A Carmen le “ha cambiado la vida” y en casa de Juana “ha entrado aire fresco”. ‘Salamanca Acompaña’ pretende combatir la soledad no deseada de los mayores de 60 años de la capital. Esos mayores que, en muchos casos, no han tenido una vida fácil, y viven su última etapa solos, y lo que es peor, se sienten solos.
Llenar ese vacío, acompañarlos y crear vínculos entre ellos son los objetivos del programa que el Ayuntamiento de Salamanca puso en marcha a primeros de este 2021. Casi acaba de arrancar, pero ya ha logrado combatir la soledad de más de 200 personas, que siguen viviendo solas, pero ya no se sienten solas.
María del Carmen Serrano Guerra y Juana Godoy Magro son dos de las 222 personas actualmente usuarias de ‘Salamanca Acompaña’. Mientras sonríen, hablan de las “maravillas” de una iniciativa con la que se sienten felices. Reciben una atención personalizada que mezcla acciones individuales y grupales en función de las necesidades y gustos de cada persona.
“Somos realmente un servicio comunitario. El objetivo principal es trabajar con ellos de manera individual; los conocemos, conocemos sus necesidades y luego les ofrecemos las actividades que, de manera individual o grupal, creemos que cubren sus necesidades, por lo que cada persona tiene un plan de trabajo diferente”, explica Rocío Sacristán Hernández, trabajadora social y una de las técnicas que trabaja en el programa.
Plan de acción personalizado
El programa quiere llegar a “gente que no tiene familia o se siente sola”. El primer paso es realizar una evaluación y poder ayudarle. “Hacemos una valoración y vemos el nivel de riesgo y soledad de la persona; puede que no tenga, que lo tenga leve, moderado o alto, y según ese riesgo, le ofrecemos distintas acciones para cubrir esas necesidades”. Es decir, los profesionales y el usuario diseñan un plan de acción personalizada con diferentes actividades que combaten esa soledad y que además lo integran en el entorno comunitario. No es un plan cerrado, ya que hay un seguimiento con el que se comprueba la evolución de cada situación para efectuar los ajustes que puedan ser necesarios.
Esta labor la realizan actualmente cuatro técnicos -dos trabajadoras sociales y dos educadoras sociales-, con el apoyo de los trabajadores de los Centros de Acción Social municipales, que juegan también un papel esencial en el desarrollo del programa.
Para las actividades individuales se desplazan cada 15 días al domicilio de las personas o quedan en algún espacio de los que tienen cedidos en los centros municipales. “Pasamos un ratito, charlamos…”, comenta Rocío Sacristán. Además, todas las semanas llaman a los usuarios por teléfono y estos también pueden hacerlo cuando les tengan que realizar alguna consulta o necesiten algo. “En todo lo que podemos ayudar, lo hacemos y estamos a su lado”.
El equipo se refuerza con ocho monitores de campo, que se encargan de organizar y dirigir las actividades grupales, un eje esencial en la filosofía participativa y transversal de ‘Salamanca Acompaña’.
Cada acción tiene unos objetivos diferentes y “el objetivo principal es que las personas mayores de 60 años que participan en el programa, que están en situación de soledad, se conozcan y creen vínculos o relación”, comenta Rocío. Por eso, normalmente son grupos reducidos, porque “no es el hecho de la actividad en sí, si no compartir un espacio y que se relacionen” e intentan que personas con las mismas necesidades y gustos participen en la misma actividad y se conozcan.
La oferta de actividades de esta iniciativa pionera en Castilla y León es muy amplia: ejercicio físico, educación en salud, intervención en memoria, actividades formativo-ocupacionales y socioculturales, etc. A estas se suman las que lleven a cabo en entidades sociales y vecinales de la ciudad, para abarcar todas las preferencias de las personas mayores.
“Son como mi familia; me ha cambiado la vida”
“Agradecida y contenta”. Así se siente María del Carmen Serrano con un programa que “me ha cambiado la vida”. Para ella, los profesionales de ‘Salamanca Acompaña’ son como una segunda familia.
Carmen tiene 81 años y vive sola desde que falleció su marido. Sus dos hijos -tiene tres nietos- están en Suiza, pero “todos los días me comunico con mi hija por videoconferencia”; sin embargo, lamenta que con su hijo no exista esa comunicación, “en estos dos años que llevamos casi de pandemia no me ha llamado ningún día para decir cómo estás”.
Nació en Ledesma, “pero es el sitio donde menos he estado”, ya que, comenta, “a los 10 años me trajeron a Salamanca de niñera; cuando mi madre daba a luz, me tenía que marchar para allá, luego venía otra vez a Salamanca, volvía y así”. Pero ya había empezado antes a trabajar: “con 8 años ya empecé, iba a trillar”.
