Banderas nazis, el maletín de Wellington o calaveras humanas: el patrimonio desconocido de Salamanca guardado entre cuatro paredes

Los relevantes acontecimientos que ha vivido la ciudad con el paso del tiempo, han dejado importantes vestigios en la capital con siglos de historia que permanecen ‘ocultos’ en un almacén sin que, por el momento, puedan ser vistos

Maletín de campaña de Wellington. Patrimonio almacenado en una nave
Maletín de campaña de Wellington. Patrimonio almacenado en una nave

Una bandera alemana que lució el balcón consistorial durante la Guerra Civil o una de la Falange con la que se envolvió a un ajusticiado, calaveras humanas, sables utilizados en la guerra carlista o incluso el maletín de campaña de Lord Wellington. Siglos y siglos de historia que permanecen almacenados en una nave y forman parte del patrimonio histórico artístico del Ayuntamiento.

Cerca de un millar de piezas, que en un primer momento fueron exhibidas en el Palacio Episcopal, permanecen custodiadas en un oscuro almacén tras su salida del museo de Las Claras a mediados del año 2020 sin que nadie, por el momento, pueda verlas. Destacan bienes muy diversos, extraños y llamativos, como el maletín utilizado por el duque de Wellington que aguarda el paso de los años revestido con un tisú.

El misterio también se apodera de cantidad de piezas, como las dos calaveras humanas datadas del siglo XVII con sendos orificios de bala e inscripciones en las sienes. Cráneos que no se conoce de quien son, al igual que también se desconoce el ajusticiado que fue envuelto durante la Guerra Civil con una bandera de la Falange, ahora con el vestigio del tiempo sobre ella.

Dos calaveras humanas con agujeros de bala del S. XVII junto a una bandera nazi. Patrimonio almacenado en una nave
Dos calaveras humanas con agujeros de bala del S. XVII junto a una bandera nazi. Patrimonio almacenado en una nave

Vetustas banderas con esvásticas o distinguidas enseñas de seda de la Falange que anunciaban los grandes acontecimientos en el Ayuntamiento durante la Guerra Civil, permanecen dobladas esperando, tal vez, que un día puedan llegar a vestir la vitrina de algún museo. Junto a ellas otras como la alemana, la guatemalteca, la italiana, la portuguesa o la requeté, que lucieron en el ágora desde 1936 y hasta tres años después.  

No solo de épocas bélicas como la Guerra Civil o del nazismo alemán se conservan elementos, sino que los enfrentamientos de décadas anteriores también tienen espacio. Los sabes curvos de 1 metro de longitud utilizados en la 19 contienda de la guerra carlista aún conservan hechura revestidos en sus vainas.

Bustos de bronce como los de Bretón o de los Reyes Católicos también permanecen almacenados junto a la gran cantidad de cuadros que forman parte del patrimonio salmantino, algunos de ellos inacabados como “La Catedral” de González Ubierna, cuyo fallecimiento provocó que el que iba a ser un regalo para la ciudad tras ser nombrado Hijo Predilecto, no pueda ser concluido.

Bandera de la Falange usada para envolver a un ajusticiado. Patrimonio almacenado en una nave
Bandera de la Falange usada para envolver a un ajusticiado. Patrimonio almacenado en una nave

Los sesenta y dos medallones que se exhiben en la Plaza Mayor, entre ellos los dedicados a Santa Teresa, Unamuno, El Charro, Franco,  San Juan de Sahagún, o a Ordóñez de Villaquirán no son los únicos con los que cuenta la ciudad ya que de ellos se conservan iguales iconos entre el fondo patrimonial 'oculto'. Grabados se mezclan con importantes documentos que atesoran hechos trascendentales de la capital del Tormes y que escriben su historia como el rubricado por Felipe IV pidiendo dinero a la ciudad con motivo de su segunda boda o la réplica de la pacificación de los Bandos firmado en la plaza de la Concordia, que puso fin al enfrentamiento de los Manzano y los Enríquez, hijos de María la Brava.

Contadas personas pueden ver la batuta utilizada por el músico salmantino Gerardo Gombau, custodiada, al igual que el resto de piezas de la colección, con llaves especiales y exhaustivas medidas de seguridad. Maquetas, planos o alzados en tinta china como el realizado en 1729 por García de Quiñones para realizar el Pabellón Real de la Plaza Mayor, también tienen cabida.

Un cabezudo ‘secreto’ de cartón piedra pasando por esculturas, mobiliario y pergaminos también forman parte de un inventario que permanece guardado al lado de unos habitáculos vacíos, esperando que con el discurrir de los años vuelvan a empaparse de historia. Quizá en ellos mañana se custodie alguna reliquia que hoy en día resulta cotidiana.

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Patrimonio almacenado en una nave
Patrimonio almacenado en una nave

 

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