"Ahora es normal ver a una mujer con pantalones, pero no se aceptaría a un hombre con falda"

 "Ahora es normal ver a una mujer con pantalones, pero no se aceptaría a un hombre con falda"
"Ahora es normal ver a una mujer con pantalones, pero no se aceptaría a un hombre con falda"
Inma González inició su andadura en artes escénicas a edad temprana, participando desde su niñez en el grupo de teatro del Colegio Filiberto Villalobos (Garrido), del que guarda recuerdos imborrables, sobre todo de su participación en Certámenes Escolares que se celebraban en el Teatro Juan del Enzina.  Posteriormente participó en el grupo de Universidade do Minho (Braga, Portugal). En Granada, donde vive desde 2006, desarrolla su trayectoria profesional con La Palabra Teatro, colaborando con otros grupos teatro y participando en la gestión de la emblemática Sala El Apeadero. El pasado 15 de mayo llenó el Café Corrillo con su otro proyecto artístico, ‘Sinkin' duo’, dúo piano-voz de jazz.

- ¿Qué se encuentra el público en esta obra?

- Es una obra de Claire Dowie. Cuenta la historia de una chica que crece en los 60 y que a través de su historia, desde la infancia hasta la madurez, desmonta todo el sistema de género. Con el humor crítico muestra cómo la sociedad, la familia y la educación nos inculcan cánones en función de si has nacido hombre o mujer y eso influye en el desarrollo de la identidad personal.
 
- ¿Cuáles pueden ser esos cánones que nos inculcan?
- Aparecen en la infancia. Por ejemplo, ahora es más normal ver a chicas jugar al fútbol, pero antes no era normal, se quedaban en la banda mirando. Ya en la adolescencia se da por hecho que te tienes que poner una falda o un vestido. Hoy en día parece que ha cambiado y es normal ver a una mujer con pantalones, pero no se aceptaría que un chico se pusiera una falda. Todavía se sigue viendo mal que un hombre llore en público a no ser que lo haga porque su equipo ha perdido. Se han producido muchos avances, pero sigue habiendo muchas muy sutiles que nos rodean en la publicidad, en las películas, en las series…
 
- Esta es una lacra que arrastramos desde hace años y que parece que va evolucionando, pero aún sigue habiendo muchas personas de mente cerrada, ¿no?
- Claro, son muchísimas generaciones porque son valores y creencias que se pasan de generación en generación. A mí mi madre también me ha dicho “hija, tienes que ser más glamurosa” cuando sólo voy a dar una vuelta. Está también en el mundo de la educación y la sociedad en sí. Lo que hay que hacer es que desde la educación, y cuanto más temprano mejor, educar en igualdad, que los niños se sientan libres para jugar a lo que quieran jugar.
 
- Ya en el plano más personal, ¿es especial para ti volver a Salamanca?
-Sí. Nací en Garrido, al lado de la plaza de Barcelona, donde me revolcaba en el barro. Estudié en el barrio y en la Universidad. Me mudé a Granada por una serie de circunstancias, llevo ocho años y aquí es donde estoy desarrollando mis proyectos.
 
- ¿Se te podría considerar una emigrante cultural?
- ¡Cómo suena eso! Siempre hice teatro cuando pude y cuando vine aquí vi que había más oportunidades, más ambiente. Estoy contenta porque escucho noticias como la reapertura del Juan del Enzina, que estuvo muchos años cerrado y era algo muy triste para la comunidad universitaria. Estoy en contacto con la gente de La Malhablada, también sé que se ha creado otro centro de iniciativas culturales en el barrio del Oeste... Intento estar conectada en Salamanca en ese sentido.
 
- ¿Es difícil vivir de la cultura?
- Sí, mucho, es una carrera de mucho fondo.

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