​Los alérgicos cuentan su experiencia durante la primavera

Desde cuándo empiezan a notar los efectos del polen hasta cuándo descubrieron que eran alérgicos son algunas de las cosas que recuerdan, así como que la medicina y las medidas preventivas ayudan a llevar una vida normal

 Calle Zamora gente personas invierno
Calle Zamora gente personas invierno

El mayor problema de las alergias es desarrollar una vida normal en el día a día durante la primavera, ya que los estornudos, las congestiones y la conjuntivitis son algunas de las afecciones más comunes cuando el polen hace estragos. Eso sin contar que muchos de ellos son alérgicos también algún tipo de alimento, lo que dificulta aún más el tener una vida ‘normal’.

Alejandro Benito es un estudiante de Ingeniería Química de la USAL es que alérgico “de comida, a la sandía, la mostaza, los frutos secos y el tomate crudo”, mientras que también sufre ante diversos pólenes, como “las gramíneas, del platanero de sombra, del olivo y del ciprés”.

Esta alergia al polen “empieza después de febrero, sobre marzo”, cuando empieza a tener congestión nasal y estornudos. Alejandro explica a este medio que hay “días en los que moqueas y toses más”, ya que depende de la concentración. Pero él tiene la suerte de que no le afecta a los ojos desde que era pequeño y tuvo alguna conjuntivitis alérgica, lo que le sucedía “cuando iba al campo, que te rodeas de todos los alérgenos”.

Pese a ello, remarca que en el día a día no tiene problema, y más allá de evitar ir al campo, que es donde más está concentrado, no aplica ninguna medida preventiva. “Uso gafas de sol cuando hay ‘pelusas’ del chopo, para que no te entre en los ojos y te lo destroce”, detalla. Eso, combinado con las pastillas que le dan todos los años cuando le realizan las pruebas de la alergia, le permiten llevar una vida completamente normal.

La alergia empezó a tenerla con 8 o 9 años. Los primeros síntomas fue que “en primavera se me empezaban a hinchar los ojos un montón, y me tenían que dar colirio”. Fue en torno a los 10 años cuando le hicieron sus primeras pruebas de la alergia y le dijeron todas sus afecciones. Tras dos años de vacunas y alguno de gotas debajo de la lengua, ahora lleva tres con pastillas.

“Estoy bastante mejor, y a parte de las tos, que es molesta y no te impide hacer nada, no tengo problemas”, asegura, además concretando que desde hace años no le ha vuelto a pasar “lo de los ojos, que era lo más espectacular”.

“Sí que se nota el retraso, y en el período de lluvias no ha habido nada”

Alejandro comenta a SALAMANCA24HORAS que “las semanas que ha llovido he tenido cero alergia y he estado muy a gusto”, si bien ahora lleva una semana con mayor congestión y mocos. Además, afirma que “sí que se nota el retraso” respecto a otros años, y no sólo eso, sino que “en el período de lluvias no ha habido nada (de polen)”, aunque cree que “si sale el sol, habrá más”.

Este año, cuando le hicieron las pruebas de la alerga “a finales de febrero o principios de marzo, me dijeron que iba a empezar”, pero no se acuerda “de si iba a ser mal año”. Sin embargo, tiene la intuición de que al haber llovido “puede que haya más polen”.

Un período de alergia que empieza a llegar a su final “en la época de exámenes”. De hecho, es en sobre junio “cuando más empieza a descender, y en julio prácticamente no lo tengo” matiza. Así, “es como de marzo a junio lo más fuerte”, asegurando que “abril y mayo son los meses más fastidiados siempre”.

Respecto a la comida, tiene una alergia “muy débil”, y puede comer casi todos los alimentos, aunque con cuidado. Cuando peor lo pasó fue una vez que tomó pasta con tomate y este no era frito, sino triturado. No le pasó nada, pero al rato, jugando un partido de fútbol, se empezó a encontrar mal, por lo que al final acudió al médico y le pincharon porque se le cerraba la garganta.

Alejandro explica que es porque el tomate crudo posee una proteína que se desnaturaliza al cocinarla y, aunque no le pase nada si lo toma, cuando hace un esfuerzo “se activa el organismo y da más fuerte el efecto de la alergia”. Pero si no, no tiene “ni picor ni nada al comer, no es como esa gente que come cacahuetes y se puede morir”.

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