Alimentación, hidratación y protección, claves para disfrutar del verano durante el embarazo

La deshidratación, la exposición directa al sol o las altas temperaturas, principales causantes de problemas de salud entre embarazadas en verano


 Embarazo
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La llegada del verano, y las consiguientes altas temperaturas, requieren tomar medidas para minimizar los riesgos para la salud durante el embarazo en la época estival. El calor, la exposición al sol y la deshidratación son algunos de los factores a tener en cuenta a la hora de tomar precauciones extra para garantizar la seguridad de la madre y del feto.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2018, los meses de agosto y octubre fueron los que más nacimientos registraron en España, acumulando casi un 18% del total anual. Estas cifras indican que, en los meses de verano, el número de mujeres embarazadas alcanzó cotas máximas, siendo además el periodo más complicado para lidiar con la gestación por las elevadas temperaturas.

El calor hace que los vasos sanguíneos se contraigan con el objetivo de controlar la temperatura corporal. Sin embargo, cuando el organismo no consigue refrigerarse de manera adecuada, no sólo aumentan las posibilidades de sufrir episodios de deshidratación o golpes de calor, sino que también puede afectar al proceso de gestación.

Ana María Román Guindo, jefa de servicio de Ginecología y Obstetricia de Sanitas, indica que “uno de los principales peligros para la salud durante los meses calurosos es la deshidratación, más aún, durante el embarazo, ya que en este periodo aumenta el umbral de sed y las necesidades de ingesta de líquidos pasan de unos 2 litros diarios a 2,7 litros”. Además, “una buena hidratación resulta fundamental para favorecer el trasporte de nutrientes por el sistema circulatorio hasta el bebé y eliminar toxinas a través de la orina”, apunta Román.

Refrescos, agua y zumos, acompañados de alimentos como lácteos, frutas y verduras, evitarán la deshidratación, además de aportar nutrientes necesarios para la gestación y reforzar la defensa del organismo contra los efectos de las altas temperaturas.

Las consecuencias del calor en mujeres embarazadas van desde la fatiga o el agotamiento, hasta la hinchazón y calambres en las extremidades o el descenso de la tensión arterial. Estos síntomas se agravan con los golpes de calor o la deshidratación, provocando trastornos cardiacos, cefaleas, visión borrosa y estrés térmico, causando daños en el embarazo.

“Es fundamental acudir a urgencias ante estos síntomas para que los especialistas valoren la situación de madre y bebé”, recalca Román. “También debe de tenerse muy en cuenta la exposición solar durante el embarazo. Los riesgos del sol en la piel afectan a todos, pero en la época de gestación las mujeres son más propensas a la aparición de manchas. Utilizar fotoprotectores con factor elevado y evitar el sol en las horas centrales del día reducirá el riesgo de padecer estas afecciones”, concluye.

Como recomendaciones generales, los expertos de Sanitas indican que en el periodo de gestación conviene evitar los alimentos donde pueda proliferar salmonella como es el caso de huevos, tortillas o mahonesas, así como los pescados y mariscos poco cocinados para minimizar el riesgo de padecer infecciones alimentarias.

Por su parte, a la hora de preparar la maleta para las vacaciones, es recomendable optar por prendas cómodas y frescas, que no opriman el cuerpo y que permitan la transpiración y una buena circulación. La misma recomendación es aplicable para el calzado.

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