En una apacible noche de Viernes Santo, los zamoranos han sacado fuerzas de flaqueza para acompañar a Nuestra Madre en su recorrido procesional por las calles de la ciudad. Tras casi 48 horas frenéticas, uno de los desfiles más veteranos de la Pasión le ha puesto el broche de oro al día más intenso del año en la capital.

A eso de las once de la noche, el desfile ha partido de la iglesia de San Vicente para dirigirse hacia el Riego y doblar Santiago El Burgo antes de enfilar su primer paso por la Plaza Mayor. En este primer tramo, las aceras se han abarrotado de niños y mayores para reverenciar el paso de las imágenes y compartir el dolor con Nuestra Madre de las Angustias.

Ha sido ya pasada la una de la madrugada cuando ha tenido lugar el tradicional acto en la Plaza Mayor, que se ha podido celebrar con normalidad, en una noche en la que la meteorología no ha jugado un papel relevante.

Finalmente, hombres y mujeres de la cofradía han cerrado el recorrido regresando al punto de partida y entregando el testigo a la Soledad, que este sábado volverá a erigirse como una de las principales figuras de una Semana Santa de Zamora que apura sus últimos coletazos en esta edición.

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