¿Cómo es el día a día de un paciente con Parkinson?

El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa en prevalencia e importancia, solo por detrás del alzhéimer. A pesar de que es socialmente conocida por el temblor que provoca, tiene muchos más síntomas, que afectan principalmente al movimiento, aunque también produce rigidez, depresión, trastornos de sueño o pérdida de voz, entre otros. SALAMANCA24HORAS se ha acercado a la asociación salmantina del Parkinson para conocer la vida de estos pacientes, que cuentan con su propia voz su día a día

 Asociación del parkinson salamanca (1)
Asociación del parkinson salamanca (1)

Eleuteria Martín, 74 años. Escorial de la Sierra

Me diagnosticaron Parkinson hace cuatro años. Empezó porque no movía bien la parte derecha del cuerpo, aunque entonces todavía no me temblaba la mano derecha. La profesora de gimnasia del pueblo me mandó a la médica, pero ella me dijo que si era diestra esto era normal. Luego me fui a un balneario y cuando me dieron el informe en la despedida, me dijeron que tenía que mirarme eso. Pensaba que no era importante, que me había dado un pequeño ictus y que la parte derecha se había quedado parada la parte derecha.

El que por entonces era el médico del pueblo me mandó ir al neurólogo del pueblo, tardaron dos meses en darme cita. Allí me dijeron que sí, así empezó todo. Me hablaron de esta asociación y me apunté.

En estos cuatro años el Parkinson no ha avanzado mucho, pero sí han avanzado los dolores que tengo en la espalda. Me tiembla la mano cuando estoy muy nerviosa, pero sino mucha gente no me lo nota. Hago yo las cosas de mi casa, pero necesito todo el día para hacerlas, cuando antes en dos horas las hacía, porque voy mucho más cansada y tardo mucho más. La mano derecha no tiene fuerza y el dolor de espalda es a veces insoportable. Lo peor es el dolor, lo que necesito es no tener más dolores: andaría más.

Ahora está mi marido, que me ayuda mucho. Es muy importante para mí, que no me falte. Es él el que me anima a caminar, voy agarrada de él con un bastón del otro lado. También me dice que tengo que hacer bicicleta, tomar las pastillas… él está muy pendiente de eso y en casa ayuda en todo, menos en planchar, que es lo que más me cuesta a mí (risas).

Aurora Barbero Martín, 70 años. Cantalpino

Me diagnosticaron Parkinson en 2009 más o menos, a raíz de que me rompí el radio del codo y me lo vio el traumatólogo. Se me empezaron a dormir los dedos de la mano izquierda y el pie y se lo comuniqué en una de las revisiones y me mandó a la consulta de neurología. Desde ese día empecé con medicina.

Al año empecé a venir a la asociación, llevo muchos años viniendo. Para mí esto es media vida, por no decir que toda, me ayuda mucho. Este año me he caído tres veces y me he abierto hasta la cabeza, porque no es solo el Parkinson, también tengo artrosis y hernia discal. Por lo demás, contenta, espero venir muchos años porque me encuentro muy a gusto.

Mi día a día consiste en que por la mañana va una chica todos los días una hora para ayudarme a bañar y a vestirme. Hago la comida como puedo y recojo la cocina. Hay días en que cuando llega la tarde es imposible porque he querido hacer más de lo que puedo. Tengo a mi marido en casa, un hijo y un nieto, cada uno se organiza. Mi marido me ayuda mucho. En casa mi hijo no quiere que haga nada.

Miguel Flores, 72 años. Santa Marta

Mi mujer había visto que tenía muchos temblores, fui un día al médico y me diagnosticaron Parkinson. Fueron a Santa Marta dos chicas de la asociación y me dijeron que viniera. Estuve muy años muy bien, pero noté que empecé a no estar como quería: no andaba bien, no era capaz de dar pasos largos. Ando menos porque no puedo, se me cansan mucho las piernas. Me he caído algunas veces, tengo que ir con el bastón, porque se me clavan al suelo las punteras de los pies.

Me ha ayudado venir aquí. No es lo mismo que una persona te indique qué tienes que hacer y cómo a quedarte en casa. Vengo contento porque no es que te vayan a quitar lo que tienes, pero te mantienen. Veo que voy perdiendo, pero te mantiene bastante. Viene bien venir porque conoces a mucha gente y te ayuda un poquito porque ves cómo están los demás, nos ayudamos unos con otros.

En mi entorno no me importa decir lo que me pasa. Cada vez me voy agachando más y me dicen Miguel, ponte derecho, pero tienes que asimilar esos problemas. También voy perdiendo bastante la memoria: me pongo a escribir algo pero no sigo y lo hago en casa tranquilamente.

Alberto Pazos, 79 años. Buenos Aires (Argentina)

Mi abuelo fue a vivir a Buenos Aires y se me ocurrió venir a Salamanca a hacer el máster de Tecnología de la Educación. Alguien me ofreció trabajo como técnico en la Agencia de Desarrollo Económico. Asumí ese cargo y en la mitad de ese periodo empecé a tener un temblor en la mano. Fue aproximadamente en 2004.

Viajé a Buenos Aires y después de hacerme los estudios, me diagnosticaron el Parkinson. Volví a Salamanca a continuar mi trabajo y mi hijo me indicó la asociación. Vine aquí y estoy encantado de la atención que tenemos, el temblor se empezó a ir.

Considero que la asociación es indispensable, no solamente por las indicaciones, sino por el compañerismo. Todos estamos en la misma: nos caemos y nos levantamos, venimos a ejercitarnos aquí, tenemos un lugar que nos ayuda a mantenernos y los profesores que tenemos son muy buenos porque nos acompañan en nuestro quehacer.

No dejo de pensar en que esto debería ser compartido, que se cuenta con estas instituciones para poder encontrar una salida, un camino. En mi caso estoy atendido en el Hospital Clínico y cuento con su apoyo con las entrevistas que hacemos cada dos o tres meses para ver cómo está la medicación. Este centro está abocado al movimiento, a hacer ejercicios que nos permiten estar más tranquilos y más seguros.

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