La dactiloscopia permite estudiar las crestas papilares de las yemas de los dedos. La dactiloscopia se tiene cuatro principios esenciales: La mismidad, la inmutabilidad, la perennidad y la variedad. El primero de estos principios defiende que toda persona es igual a sí misma y por ello cada uno es distinto del resto de individuos; el segundo principio es la inmutabilidad, que sostiene que las huellas dactilares permanecen invariables incluso después de la muerte, independientemente de las lesiones que pueda sufrir la persona, ya que las crestas papilares se van a regenerar con el mismo dibujo.

   

Asimismo, el tercer principio, el de la perennidad, afirma que las huellas dactilares se forman en el cuarto o quinto mes de embarazo, y son las que duran hasta después de que la persona fallezca. Y por último, la variedad, que sostiene que cada huella es única, y personal, para lo que se analizan veinte puntos característicos.

Las huellas dactilares están formadas por las crestas y los surcos papilares. Las crestas son los diferentes pliegues de la epidermis (la capa de la piel más externa), donde se encuentran las glándulas de secreción del sudor y, entre estos pliegues quedan espacios, que son los surcos papilares. Así, el dibujo formado por las crestas y surcos papilares da lugar a la huella dactilar.

Las huellas dactilares, denominadas dactilogramas se divide en tres zonas: la zona inferior, también llamada zona basilar, la zona superior o zona marginal; y la zona media, situada entre las dos anteriores, designada zona nuclear.

Estas tres zonas se unen en un punto, llamado delta, que puede estar tanto en la parte derecha como en la parte izquierda de la huella dactilar. Sin embargo, puede ocurrir que no exista un delta, es decir, un punto de unión concreto, y por tanto no existirá una zona nuclear. En ese caso de llamará huella dactilar adelta, o en el caso de que la huella dactilar posea dos deltas, se denominará huella dactilar bidelta.

Además, hay varios tipos de delta, concretamente existen dos categorías, los deltas negros y los deltas blancos. Los deltas negros son los deltas cerrados, es decir, las crestas papilares coinciden en un mismo punto; y los deltas blancos son aquellos cuyo centro está vacío.

Para establecer una primera clasificación de las huellas dactilares, se utiliza el sistema desarrollado por Francis Galton en el año 1892. Basada en una línea, llamada ‘línea de Galton’. Dicha línea es la unión del centro del delta con el centro del círculo de menor diámetro del llamado sistema nuclear. Una vez establecida esta línea se cuenta el número de crestas papilares que dicha línea cruza.

Así, para cada dedo se desarrolla un sistema clasificatorio de números quebrados, y siempre se  indica en el numerador con la letra inicial.  Si se trata de una huella dactilar adelta,  o de una sinistrodelta (el delta se encuentra a la izquierda), de una dextrodelta (el delta se encuentra a la derecha), o bidelta (con dos deltas, en el denominador se indicará el número de crestas papilares que la línea de Galton ha atravesado (en el caso de los adeltos, se indicará un 0 puesto que carecen de delta).

De esta manera se ofrece una rápida y clara clasificación de las huellas dactilares. Si coinciden en esta clasificación dos o más huellas, habrá que analizarlas microscópicamente para conocer sus puntos característicos y poder diferenciarlas. En cuanto a los puntos característicos, hay que indicar que existen varios, aunque los más comunes pueden ser puntos aislados, islotes, líneas cortadas, bifurcaciones, horquillas, etc.

En España, judicialmente se busca comparar entre doce y veinte de estos puntos característicos, aunque al menos la existencia de 8 coincidencias de estos puntos ya tendría validez jurídica.

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