“He estado trabajando toda la vida, limpiando”, aquí y en Suiza, donde vivió con su familia. Su marido fue, trece años antes, el primero que se marchó a ese país “para buscarse la vida”, pero “entonces nosotros no pudimos ir porque el contrato que tenía era para él, solo para trabajar”. Lo hicieron 13 años después, pero no todos.
Antes de cumplir los 18 años, su hija quiso marcharse (como era menor, cogía los derechos de su padre) y “me fui con ella”. Su hijo se quedó aquí y “luego nos costó mucho llevarlo”.
Su marido murió hace 11 años, ya en Salamanca, donde regresó el matrimonio una vez jubilado. Pero enfermó y falleció; “si hubiera sabido lo que iba a pasar, no me hubiera venido de Suiza. Pierdes todos derechos, yo pedí renunciar a estar allí y solo puedo ir a ver a mis hijos y estar tres meses”.
Desde entonces “me he sentido sola”. Una situación que cambió cuando entró a formar parte de ‘Salamanca Acompaña’.
El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, envió, cuando se puso en marcha el programa, una carta a los posibles usuarios del mismo. Pero Carmen no veía bien por sus cataratas y “no le hice caso”.
Entonces acudía a distintas actividades en el centro Juan de la Fuente. “El yoga y los paseos nórdicos son lo que más me gusta. Y el rato que estaba allí me sentía contenta, pero al regresar a casa, estaba triste”.
Carmen, que se encontraba mal emocionalmente, se puso en manos de un psicólogo, gracias a la directora de este centro de mayores, y “me levanté para arriba”.
Su entrada en ‘Salamanca Acompaña’ se debe a una operación de cataratas. “Me llamaron para operarme y me dijeron que me tenía que acompañar alguien, pero yo no tengo a nadie aquí”. Entonces, Carmen contactó con la directora del Juan de la Fuente para ver qué podía hacer y los profesionales de programa del Ayuntamiento se pusieron en contacto con ella. Fue acompaña a esta primera operación de cataratas -también a la segunda de este pasado día 12-. En ese momento ya empezó a ser usuaria; “desde entonces estoy muy contenta y doy gracias a Dios por haberlas conocido. Son como mi familia, todas ellas, porque estoy mejor aquí que en mi casa”.
A Carmen el programa le ha cambiado la vida: “Estoy muy contenta. Ahora estoy bien, aunque mis años y mis cosas van por dentro”.
Solo en casos excepcionales, como el de Carmen, se acompaña a operaciones como la de cataratas. “Si no, no la operaban, porque no tiene a nadie”, explica Rocío Sacristán.
En el programa individual de María del Carmen Serrano realizan una actividad que se llama ‘Hablando’: “Es para conocerla un poco más; y si tiene algún día de bajón, nos llama por teléfono y charlamos con ella”.
De manera grupal, ya participó en julio en dos actividades y ahora en agosto lo hace en una nueva, ‘Comunicados’. También ha participado en algún sábado cultural, con visitas a museos, por ejemplo; "se los vamos ofreciendo según sus gustos”.
Carmen ya no se siente sola, sino “contenta y agradecida”. En una situación similar a la que se encontraba ella pueden estar muchas personas mayores; por eso, le gustaría que se vean reflejadas y acudan al programa.
En la actividad grupal ‘me lo paso pipa’
Nunca pierde la sonrisa y el buen humor, pese a que su vida, como la de muchos mayores de su época, ha sido dura. Juana Godoy Magro nació en marzo de 1933. “Ya son años los que llevo encima, nada menos que 88, lo noto porque no soy lo que era, muy activa, me daba a la gente de un sitio a otro”, pero “ahora, no puedo con mi alma, solamente querría estar tumbada y que me dejaran tranquila”. Pero Juana no se queda tumbada y hace un gran esfuerzo “por hacer cosas, por moverme”, aunque esté limitada por su movilidad reducida. En realidad, no para; en casa cuenta que hace ‘cositas’ y lee, escribe, hace punto… y fuera también está activa.
Juana es soltera y vive sola desde que murieron sus padres. Se sentía sola hasta que entró en el programa ‘Salamanca Acompaña’ y ahora, como ella dice, “me lo paso pipa”.
Nació en Aliseda, un pueblo de la provincia de Cáceres. Su padre trabajaba en Renfe, “por lo que casi siempre íbamos de un lado a otro”. Con 11 años vivió por primera vez en Salamanca, después se marcharon y regresaron cuando tenía ya 15; ya no se volvió a ir.
Juana es la mayor de siete hermanos y su vida “ha estado llena de trabajo, en casa y fuera”, trabajando en casas y en un convento de frailes, el Padre Calasanz, que estaba en Canalejas y cerró cuando ella iba a cumplir 65 años. “Siempre sufriendo; hemos sido tantos en tiempos de la postguerra, que os podéis imaginar... Y al ser la mayor de todos, pues era la que tenía que echar una mano”, lamenta.
