Ferviente defensor de la inteligencia como motor social y de la igualdad como eterna aspiración que ha de hacer justicia con las mujeres, el padre de ‘marianos’, ‘conchas’, ‘blasillas’ y la pareja de naufragos más surrealista y acida de la historia se enfrenta cada día al papel en blanco con la intención de hacer el mejor dibujo de su vida. Mientras lo intenta, alegra la nuestra. Admirado por auténticos genios de esa fábrica de risas que es el humor después de medio siglo trabajando junto a los más grades y en los medios más prestigiosos de España, resume su éxito en seis palabras haciendo gala de una modestia proverbial: “Lo mío ha sido chorra pura”. ¡Gensanta!
 
- ¿Dónde aprendió Forges a dibujar?
- No aprendí. Vengo de la televisión (trabajó 19 años en TVE) donde creo que una imagen vale por mil palabras pero una palabra vale por ocho millones de imágenes. Lo que yo hago son iconos gráficos muy reconocibles que me dan la oportunidad de decir lo que pienso y cómo veo el mundo. Ha sido chorra pura… y con buena cara porque no he visto a nadie que me mire mal.

- ¿Alguna celebración especial el pasado 13 de mayo coincidiendo con el 50 aniversario de la publicación de su primera viñeta? 

- Hicimos algo en familia pero, al margen de eso, nada público. 

- ¿Tenía más mérito hacer humor durante la dictadura?

- No creo que sea cuestión de mérito. Era más difícil, sí, pero consistía en emplear más neuronas para saltar por encima de la censura. Esto es un trabajo y es verdad que, en democracia, la dificultad es menor.
De todas formas, el dibujante hace una viñeta y el resto es cosa del lector. Te quedarías alelado si conocieras las interpretaciones de un dibujo. A veces me paran por la calle y me dicen: ¿cómo pudo usted saber eso que me pasó a mí para ponerlo en su viñeta?, lo cual demuestra que nos lo llevamos a nuestro terreno.

- ¿Qué mecanismo se activa para que un chiste dibujado hace 40 años parezca nacido ayer?

- Está motivado por los dos tipos de actualidad, la latente y la palpitante. La primera es la que permite que, ya que los sanfermines son el 7 de julio, tengas chistes preparados previamente para esa época. La otra, la palpitante, es la que se produce cuando, por ejemplo, un concejal de urbanismo cornea a un toro.
El humorista produce dibujos en torno a situaciones vitales y los ciclos se repiten desde la época del drama griego, donde se intercalan tragedia y comedia. Hacemos siempre lo mismo. 

- ¿Qué motiva a un humorista gráfico para seguir adelante después de días como el 11-S o los atentados de Madrid?

- Nuestra labor es igual que la de un médico, un albañil o un abogado. Al fin y al cabo somos seres humanos y tenemos sentido del humor. Nosotros, eso sí, lo tenemos más a flor de piel y de eso vivimos.

- ¿Echa de menos alguno de sus personajes de los que han ido desapareciendo por exigencias de los tiempos?

- Pues sí. Por ejemplo echo de menos a Mariano, que lo dejé de hacer con la llegada de Rajoy al gobierno. Mientras siga siendo presidente, Mariano ha pasado a ser Vicente y cuando se vaya, volverá Mariano.

- “La mitad de los españoles no ha leído nunca un libro” –“Claro, por eso votan lo que votan”, dice uno de sus chistes. En estas europeas se barrunta abstención histórica, ¿somos más ilustrados?

- Justo al revés. Cada uno que se lo coja por el lado que quiera cuando en un país como este hay gente que presume de no haber leído un libro en su vida a pesar de que leer es una forma de viajar más barata y en los viajes es cuando más se aprende. Cuantos más libros leamos, menos burras de colores tratarán de colocarnos.

- Hay quien piensa que tenemos una clase política de chiste, ¿cómo lo ve un especialista en la materia?

- Siempre echamos las culpas a determinados sectores pero son el reflejo de todos. Los políticos están sacados de entre nosotros. Si la clase política es de chiste, imagínate cómo somos nosotros. Esta política no es la buena ni la adecuada y hay determinados políticos que el mejor bien que podrían hacer era irse a su casa; por eso en las elecciones hay que votar. Siempre me pregunto si cuatro años son tiempo suficiente y necesario para la acción política. Debe haber una acción de votar y una política reiterada y continua además de un compromiso con los programas electorales y no pueden hacer todo lo contrario. Uno de los trucos habituales es hablar de la herencia recibida pero dennos soluciones para lo de ahora, que es lo importante. En esta última campaña no se ha hablado de Europa. A lo mejor les interesa que haya un candidato que diga una burrada machista indigna de un político para no hablar de Europa. ¿Por qué no han hablado de Europa todo lo que hay que hablar? La gente no es ‘antieuropa’ sino contraria a esta clase de Europa, la de la gente no elegida, como la ‘troika’. 

