pero muchos son de edad muy avanzada, con lo cual el futuro está más difícil, pero como la Iglesia son vasos comunicantes, vendrán de fuera a ayudarnos como antes fuimos a ayudar a otros países.

- Es el sino de los tiempos, la globalización.

- Pero también es bueno porque nos facilita medios como internet para la evangelización. Ya hubieran querido hace siglos tenerlos. El mundo tiene muchas ventajas, aunque es verdad que también muchos inconvenientes y los padecemos y sufrimos.

- ¿Y cuál es el origen de esa creciente secularización, ese abandono paulatino de lo religioso?

- En épocas en que la gente vive bien se aparta de Dios, se olvidan, se dedican a vivir y ya está. Eso naturalmente ha influido. Estamos en el primer mundo, ha vivido bien, se ha derrochado y ahora la crisis paga esta patente. Cuando vivimos muy bien parece que Dios no hace falta, le dejamos marginado. Pero por otra parte no hemos acertado a dar una formación religiosa adecuada. De hecho, cuando el Papa habla de la emergencia educativa se refiere a todo, también la educación religiosa. Lo vemos, lo constatamos, mucha gente no sabe ni el ‘abc’ de la Iglesia, a veces veo en los medios a gente que no sé de qué Iglesia hablan. Todo lo que la Iglesia vive, piensa, dice y es mucha gente lo ignora. Se habla con clichés, con prejuicios, dicen esto, se va diciendo y ya está. Pero, ¿realmente ha habido un intento de acercamiento, de conocer? Pues no. Ahora celebramos los veinte años del catecismo, ¿qué hemos hecho? ¿Realmente se ha estudiado, se ha enseñado, o se tiene almacenado en la biblioteca? Eso prueba que no hemos todavía adoptado la doctrina del Concilio Vaticano segundo.

- Pues hay debate social sobre que sería ahora el momento adecuado para un Concilio Vaticano tercero.

- Es un error. Si no hemos dado todavía cumplimiento al segundo, está por hacer. Estamos intentando que se vuelvan a leer los textos, las actas de hace cincuenta años. ¿Para qué se pide otro concilio si antes hay que asumir el que tenemos entre manos? La gente no cambia tan rápidamente, un concilio va para largo, los pueblos son muy lentos, son como elefantes, hay que dedicar tiempo y tiempo. Todavía tenemos mucho que asumir del segundo concilio, un gran don para la sociedad. En este tiempo de crisis, si realmente este mundo tomara en serio lo que la Iglesia dice en su doctrina social, cuántos problemas se evitarían, pero como eso lo hemos marginado, no interesa, pues ahí está la gente, rompiéndose la cabeza para resolver algo que la Iglesia lleva diciendo desde hace cincuenta años.

- ¿No sería una intromisión política de la Iglesia?

- La Iglesia no se mete en política, da unos criterios que son prepolíticos. Hay cosas que son previas al Estado y los gobierno, cuando ellos se ponen en movimiento ya hay mucho construido. Son cosas humanas, no religiosas, que se pueden comprender por la razón, es una doctrina social, pasos previos a la política, la ilumina. Si no entramos en un diálogo donde la razón trate de ver la verdad, estamos perdidos. Pero es una época relativista donde cada uno pone en la mesa su verdad, vivimos de verdades particulares, así al final no llegamos a nada.

- ¿Dónde está la verdad?

- La verdad es algo previo. El derecho a la vida no es negociable, es algo previo, no puede hacerse por votos. O la familia y el matrimonio.

- La verdad os hará libres…

- Pero no al revés, que es lo que hoy se está diciendo, que la libertad nos va a traer la verdad. Pero si ponemos en juego la verdad al final no hay libertad, al final estamos en la ley de la selva, el que más poder tiene es el que pisa. La sociedad o bien asuma la verdad, con mayúscula, desde la razón, sin prejuicios, común para todos, o bien estamos en las verdades relativas y entonces estamos en la esclavitud.

- Habla del camino de la sociedad, ¿y cuál será el camino de la Iglesia en los próximos años? Hay quienes vaticinan su final.

- El camino de la Iglesia está muy definido y claro, es Jesucristo. Él dijo yo soy el camino, la verdad y la vida. Por tanto, la Iglesia está segura en la medida en que siga a Jesucristo. La Iglesia no es la dueña, está a su servicio.

- ¿Qué le diría a quienes consideran que la Iglesia no va con los tiempos, que no se adapta a la modernidad, y que precisamente no sigue aquello que predicó Jesucristo?

- Yo no estoy aquí para servir a la opinión pública, a quien tengo que seguir es a Jesucristo, estoy para ponerme en sus manos. Estamos en Cuaresma, la gente tiene mucha sensibilidad para vivir el Carnaval, pero ahora hay que vivir con mucha fuerza la Cuaresma para celebrar la Pascua, el momento central de nuestra vida de fe.

- Una Pascua especial, con nuevo Papa.

- Esperamos, seguramente sí. Vamos a ver qué sorpresa nos dará el espíritu.

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