Su discurso de humildad desde el primer día funcionó y su implicación con la plantilla y el proyecto le hicieron hasta pasar malos ratos cuando el club estuvo a punto de desaparecer. Ahora, el vasco también está señalado por el mal momento del equipo desde noviembre y por lo saber gestionar esa crisis de resultados y ofrecer pocas alternativas para cambiar el rumbo.
A Etxeberría ahora le ha llegado el reto de, por la amistad de Pepe Hidalgo con Jorge Mendes y la necesidad de volver a Segunda lo antes posible, retocar con incorporaciones el equipo, algo que ya ha comenzado a hacer y que deberá seguir haciendo. Arma de doble filo, ya que si en semanas el equipo no funcionara, las miradas de los máximos mandatarios se volverían contra él.
El rendimiento y el saber conformar un equipo como el que formó es lo positivo de un Etxeberría al que se le pueden reprochar algunas frases desafortunadas en sus comparecencias de prensa, así como el no proponer cosas diferentes cuando las cosas han ido mal. Pese a todo, la situación de la UDS es idónea para llegar al playoff y el capitán de la nave deberá demostrar que va a poder conducirla hasta esa meta.
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