Jorge Martín Carrasco: un ejemplo de superación en el arbitraje de fútbol sala

El chacinero nació con una malformación congénita en su brazo derecho y una maltrecha columna con cifosis escoliosis que no ha frenado su amor por impartir justicia en el parqué

Jorge Martín Carrasco, árbitro de Tercera División de fútbol sala
Jorge Martín Carrasco, árbitro de Tercera División de fútbol sala

Jorge Martín Carrasco es uno de los árbitros con más experiencia en el grupo noveno de Tercera División de fútbol sala. El chacinero, de 31 años, lleva ya seis temporada en la categoría y tiene el respeto de jugadores y técnicos.

“Llevo trece años arbitrando. Comencé en Juegos Escolares y en Tercera División llevo seis años. Cuando acabé de jugar en edad juvenil y entré en la Universidad (es ingeniero informático), me picó el gusanillo del arbitraje”, explica el colegiado salmantino.

El árbitro chacinero sufre una malformación congénita en su brazo derecho y una maltrecha columna con cifosis escoliosis, que le procura un andar singular y dolores recurrentes desde su nacimiento. “Yo estoy más limitado a la hora de esprintar o hacer pruebas de habilidad”, asegura el colegiado Martín Carrasco.

Pero si algo desborda en Jorge es su ilusión por impartir justicia en el parqué. “Los más pequeños son los más agradecidos; no solo a nivel de disciplina sino también porque les enseñas el reglamento. Poco a poco fue subiendo peldaños en el arbitraje y muchos no creían que pudiese conseguir el ascenso a Tercera por el físico. La vida trata de escoger objetivos y luchar por cumplirlos. Si hace diez años dices que voy a ser árbitro de Tercera División e ingeniero informático para IBM, no me lo creería. Y mis padres lo hubiesen firmado”, ironiza.

A pesar de los obstáculos, Jorge Martín trabaja todos los días a nivel físico para mejorar con entrenamientos de hora y media o dos horas e intenta potenciar la resistencia, la carrera interválica o los cambios de ritmo. Pero donde destaca es en la aplicación del reglamento: “Lo tengo machacado al dedillo. A nivel técnico y de reglas de juego, soy muy bueno. Todo me lo he ganado en la cancha y con mis informes. Como árbitro soy muy dialogante pero cuando hay que sacar una tarjeta, no queda otro remedio. Este año no he sacado ninguna tarjeta roja y creo que distinto muy bien entre protesta y observación”.

En su trabajo previo al partido, también incluye el conocimiento de equipos y jugadores. “Tienes que ver sus tarjetas, por qué han sido… con veteranía todo es más fácil. Conozco a todos los equipos y también a sus futbolistas y así sabes quién es más conflictivo o protestón. Pero mi forma de ser es muy dialogante y he ganado muchos amigos con el fútbol sala. No solo árbitros. El otro día me llamó el presidente de La Bañeza y hace unos días también el del Intersala Zamora para felicitarme por mi arbitraje. Ellos entienden que puedes tener un día malo pero me reconocen mi trayectoria”, prosigue Martín Carrasco.

Actualmente, suele arbitrar con otros dos árbitros salmantinos: Javier y Juan Carlos. “Hay que compenetrarse con el compañero. De Javier y de Juan Carlos destaco que son muy buenas personas. No son árbitros prepotentes, son muy dialogantes. Con mirarnos, nos entendemos. Ahora ya jugamos con pinganillos, que también es más fácil”, admite el trencilla chacinero.

Todos estos años dejan un puñado de anécdotas que Jorge Martín recuerda con alegría: “En tiempo de pandemia, los restaurantes estaban cerrados. En uno de los viajes a León, abrimos una mesa de camping en una estación de la N-630. Era abril. Y allí estábamos con un termo, unas cocacolas y unos bocadillos. También me quedo con un partido de alevines que pité en La Alamedilla. Había acabado y ya estaba en los vestuarios y tuve que volver porque los padres estaban aplaudiendo por cómo había enseñado a los niños en el partido”.

Pero Jorge Martín quiere seguir creciendo, lo lleva en la sangre: “Tengo cuerda para rato. Hasta los 40 o 41 años que nos podemos retirar en Segunda B y Tercera, tengo cuerda para rato. Me gustaría subir a Segunda B y para ello trabajo. Lo he intentado varias veces pero a nivel físico, y aunque aguanto en resistencia, tengo desventaja en sprint y habilidad. Me operé de la espalda y tengo la columna fija, por lo que mejoré unas milésimas; pero llegan chavales jóvenes muy fuertes. Yo quiero mantenerme en la categoría nacional y siempre tienes el miedo de que la espalda no responda en cuatro o cinco años”.

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