​La capilla de Santa Catalina recupera dos de sus lienzos

Las restauradoras Carmina Fernández y Carmen Diego han sido las responsables de la recuperación de los cuadros de María Magdalena y Camino del Calvario

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El orín de murciélago había dañado el lienzo de los cuadros de María Magdalena y del Camino del Calvario que se custodiaban desde hace años en la capilla de Santa Catalina. Tras la recuperación de este espacio, el Cabildo de la Catedral también quiso restaurar estas dos obras que ahora cuelgan sobre las paredes de la sala.

Las restauradoras Carmina Fernández y Carmen Diego han sido las responsables de recuperar ambas piezas de arte. El primer paso fue realizar un estudio del estado de conservación. El proceso de recuperación se ha prolongado a lo largo de cuatro meses, “porque el estado de conservación era pésimo”. El cuadro de María Magdalena es una copia de una obra de Correggio, “pero en este caso está cortado, porque el cuadro original es un descendimiento, y aquí solo vemos la escena de Magdalena, pero es una copia casi exacta de esa parte del cuadro”, relata esta especialista.

El otro lienzo, del Camino del Calvario, es otra copia del original de Tiziano, que está en el Museo del Prado, “y este es una copia muy fiel del cuadro original en cuanto a calidad”. Según relata Fernández, es buena “en los dos cuadros”.

Daño en la película pictórica

En cuanto al estado de conservación, Carmina Fernández insiste en que les llamó la atención, “porque había sufrido el ataque de orines de murciélagos en el reverso del lienzo, y había afectado al estrato más superficial de la película pictórica, o sea que el estado de conservación era muy malo a todos los niveles, no solo el soporte o el anverso de la obra, en los dos”.

Además, confirma que han tenido la “mala fortuna” de que la pérdida más abundante de la película pictórica en el caso del cuadro del Cristo Camino del Calvario, “afectó a la parte derecha del rostro, y nos encontramos una pérdida como de 15-17 cm de ancho, pero todo lo largo del cuadro, afectando al ojo, a la nariz y al rostro del Cristo”, detalla.

Y como reitera esta restauradora, la causa fundamental del deterioro fue el depósito de orines de murciélago, “que había convertido el soporte en una tela muy ácida, con pérdidas en los dos“. Asimismo, por el anverso se habían producido otras pequeñas pérdidas de policromía, “con un barniz muy oxidado y acumulaciones a nivel superficial”. Carmen Fernández confirma también que el aspecto de los dos, “era muy oscuro, pero que luego con la limpieza se ha recuperado la viveza de los colores originales”.

Supervisión de la Junta de Castilla y León

Por su parte, Carmen Diego, la otra restauradora que ha participado en el proceso de recuperación de los cuadros, aclara que el tratamiento ha sido supervisado por la Junta de Castilla y León, “al tratarse de un bien de interés cultural“.  Esta especialista profundiza en los detalles del tratamiento realizado con ambas obras: “Ha consistido fundamentalmente en la conservación, sobre todo consolidar el soporte, y fue complicado, porque los cuadros están en un bastidor que está incorporado al marco y no podíamos sacarlo”. Y matiza, “¿Qué hemos hecho?”, “hemos puesto unos pequeños bordes reforzando los laterales”.

Otra de las diferentes fases de restauración fue la fijación, “para que la pintura no se levantara, con el empapelado de la película pictórica, y la preparación, con cola orgánica y papel japonés, porque todo esto son materiales que se pueden revertir fácilmente, no dañan la pintura, y cuando estaba bien fijada la pintura, se ha limpiado el barniz”. Carmen Diego añade que lo que más tiempo ha llevado y ha sido más laborioso, “fue reintegrar todas esas pérdidas”. Por otra parte, las restauradoras se han encargado del arreglo del marco, “que estaba muy sucio, así como el refuerzo de los alerones y los detalles tallados, porque estaba la madera muy quebradiza y se ha tenido que arreglar”.

Por último, destacar su colocación tras la restauración, colgados a una gran altura en su ubicación original, la capilla de Santa Catalina, con la ayuda de unos andamios y de un gran número de personas por sus dimensiones.

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