Las últimas lluvias caídas en Salamanca y el inicio del otoño han propiciado que toda la provincia, sobre todo en zonas de campo, se haya visto inundada por millones de hormigas voladoras, una especie que, sin embargo, tiene presencia durante todo el año pero que apreciamos en menor medida al restringir su actividad.
Esta proliferación de este tipo de hormigas no se debe a una invasión o plaga, su explicación no es otra que la reproducción. Existen dos tipos de hormigas, las comúnmente conocidas como obreras y las aladas; las primeras son estériles y son las que se aprecian en mayor medida durante todo el año por su principal función recolectora.
Las segundas, desarrollan sus alas y su función no es otra que colonizar y reproducirse, pero no se trata, como se cree erróneamente, de hormigas obreras que en otoño mutan y crean sus alas. Ambas especies conviven durante todo el año en el hormiguero, solo que las voladoras restringen más su actividad y es en otoño, sobre todo después de las lluvias, cuando salen del hormiguero para procrear.
Así, en una colonia las nuevas hormigas reinas salen del mismo una vez desarrolladas sus alas, hecho que coincide con la llegada del otoño y la época reproductora. Su actividad se acrecienta después de las lluvias cuando se desarrolla la danza nupcial. Esta consiste en la congregación de múltiples machos que liberan feromonas para atraer a las hembras.
En ella las hembras copulan con varios machos y guardan el esperma en una espermateca, después de este acto de apareamiento la mayoría de machos mueren y las hembras deben buscar un lugar bajo tierra para pasar el resto de su vida y comenzar a crear una nueva colonia.
Por este motivo la actividad se dispara después de las lluvias, puesto que el terreno está más blando y las hormigas aladas hembra pueden acceder de una manera más sencilla al lugar en el que en el futuro, y si supera una difícil etapa donde tiene que aprovechar todas sus energías, nacerá una nueva colonia de hormigas.
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