"La Universidad tiene que ser una de las primeras del mundo y tiene condiciones sobradas"

 "La Universidad tiene que ser una de las primeras del mundo y tiene condiciones sobradas"
"La Universidad tiene que ser una de las primeras del mundo y tiene condiciones sobradas"
El perfil de Germán Sánchez Ruipérez, actual presidente y fundador de la Fundación que lleva su nombre, responde al del hombre hecho a sí mismo, firme promotor del sector editorial y apasionado del libro como elemento clave en la educación.
 
- ¿Qué sintió al conocer su nombramiento como Honoris Causa de la Universidad de Salamanca?
- Una inmensa alegría y gratitud. Y una enorme sorpresa, pues nunca pensé que alguien como yo fuera merecedor de tan alta distinción.
 
- Echando la vista atrás, ¿pensó alcanzar todo lo que ha conseguido?
- La verdad es que hemos llegado mucho más lejos, y mucho más alto, de lo que nunca imaginé. Pero nada ha sido por casualidad. Hemos trabajado muy duro en todos estos años; con tenacidad, convencidos de que nuestra labor merecía la pena. Y aquí están los frutos, que no son los definitivos, porque los mejores, téngalo por seguro, aún están por llegar.
 
- Siempre ha sido un impulsor de la cultura, pero sobre todo de la lectura. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones?
- Lo he dicho muchas veces. Y las cifras me avalan: nunca en España se leyó más y mejor que ahora. Especialmente por parte de la población infantil y juvenil. Nuestros centros lo viven diariamente, si bien se está modificando el concepto de la lectura, que ya no se puede referir tan sólo al texto o al libro en su formato tradicional, lo que a su vez nos sitúa ante un nuevo horizonte apasionante.
 
- Su legado quedará para siempre con la fundación que lleva su nombre. ¿Ha cumplido los objetivos o todavía queda un camino por recorrer?
- Me gusta pensar que la Fundación será siempre una obra inacabada: porque así estaremos permanentemente dispuestos a evolucionar. Todo cambia y nosotros formamos parte de ese cambio. A veces, incluso, como impulsores. Una de las mayores satisfacciones que siento es ver cómo programas que la Fundación inició de forma pionera hoy forman parte ya de la oferta cotidiana que otros ofrecen a sus usuarios: el trabajo con los bebés, la presencia del libro y la lectura en los hospitales, la integración de la lectura y las nuevas tecnologías, la creación de clubes de lectura…
 
- También ha sido un impulsor de la modernidad, por ejemplo con el Centro de Tecnologías Avanzadas en Peñaranda. ¿Podrán los nuevos inventos acabar algún día con los libros?
- Las cosas valen en función de su capacidad de evolución. Como la especie humana. Así que los cambios que el libro va a vivir no los debemos contemplar como una pérdida, sino como un nuevo aporte enriquecedor. Eso sí. Se lo comentaba anteriormente: la forma de leer se va a modificar. Porque no es lo mismo la presentación lineal de la información, en la que la cultura del libro clásico se asentaba, que el modo en que la misma se transmite en los nuevos soportes electrónicos. Nuestra sociedad cada día es más una sociedad multimedia. Y por ello necesitaremos también lectores multimediáticos, capaces de transitar por los diversos y nuevos soportes, pero sin desprenderse de la cualidades básicas que definen a la lectura: observar, interpretar, comprender, valorar, asimilar y compartir.
 
- ¿Cuáles son los avances del mañana que ya se ensayan hoy?
- Sobre todo, los que tienen que ver con la presentación y difusión digital de los contenidos. Son el signo del cambio de una época que ya nunca volverá a ser como la anterior.
 
¿Cuáles deben ser las señas de identidad de la Universidad de cara al Octavo Centenario en 2018?
- Pues casi las mismas que dieron origen a la Universidad en sí: su alianza con el saber y la verdad. Su propósito de preparar ciudadanos con capacidad de mejorar el mundo en el que vivimos. Su permanente dignificación del conocimiento, del individuo y su aportación insustituible a la construcción de la realidad. Y todo ello, en las claves de un mundo que será muy diferente incluso al del momento actual. Sólo con pensar lo que hemos vivido en estos últimos seis años nos valdrá para saber que habremos de estar abiertos a cuanto acontezca en esos siete que nos quedan hasta llegar a tan feliz efeméride. La Universidad de Salamanca tiene que mantener su proyecto de ser una de las primeras del mundo. Y creo que tiene condiciones sobradas para lograrlo.
 
- Dicen que el saber no ocupa lugar. ¿Dónde está entonces el límite?
- El único límite del ser humano es la frontera biológica. Somos seres con una vida que empieza y acaba, aunque también la memoria de nuestros actos, la huella que dejemos en el mundo, es toda una señal de inmortalidad. La única energía literalmente renovable, el único recurso ilimitado se llama inteligencia. A su cultivo y crecimiento debemos dedicar todo nuestro esfuerzo. Y eso significa apostar decididamente por la educación. Por inculcar en las personas el permanente atractivo del aprender, sin duda, una de las experiencias más gratas que los hombres podemos vivir.
 
- Antes también se decía que todo está en los libros, ahora en internet. ¿Con cuál de las dos afirmaciones se queda?
- Con ambas. Porque internet y los libros no son campos contrapuestos, sino complementarios. La red permite una difusión del libro, y de los contenidos en general, ciertamente impensable hace tan sólo unas décadas. Pero no perdamos la profundización que la cultura del libro imprime a nuestro pensamiento, que ése es uno de los riesgos de internet: el saber no puede ser fruto ni de la improvisación ni de la fragmentación compulsiva. Saber significa concentración, reflexión, análisis, pausa…
 
- En los albores del siglo XXI crecen las visiones apocalípticas. ¿Si sólo quedara un libro en el mundo, cuál le gustaría que fuera?
- Pues el libro que todavía no se ha escrito. Ese que, como lector, sigo día a día buscando, en un anhelo que me permite sentirme siempre vivo.
 
- Ahora bien, si tuviera que irse a una isla desierta y no pudiera llevarse un libro, ¿qué elegiría entonces?
- Es que, aunque pudiera llevarme un libro, siempre antes escogería la presencia de una persona. Nadie nos completa más que el otro. Y si el libro tiene realmente valor es precisamente porque nos permite conectarnos con el pensamiento y las vivencias de otras personas que, gracias a ello, amplían nuestra vidas de manera casi infinita.
 
- ¿Qué sería del ser humano si no existiera la lectura?
- Simplemente no existiría. Somos producto de nuestra capacidad de leer. Nuestros antepasados practicaron la lectura mucho antes de la existencia del alfabeto. Leían las Naturaleza y de ella obtenían información. Leían a sus semejantes, y de ello derivó toda una construcción social. La aparición de la escritura, y, como consecuencia y posteriormente, la del libro, lo que vino es a fijar el conocimiento, para que no sólo dependiera de la memoria. Y, a su vez, a propiciar la profundización lectora que, sin duda alguna, deriva del texto, pues la palabra es la que mejor define al hombre. Ya lo decía la Escritura: "en el principio fue el Verbo".
 
- De entre todo el abanico lingüístico, ¿cuál es su palabra favorita?
- No una, sino dos. Futuro.Y compromiso.

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