Seguramente que el arranque del equipo salmantino pudo sorprender a muchos, pero lo cierto es que los blanquinegros iniciaron la liga a lo grande, con una derrota en diez partidos y con una imagen positiva, especialmente en el estadio Helmántico.
El 5-0 de la jornada 10 ante el CD Marino fue un punto de inflexión, parece, hacia el negativo, puesto que a partir de ahí, la Unión se ha ido hundiendo, perdiendo sus señas de identidad y ha perdido la frescura de ese primer tramo liguero. La imagen de Tenerife se podría sumar a partidos como el del Rayo B, la primera parte ante el Atlético B, Ourense, Leganés…, imágenes radicalmente opuestas a las de comienzo de competición.
Y es que en esas nueve jornadas desde noviembre, los albinegros sólo sumaron dos victorias y encajaron cinco derrotas, algo que les ha hecho abandonar el playoff, alejarse de la cabeza y pasar a la zona media. Pese a ello, la igualdad de un grupo bastante mediocre permite a los de Etxeberría afrontar el segundo tramo de liga a solamente tres puntos de la zona de fase de ascenso.
Y el balance es ese, dos polos totalmente opuestos, el caramelo en la boca en esa primera decena de encuentros y luego el amargo sabor de cambiar radicalmente de juego y de imagen sin alternativas para que el conjunto funcione cuando los rivales ya empiezan a saber los puntos fuertes de la UDS.
A sabiendas de que el presupuesto era el que era y que la plantilla estaba hecha como se pudo, el equipo ha demostrado lo que puede ofrecer y tiene jugadores de calidad, de ahí que se exija más. No obstante, el aprobado lo tienen los de Etxeberría, que tienen que empezar a responder lo antes posible en la segunda vuelta liguera.
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