Como ya es tradicional en las Ferias y Fiestas de Salamanca, la víspera del día grande ha partido desde la iglesia del Arrabal la comitiva para la ofrenda floral a la Virgen de la Vega que posteriormente tuvo lugar en la plaza de Anaya, a las puertas de la Catedral. La Asociación del Traje Charro, organizadora del evento, hizo un llamamiento ciudadano a los salmantinos para participar en una tradición que este año alcanza sus bodas de plata. Y los charros no fallaron para estar un año más con su patrona.
 
La Virgen de la Vega es la patrona de la ciudad de Salamanca desde 1653. Cuenta la leyenda que la Virgen ayudó a los salmantinos y los defendió del asalto de las tropas que querían invadirla en 1706 durante la Guerra de Sucesión Española. La talla de esta virgen era la titular de un monasterio salmantino situado a orillas del río Tormes, perteneciente a los canónigos regulares de San Isidoro de León. Ante la ruina de esta iglesia, fue trasladada a otra y más tarde al convento de San Esteban para poder darle culto, donde permaneció de 1842 a 1904 que es cuando se instaló definitivamente en el altar mayor de la Catedral Vieja.
 
Esta preciosa talla de estilo románico data del siglo XII y se cree llegó a Salamanca procedente de Constantinopla pero no se sabe a ciencia cierta qué derroteros tomó hasta la llegada a la capital charra. De un metro de altura, labrada en madera, su imagen está realizada según el modelo bizantino de María con el niño y este con Trono. Está forrada de piezas de cobre, oro y bronce y adornada con esmaltes y rodeada por joyas y piedras preciosas engarzadas por orfebres, que fueron donadas a esta hermosa Virgen con el paso de los años por los habitantes de Salamanca.

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