- Dado ese apego suyo a  la actualidad, ¿para cuándo el chiste de la placenta de yegua?

- La placenta de yegua es lo que se va a tener que poner alguno en la lista electoral el lunes (risas).

- Dice el ‘Luthier’ Daniel Rabinovich que en 50 años quizá a Forges ya le ha dado tiempo de aprender, ¿acierta?

- (Risas) Dibujo lo que necesito para hacer lo que hago. Rabinovich es muy amiguete y nos reímos mucho tomándonos mutuamente  el pelo; tenemos un pique. Ojalá hubiera muchos como Les Luthiers, lo que sería malo para ellos y bueno para el resto del mundo (más risas).

- En cualquier caso, encontramos algo de Forges en Les Luthiers y algo de Les Luthiers en Forges.

- Esto son amores que surgen en la vida. Si ves las trayectorias de ambos, estaba claro que en algunos momentos íbamos a confluir. Ellos y yo hemos pensado en analizar con ternura la estupidez humana. Todos los dibujantes tendemos a lo mismo. Lo nuestro es fijarse en la estupidez. Es una manera de colocar la mirada que no todo el mundo usa porque tener, la tenemos todos. 

- Quino habla de “admiración inabarcable” hacia Forges y, por lo que se ve, esa admiración es mutua. Da la impresión que un premio Príncipe de Asturias se le queda corto a un genio como él, ¿no?

- Desde luego. No es la primera vez que lo pedimos. Era la tercera o cuarta vez que lo reclamaba el Instituto Quevedo del humor y estamos muy contentos porque, en esta ocasión, fue la embajada argentina la que lideró esa candidatura y nosotros nos adherimos. 

- A Forges le debemos la aparición de palabras como bocata o tocata. Las dos han llegado al diccionario. También se le atribuye el cubata y el segurata pero usted lo niega, ¿cómo se le pudieron escapar?

- Una de las cosas que no logro entender es como los seres humanos, que hacemos el lenguaje a través del idioma no somos más conscientes de que podemos crear lenguaje. Es enorme la cantidad de cosas que he oído yo en las redacciones que no han trascendido. No entiendo que la RAE no tenga una sección a la que se pueda dirigir la gente para proponer términos. Como es habitual, todo lo burocrático termina haciendo esto más farragoso.

- Seguro que la Real Academia ya le ha tentado para ocupar algún sillón

- Indirectamente sí pero siempre hay personas más importantes que lo merecen más. Yo no sé poner las tildes; soy un manta increíble.

- En esa selección que hace de viñetas que hace usted mismo en el libro sobre sus 50 años de trayectoria, muchas tienen que ver con la celebración del día de la mujer, ¿se lo debía a Pilar, esa “mitad sufrida” como llama Forges a su mujer?

- A Pilar y a todas. El papel de la mujer es lo que más ha cambiado en estos 50 años y es muy importante el apoyo absoluto y total porque aún queda un trecho por recorrer. No hay igualdad. Hubo intentos, incluso ministeriales, pero hay partidos que no lo ven muy bien e intentan paliarla y retrasarla. 

- ¿Toda mitad alegre necesita esa mitad sufrida?

- Por supuesto. Y toda mitad masculina necesita la femenina; y todo hombre a toda mujer.

- ¿Le habrán cogido ojeriza por fin los funcionarios?

- Es curioso que algunos se coloquen mis chistes alrededor de su puesto de trabajo. Creo que es para protegerse de aquellos a los que van dirigidos, que son los que esa misma mañana mandan un correo al periódico para decir que es indignante. Y lo mandan desde el ordenador del Ministerio. (ríe) 
La mayoría, y lo digo yo que he sido funcionario, son gente normal y currante. 

- ¿Cree, como alguno de sus personajes, que algún día todo esto será China?

- No te quepa la menor duda. Ya me voy notando cierto tono amarillento (risas).

- ¿A usted le gusta El País (y no me refiero a la nación en la que vivimos)?

- ¿A ti te gusta el medio en el que trabajas tú? Esa es mi respuesta (largo silencio). He de reconocer que a lo largo de todos estos años nadie jamás me ha echado para atrás un chiste. Los directores de medios son colegas nuestros que cobran un pastizal, sí, pero con una responsabilidad brutal. Todos los líos han de soportarlos ellos en primer lugar. Debemos ponérselo fácil y decirles las cosas con un empleo de neuronas que hagan nuestro trabajo simplemente incontestable.

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