Brecha salarial, desempleo y promoción: la situación de las mujeres hoy

El porcentaje de mujeres con un sueldo alto se reduce con respecto a los hombres a medida que el salario crece, mientras que las mujeres mayores de 45 años se han visto casi triplicadas en las listas del paro. La promoción y ascensos en las empresas, otro de los problemas con los que cuentan que luego se ve traducido en una pensión inferior

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Las vidas de hombres y mujeres están separadas desde los primeros momentos de su socialización, y estas diferencias se irán acentuando durante el resto de sus vidas, tanto en el ámbito doméstico y familiar como en su participación en el mundo laboral y su situación en el mismo. A pesar de que la sociedad española ha avanzado en materia de igualdad en las últimas décadas, merece la pena, en una semana en que se ha celebrado la huelga feminista del 8M, prestar atención a la situación actual de la mujer, y a las discriminaciones que esta continúa sufriendo en distintas áreas.

La brecha que sufre la mujer en el mercado laboral español no es una brecha, son muchas y afectan a todo, cobran menos sueldo, tienen menos pensión y niveles más altos de paro. Una de las discriminaciones más conocidas y patentes que existen hoy en día en el ámbito laboral está representada por las conocidas brechas salariales, que nos informan de la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres para un mismo puesto de trabajo, sin embargo, previo a este problema, se encuentra él de la dificultad de acceso al propio mercado, lo cual se define como brecha de acceso al mercado laboral.

Un elemento que refleja la importante brecha salarial es la distribución que tienen los sueldos percibidos en términos del salario mínimo interprofesional, dependiendo del género de la persona. Los datos reflejan en primer lugar la precariedad laboral a la que se enfrenta la mujer, que conforma un 70% de aquellos que perciben entre 0 y el salario mínimo, frente al 30% de hombres que ocupan esta categoría y que representa un 55% de aquellos que ganan una cifra de entre el salario mínimo y el doble del mismo, frente a un 45% de hombres. Por tanto, se percibe que en los sectores en los que menos se cobra en nuestro país, la mayoría de opuestos son ocupados por mujeres.



Ahora bien, cuando estos salarios suben nos enfrentamos al mismo fenómeno pero a la inversa, los hombres copan la ocupación de estas franjas. En cuanto se duplica este salario mínimo el número de hombres empieza a incrementarse, representando un 58% respecto al 42% de las mujeres. De igual forma, a medida que los salarios van subiendo las diferencias son cada vez más notorias, sólo un 34% de aquellos que cobran entre 5 y 6 veces el SMI son mujeres y entre aquellos que perciben más de 8 veces el SMI, es decir, el escalón más alto, sólo un 28% son mujeres, esto es lo que se conoce como techo de cristal. Las diferencias, por tanto, son perceptibles, a medida que suben los salarios, menor es la presencia de la mujer, en cambio, a mayor precariedad de los mismos, un aumento de la representación de este colectivo.

La desigualdad se acentúa aún más en lo referido a la jornada completa, sólo un 42,45% son mujeres y el 57,55% restantes son hombres. En los dos primeros escalones, pertenecientes a los salarios más bajos, las diferencias son aún más exageradas, ya que tan sólo el 9,5% de los que cobran entre 0 y el SMI son hombres, frente a una notable mayoría de mujeres en esta situación, 90,48% que cobra el salario mínimo o cifras incluso menores por un trabajo a jornada completa. La situación se iguala en el segundo escalón con un reparto más o menos equitativo entre los hombre y mujeres que perciben entre una y dos veces el salario mínimo, y vuelve a representar las mismas cifras de desigualdad que en la tabla anterior, a medida que los puestos de trabajo son mejores, disminuyendo representativamente la presencia de la mujer.



Por tanto, aunque cada vez haya mujeres más presentes en sectores y trabajos atribuidos hasta ahora a hombres, esta representación disminuye a medida que aumenta la categoría profesional y llega casi a desaparecer al hablar de altos cargos de dirección, donde apenas ocupan el 10%. Por ello, las dificultades de promoción son evidentes, a ellas se les exige más y se valora menos, resurgen estereotipos que se creían superados acusándolas en muchos casos de falta de liderazgo antes puesto de trabajo para los que están igual de cualificadas que sus compañeros. Esto se refleja en una brecha salarial, que en el 2014 era del 13% en datos brutos, sin embargo, cuando se tenía en cuanta que el tipo de trabajo desempeñado fuera el mismo y las implicaciones sobre el nivel de vida este brecha ascendía a un 23%, un diferencia considerable que a pesar de su explícita prohibición continúa existiendo y marcando diferencia elementales en la vida de las mujeres.

A todo esto se le suma la falta de equilibrio entre el ámbito personal y el profesional, un 18% de ellas ha sufrido presiones por parte de la empresa al quedarse embarazada. En sentido positivo destaca la tasa de ocupación de las mujeres con formación superior que alcanzó un 87,3% en 2017, su nivel mayor nivel en los últimos seis años, esto supone que casi 9 de cada 10 está trabajando en la actualidad. Aun así hasta un 25,7% de las mujeres en edad laboral se encuentra en riesgo de exclusión o pobreza.

Todos estos elementos -menor sueldo, poder, valoración, etc- derivan finalmente en una menor pensión, y es que durante los últimos años esta brecha de género en materia de pensiones se ha incrementado en más de la mitad de los Estados miembros de la Comunidad Europea, de los cuales España forma parte, pasando de un 33% en 2008 a un 36,1% en 2014. Los extremos se encuentran en Chipre con un 48,8% y en Estonia con tan solo un 3,7%. En lo referente al acceso a estas pensiones, la brecha en España entre hombres y mujeres es de 26%, mientras que la media europea es de 6,2%.

Las mujeres mayores de 45 años son las más afectadas por el desempleo, en la última década en Castilla y León se ha pasado de 10700 desocupadas a 35200, ha experimentado por ello un aumento del 229%, porcentaje muy superior al del total de las mujeres, que se sitúa en 72%. Este hecho se explica por el envejecimiento paulatino de la población, pero también por la cronificación del desempleo en este grupo de edad, por el que muchas mujeres se ven abocadas al paro de larga duración, concretamente, el 64% de las desempleadas mayores de 45 años en España es de larga duración. Lo que sí es cierto es que habitualmente la mujer mayor de 45 años se incorpora a la búsqueda de empleo tras largos periodos de inactividad o tras muchos años en la misma empresa, lo que provoca que se cuente con herramientas que han quedado obsoletas.

En la actualidad la desigualdad social, económica y laboral de la mujer continúa siendo una realidad incuestionable y anacrónica del siglo XXI. Y uno de los mayores problemas es que en los países donde las mujeres están casi plenamente incorporadas, las diferencias salariales se agrandan, y la falta de regulación obligatoria que fuerce a un mismo tiempo de permiso maternal para hombres y para mujeres, dificulta que ellas estén en igualdad a la hora de promocionarse dentro de su carrera profesional. La no incorporación de las mujeres en el mercado laboral supone pérdidas económicas para cada país, a España esta carencia social le cuesta un 3% del PIB y al total de la UE un 2,8%.

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