Grupos de amigos, ilusión y ganas de contar una historia: los engranajes que ponen en marcha un cortometraje
El cortometraje llega para quedarse en Salamanca, cuna de los proyectos de dos jóvenes promesas en el mundo del cine: Javier López y Ricardo Martín
Los constantes cambios que ha sufrido el mundo audiovisual en la última década han favorecido el auge de proyectos más asequibles que hasta hace poco parecían ser accesibles solo para entidades con un alto poder económico. Al estar al alcance de todo el mundo, el cortometraje se ha convertido en el formato favorito de jóvenes cineastas por su accesibilidad, las facilidades que ofrece internet y el cambio en las dietas de consumo.
¿Es rentable producir un cortometraje o siempre se requiere de ayudas económicas?
Las jóvenes promesas del cine, Ricardo Martín y Javier López, recién salidos de la Universidad de Salamanca, donde estudiaron Comunicación y Creación audiovisual, han dirigido y producido sus propios cortometrajes entre 2021 y 2022 en la provincia de Salamanca.
El cortometraje 'Los ojitos verdes', dirigido por Javier López, se centra en el amor, la amistad y el compromiso entre dos mujeres de pueblo en 1937. Dicha obra ha sido premiada por el Ayuntamiento de Salamanca con el primer premio en el certamen de 'Jóvenes Creadores'. Cuenta Javier López que el dinero que han recibido lo van a invertir en el próximo trabajo audiovisual en el que ya se encuentra inmerso el equipo de ‘Los ojitos verdes’.
El cortometraje 'NINDA', dirigido por Ricardo Martín, gira en torno a la salud mental de una joven y su proceso de superación
Ambos directores han financiado sus proyectos desde cero. En el caso de ‘Los ojitos verdes’, el gran proyecto, hasta el momento, de Javier López se ha financiado por medio de un crowdfunding en el que colaboraron miembros del equipo, familiares y amigos. “Es difícil, o estás constituido como empresa o productora o es complicado acceder a ayudas tanto autonómicas como estatales. Nosotros estamos intentando constituirnos como productora, pero no podemos por falta de presupuesto y es complicado porque no recibes dinero anteproyecto. Además, intervienen muchos factores para recibir las ayudas y tienes que ser muy constante para recibirlas”, ha explicado Javier López.
Esto plantea una disyuntiva a la hora de emprender un proyecto audiovisual ya que sin ayudas económicas estos cineastas no pueden culminar sus proyectos y no pueden tampoco dedicarse únicamente a ello porque necesitan trabajar en otros sectores y proyectos para poder vivir. Esto impide esa constancia que exigen las instituciones que ceden las prestaciones y a su vez, sin éstas, los equipos no pueden producir contenido.
En el caso de ‘NINDA’, el equipo ha asumido todos los costes con material que ha ido aportando cada uno de los integrantes, a excepción del material de iluminación que se lo ha cedido la Universidad de Salamanca por ser estudiantes de esta. “Según pasaron los días de rodaje aprendimos a sacar el cien por cien de partido a los recursos que teníamos”, apunta Ricardo y añade que “los recursos también limitan el tiempo”, haciendo hincapié en la importancia de saber exprimir al máximo el potencial que se tiene pese a las "muchas incertidumbres y tensiones" que se sufren en el proceso al carecer de recursos. “Tienes miedo del resultado final porque pese a estar todo planificado no tienes forma de comparar tu trabajo y saber si lo estás haciendo bien”, confiesa Ricardo Martín.
"Puedes lanzarte a la aventura y que quede algo bueno"
Los jóvenes talentos, Javier y Ricardo, abren un debate sobre si se requieren conocimientos para rodar un corto y si se necesita de un aprendizaje para poder empaparte de los códigos cinematográficos hasta conseguir convertir las palabras en fotogramas.
Para Ricardo Martín, es algo “50-50” y aclara que “puedes lanzarte a la aventura sin tener ni idea y que quede algo bueno, se puede llegar a entender como algo rupturista o puedes imitar a otros cineastas”.
Al contrario que Ricardo, el cineasta Javier afirma de manera contundente que los conocimientos que se tienen “sí condicionan el producto final”, aunque señala que el conocimiento no solo te lo da estudiar una carrera universitaria, “cualquier tipo de formación audiovisual que tengas es buena porque te cambia la visión del lenguaje”, aclara refiriéndose al lenguaje audiovisual.
Por tanto, los directores demuestran que adquirir conocimientos audiovisuales permiten que el aficionado/espectador se convierta en creador, en analista de los códigos cinematográficos y que aprenda a saber emplearlos. Igualmente, consumir contenido habitualmente te aporta ideas y te enriquece, pero no sustituye a la formación, deben complementarse.
