La temporada del juvenil B del Villamayor está siendo, de momento, casi inmaculada. Con solo una derrota en seis partidos disputados, marcha con quince puntos en el grupo cabecero a solo tres del líder, otro filial, el del Carbajosa. Eso denota siempre un trabajo bien hecho detrás y no solo de este año sino del que se viene haciendo con unos chicos que componen un grupo que lleva junto bastante tiempo.

A pesar de ello, se ha tenido que partir de cero en esta temporada. Al final no deja de haber muchas cosas nuevas. Lo primero, el entrenador y su forma de trabajar, también que algunos han vuelto al fútbol después de un tiempo y por último, el primer año íntegro de una hierba artificial que ha traído ventajas a la forma de jugar de estos juveniles de todas las edades.

Y es que el balón es el fundamento del fútbol y el bote en hierba no tiene nada que ver, lógicamente, con el de tierra, el que había durante estas fechas en la temporada pasada en El Salinar. Se han adaptado muy bien a este césped y todo lo que ello conlleva, ayudados por su calidad, que favorece la propuesta del entrenador. Lo que no lo hace tanto son las dimensiones del terreno de juego aunque la adaptación haya sido idónea. Jugar más rápido, estar más atentos y presionar en campo contrario para que todas las acciones sean más dinámicas es parte del fútbol que practica una plantilla muy corta para el fútbol 11.

Eso sí, corta pero ?coqueta?. Con unos entrenamientos todos con balón se fomenta la competitividad entre los 16 jugadores que forman el conjunto. Pasárselo bien entrenando es esencial para que no se pierda ningún jugador durante la temporada y no caer en la relajación para poder ser titular y no quedarse en el banquillo, no menos importante. En ello están y se está consiguiendo en los seis partidos en los que solo el atrevimiento les ha hecho caer en una ocasión. Fue en el minuto 90 debido a que querían el pleno y una contra les mató.

Seguirán a pesar de ello buscando quedar lo más arriba posible aunque no exista un objetivo marcado, que lo acabará dando la propia competición. Los puestos altos, eso sí, más que una meta se convierte en una ayuda para seguir educando a unos chicos que siguen necesitando aprendizaje. Una enseñanza destinada más a la propia vida que al fútbol, ya aprendido y que solo hay que apuntalar. La competitividad siempre está presente a lo largo de la vida y, lo que es más importante, la adolescencia, a nadie le pasa desapercibido, es una época difícil en la que se producen numerosas elecciones que marcarán el futuro. El fútbol es una y es la que, de momento, han escogido estos 16 chicos que se mantienen con un gran compromiso, también característica esencial para la buena marcha de la temporada.  

La plantilla está formada por Alfonso (portero); Rivas, Pablo, Collados, Marco y Emilio (defensas); Javi, Óscar, Nacho, Queco, Cristian y Víctor (centrocampistas); David, Aarón, Pablo del Arco e Iván (delanteros); Tino (entrenador), Miguel (preparador físico) y Carlos (delegado).

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