A la escuela fue “poquísimo. No podía, porque tenía que ayudar en casa”. Sin embargo, cumplidos ya los 40 años se sacó el Graduado Escolar y el carné de conducir “por amor propio”. No ha sido madre, pero “crié a dos de mis sobrinos, como si fueran mis hijos, hasta los 2 y 7 años”.
Afirma ser “muy religiosa; he sido catequista, he ido a campamentos y he ayudado lo que he podido en la iglesia”. Pero también ha sido muy solidaria, colaborando con Cáritas y personalmente “he dado mucho a los pobres y he visitado enfermos; es algo que me llena”.
Juana recuerda con pena el fallecimiento de tres de sus hermanos y otros tres sobrinos, así como de sus padres, con los que ha vivido hasta que fallecieron. Tiene movilidad reducida, por culpa de la espalda, y reconocida la discapacidad. Hace un año que usa la silla de ruedas, “porque con las muletas, ya me era imposible”, pero solamente para desplazarse por la calle, donde, a veces, con gran esfuerzo también utiliza un andador.
Juana se sentía sola en casa, “aunque esté haciendo cosas o tenga puesta la TV o la radio, te encuentras sola, necesitas tener a alguien de carne y hueso en casa”, pero su familia no vive aquí y “mis amigas, todas mayores, estamos más o menos y no podemos ir a las casas de las otras un ratito”. Pero esa soledad terminó cuando “un aire fresco entró en mi casa”. Así habla del programa ‘Salamanca Acompaña’, con el que se siente “muy a gusto y contenta”.
“Son todos muy jóvenes, eso hace muchísimo. Y cómo te atienden y escuchan, esto es muy importante; es una comunicación muy bonita, por eso doy gracias a Dios de haberlos conocido”. Y es que Juana está encantada con los profesionales de este servicio.
No es nueva en los programas municipales, ya que es usuaria de los servicios de ayuda y comida a domicilio. Se enteró de ‘Salamanca acompaña’ por la carta que envío el alcalde a los posibles usuarios. “Fui a ver qué era por curiosidad; primero dices a ver qué tal, después te haces y esto es muy bueno para mí”.
Yaiza Hernández Cembellín es la otra trabajadora social del programa. Con Juana hace estimulación cognitiva y conversación cada 15 días y “el del medio, me llama”. Si algo necesita, llama ella, “pero Juana llama poco, es de dar mucho, pero de pedir poco”.
Y los jueves, ya de forma grupal “para relacionarse” hace distintas actividades de memoria y ejercicio. “El objetivo es crear vínculo entre ellos”. y Juana disfruta: “Algunas son graciosísimas, ya vamos siendo amigos y cada semana realizamos un viaje, mentalmente, claro”, dice entre carcajadas, porque “el pensamiento nadie nos lo puede quitar y nos vamos dónde sea”. En este grupo (ocho personas de forma fija) comparten experiencias y “me lo paso pipa”.
Juana pone mucha voluntad para mantenerse activa y tiene una forma de ser muy risueña, pero la compañía es vital para ella. Por eso, “estoy esperando la llegada de un matrimonio cubano, muy agradable, para que vivan conmigo; de momento no pueden venir, pero lo harán, y ya le tengo una habitación preparada. No les voy a cobra nada, a cambio de que ellos me cuiden”.
Cómo formar parte del programa
‘Salamanca Acompaña’ quiere combatir la soledad no deseada en las personas mayores, promover su plena integración en su entorno comunitario y que no se sientan al margen. Desde julio se han incorporado al programa tres personas más, con lo que los usuarios son en la actualidad 222. Hasta el mes pasado, el Ayuntamiento ha atendido a 219 personas, con un total de 5.581 acciones entre llamadas telefónicas, visitas a domicilios, atención presencial, acompañamiento y acciones grupales, además se han realizado 1.339 actuaciones para ofrecer información del programa y asesorar a familiares de potenciales usuarios.
María del Carmen Serrano y Juana Godoy son dos ejemplos de las personas que han cambiado su vida de soledad con este programa. Por eso, si eres mayor de 60 años y te sientes solo o conoces a alguna persona en estas circunstancias, puedes ponerte en contacto con el programa a través de varias vías.
De forma telefónica (gratuita) llamando al 900 37 40 50; en el correo electrónico acompasal@aytosalamanca.es o en la página web www.salamancaacompaña.es; y de manera presencial, en el Centro Municipal Integrado ‘Miguel de Unamuno’ (calle Profesor Lucas 5-7), de lunes a viernes en horario de 9:00 a 18:00 horas, y en el Centro Municipal de Convivencia ‘Victoria Adrados’ (avenida de Villamayor 55), los sábados de 10:00 a 14:00 horas.
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