El auge del cortometraje se ve favorecido por el cambio en las dietas de consumo
La inclusión de móviles y la consolidación de Internet como medio han provocado una sobrestimulación que ha afectado en la capacidad de atención del usuario-espectador. Según expertos está en torno a unos 10-20 minutos. Este factor también juega a favor del cortometraje, haciéndolo más atractivo por su duración, que como máximo ha de ser de treinta minutos. “Por ejemplo, en un festival de cortometrajes veo cinco o seis y aun así me satisface más que ver una sola película porque en una hora he visto muchas ideas distintas y muchas formas de hacer cine", ha manifiestado Ricardo, director de 'NINDA'
Javier López afirma que “el consumidor cada vez está más centrado en algo rápido y fácil. Un cortometraje de quince minutos a veces cuesta si lo comparamos con un tiktok de un minuto”, aunque confía en que pese a la sobreestimulación que predomina en las dietas mediáticas hoy día “un corto de diez minutos con pinceladas rápidas de diálogo pero que te atrape desde el principio ayuda a que la gente se quede enganchada y quiera verlo”.
¿Es viable convertir un cortometraje en un largometraje?
Según dan a entender los jóvenes cineastas en su experiencia, el espectador medio prefiere contenidos más breves. Por tanto, se cuestiona el hecho de adaptar el cortometraje a la gran pantalla, un tema que ronda a muchos directores.
Para Ricardo Martín “el cortometraje está hecho para contar una historia en un tiempo determinado" y añade que "es como si se le pidiera al autor de un libro de doscientas páginas que lo convirtiera en una trilogía”. Únicamente coincide en tomar la idea de referencia para adaptar el cortometraje a un proyecto de larga duración.
Por el contrario, Javier López, ofrece una visión algo distinta a su compañero de profesión: “No creo que sea un error, pero depende de la historia”.
En la misma línea de creencias, Ricardo sostiene que no convertiría ‘NINDA’ en un largometraje porque “lo que he construido para ese proyecto está hecho para el tiempo de un cortometraje”. Por otro lado, su igual, Javier López, no se lo pensaría dos veces para aceptar y confiesa que el equipo de jóvenes ha soñado con la posibilidad de convertir ‘Los ojitos verdes’ en un largometraje algún día. “Habría que indagar y trabajar mucho, crear una historia más profunda de lo que ya es, pero no creo que sean incompatibles ambos formatos”, afirma el cineasta.
"Aunque no tengas medios o dinero, lo importante es tener una historia que contar"
La experiencia de los jóvenes directores en la provincia de Salamanca ha sido muy "satisfactoria". “Hablé con un restaurante para que nos lo cerrasen y estaban muy contentos, les hizo mucha ilusión y nos cerraron el local un día entero para rodar”, ha contado Ricardo, demostrando que la ciudad sí apoya proyectos culturales y se compromete con ellos.
Por otra parte, 'Los ojitos verdes' se grabó en Candelario, cuya vivienda se financió con el dinero recaudado del crowdfunding.
Ambos jóvenes aseguran que el miedo y la incertidumbre acompañan estos proyectos, "como cuando tomas cualquier decisión importante en tu vida", por eso es esencial que los cimientos del proyecto se sustenten en la ilusión y las ganas de querer contar una historia. De lo contrario, los temores se convertirán en un muro infranqueable.
“Aunque no tengas medios o dinero, lo importante es tener una historia que contar, algo que mostrar al mundo y un grupo de amigos que tengan las mismas ganas”, asegura Javier López, quien ha querido hacer hincapié en la gran ayuda que ha supuesto contar con un grupo de amigos tan comprometidos con su proyecto personal, que se ha convertido en un trabajo de todos.
Ricardo por su parte, manifiesta que “llevaba años queriendo hacer un corto y nunca me había lanzado por miedo a tener que gestionarlo todo. Hay momentos de confusión y caos, pero luego ya te organizas y consigues sacarlo adelante”, señalando la importancia de planificar el proyecto audiovisual para poder resolver de manera eficiente los múltiples inconvenientes que proliferan en mitad de un rodaje.
Javier López y Ricardo Martín, representan el talento de una generación formada en Salamanca y materializan el auge del cortometraje con sus proyectos de poco presupuesto pero mucha iniciativa y motivación. No es tiempo de limitarse ni esperar. El resurgimiento de este formato se entiende como la voz de una generación plasmada en las pequeñas pantallas que sueñan con convertirse en los créditos de la gran pantalla.
También te puede interesar
Lo último