“Aquí hay gente que se dio cuenta de que en su país o mataba o le mataban”

El cooperante salmantino Ángel Garcia desarrolla una labor humanitaria en el campo de refugiados de Skaramagas en Grecia como delegado internacional de Cruz Roja. Reclama que los países de la Unión Europea cumplan sus compromisos y advierte que las personas que han huido de sus países no han tenido alternativa

 “Aquí hay gente que se dio cuenta de que en su país o mataba o le mataban”
“Aquí hay gente que se dio cuenta de que en su país o mataba o le mataban”

Oriente Próximo es un nudo de conflicto ahora difícil de desenlazar. Los enfrentamientos armados en Afganistán primero e Irak y Siria después han supuesto una escalada de violencia insostenible para la población civil. Además, la toma de territorio por parte de grupos terroristas ha amedrentado aún más a los habitantes de la zona que han tomado la determinación de huir.

A través de vías rudimentarias y arriesgando sus vidas miles de familias de refugiados han alcanzado las costas del Mediterráneo con la intención de encontrar una vida mejor en los prósperos países de la Unión Europea. De hecho los estados miembros adquirieron un compromiso de acogida articulado a través de cuotas para cada uno de ellos.

Sin embargo, la lentitud burocrática de la organización interestatal del viejo continente ha hecho que no se hayan cumplido los cupos ni en forma ni en número. De este modo miles de familias de refugiados se hacinan en campos a lo largo de la costa mediterránea, especialmente en Grecia donde se encuentra el salmantino Ángel García, delegado internacional de Cruz Roja Española.

En concreto, Ángel García está desplazado en el campo de Skaramagas donde esperan ser recogidas en torno a 3.000 personas. La Federación Internacional de Cruz Roja gestiona estos asentimientos acondicionando el modo de vida de los allí residentes. El cooperante español se encarga de hacer una labor de saneamiento del agua e higiene del lugar.

Según su relato, los tres miles de personas que viven en el campo de Skaramagas lo hacen en contenedores ocupados por una o dos familias, condiciones poco adecuadas en las que la salud se vuelve más frágil y proliferan las enfermedades. Por ello, Cruz Roja les proporciona asistencia sanitaria a través de una clínica con profesionales sanitarios como un médico, un pediatra, una matrona, un ginecólogo o dentista.

“Es un pequeño pueblo, en realidad. Hace falta dotarlo de servicios y aplicar soluciones para problemas que resultan graves. Hay que tener en cuenta que hay gente que lleva casi un año”, recuerda Ángel García. Por ello han implementado diferentes herramientas para facilitar la vida de las personas. Incluso, cuestiones que pueden parecer poco importantes resultan imprescindibles en esas circunstancias como un servicio de lavandería.

El delegado internacional de Cruz Roja salmantino atesora la experiencia da haber trabajado en otros lugares en labor de ayuda humanitaria como Colombia, Ecuador, Haití, Timor Oriental, India o Nepal, además de haber estado otras tres veces en Grecia. “Al final, la motivación trabajando en Cruz Roja nace porque te involucras en los principios de la organización. Llevo más de 20 años y me identifico con los valores”, señala.

Además, advierte que es una labor con una importante contraprestación emocional. “Por un lado es duro porque la gente lo pasa muy mal pero lo que hacemos nosotros es proporcionar la ayuda urgente y eso es muy gratificante porque es ayuda de primera necesidad”, reconoce. “En esta misión con los refugiados estoy aprendiendo mucho con los árabes. Llena mucho el trabajo con otras culturas, es otra forma de ver la vida y sobre todo comprobar la capacidad que tiene esta gente para sobrevivir”, explica.

En este sentido, Ángel García incide en el valor y mérito de estas personas. “Cabe recordar que los refugiados salen huyendo de sus países porque en muchos casos iban a morir. Hace poco una persona con la que tuve la suerte de hablar me contó que llegó un momento en su país, su casa, en que se dio cuenta de que o mataba a gente o le mataban a él. Su única opción era irse”, revela.  

Por eso no entiende la postura de los países de la Unión Europea que no se han hecho cargo del número de personas que habían firmado en el acuerdo multilateral entre los países. “Como Cruz Roja nuestra labor es ayudar a las personas y es por lo que nosotros nos movemos, nuestros principios fundamentales. Ser refugiado es un derecho el que ellos tienen. Es cierto que hay polémica pero nosotros solo pedimos que se cumplan los acuerdos internacionales”, valora.

Por último, Ángel García se une a la campaña de Cruz Roja para este Día Internacional de la Ayuda Humanitaria, que reza #NoEsUnObjetivo, con el propósito de denunciar los crecientes ataques que están experimentando los cooperantes, voluntarios y personal de las ONGs en determinados lugares.

“Se ha perdido aquello de salvaguardar a las personas que trabajan para ayudar en zonas complicadas. Está habiendo asesinatos y ataques a los convoyes de ayuda humanitaria. Nos sentimos menos seguros porque se ha perdido un poco ese respeto. Nosotros simplemente ayudamos a las personas vulnerables sin entrar a distinguir bandos”, concluye.

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