La construcción todavía arrastra las consecuencias del estallido de la burbuja

Una década después del comienzo de la crisis el ladrillo continúa sumido en un túnel del que aún ahora empieza a ver la salida. La mejora del panorama económico general contribuye a la reactivación de algunas promociones y la construcción de obra nueva, en un sector que ha perdido cerca de la mitad de su tejido productivo y que ha sobrevivido gracias a las reformas
 

 La construcción todavía arrastra las consecuencias del estallido de la burbuja
La construcción todavía arrastra las consecuencias del estallido de la burbuja

El sector más relacionado con la crisis económica que estalló hace ahora diez años, junto al financiero y al mercado de compraventa de viviendas, es el de la construcción. La demanda de obra nueva se disparó entonces porque familias e inversores disponían de mucha liquidez para adquirir una vivienda. Así que el ladrillo multiplicó su actividad y se reprodujeron las promociones en todo el país, también en Salamanca.

Después, el crack. Cuando se desvaneció el castillo de naipes la construcción se paralizó durante largos años. Juan Manuel Gómez, presidente de la Asociación de Empresarios Salmantinos de la Construcción, recuerda en SALAMANCA24HORAS la principal consecuencia de los acontecimientos desencadenados hace ahora una década. “Paralización total del sector, sobre todo en obra nueva”, resume. 

Una situación cuyo final deseable no ve cercano. “No hay visos de que esto vaya a repuntar como pasa en la costa o en las grandes ciudades”, augura. Sin embargo, Juan Manuel Gómez sí ve un atisbo se recuperación en la venta de inmuebles de segunda mano y, especialmente, en un nicho muy concreto como es el de las parcelas propiedad de entidades financieras que están equilibrando su precio y están posibilitando la construcción de viviendas unifamiliares.

Haciendo una retrospectiva de lo que ha supuesto la última década para el ladrillo en Salamanca, el presidente de AESCON tiene muy presentes las complicaciones que han sobrevolado el sector. “Ha habido muchas empresas que se han quedado en el camino y no han podido soportarlo y las que han logrado mantenerse ha sido a base de reestructurar su modelo de negocio y dedicarse a otras cosas como reformas, redecoración de espacios o rehabilitación de fachadas”, valora. Eso sí, incide en que permanecen la mitad de las empresas que hubo.

A la hora de depurar responsabilidades acerca de una situación que llegó a descontrolarse, Juan Manuel Gómez comprende que se ha tratado de una concatenación de errores de  la que nadie se salva, aunque apunta a la ligereza de las entidades financieras a la hora de dar crédito. “La culpa la hemos tenido todos un poco. El empresario porque veía posibilidades de invertir con beneficios muy altos, pero el principal problema fue que los bancos abrieron mucho la mano y al final valía todo porque había dinero”, sentencia.

De cara al futuro, el presidente de Aescon tiene una idea clara de hacia dónde debe ir la línea de negocio de las empresas de la construcción. “A nivel urbano va a ser el momento de la regeneración urbana por barrios, las mejoras de accesibilidad y energéticas o la remodelación de ventanas y cubiertas. Esa es la vía de salida”, considera. 

Por otro lado, Juan Manuel Gómez también espera que regrese la actividad a la construcción de bloques de pisos, que cree que hay necesidad de los mismos, aunque mantiene que será necesaria la colaboración de todos, especialmente que “los bancos suelten un poco de lastre y comiencen a conceder crédito a promotoras y compradores”.

De una situación irreal a la recuperación de la confianza

“Entonces absolutamente todo el mundo compraba vivienda con una situación laboral endeble porque los bancos tenían abierto el grifo en exceso”. Es la fotografía de hace diez años tomada por Javier Tamames, presidente de la Agrupación Empresarial de la Construcción y Servicios Auxiliares de Salamanca. De forma más detallada, apunta que el precio del suelo provocaba una sobrevaloración de las viviendas que hizo la burbuja más gruesa todavía.

Según recuerda Javier Tamames, los primeros años de la crisis se llevaron por delante a la mayor parte de constructores y promotores de la ciudad. “La parte buena es que se limpió buena parte del intrusismo, aunque tuvieron que pagar algunos empresarios y sus familias”, lamenta.  En este sentido recuerda la picardía de los bancos que obligaban a avalar en muchos casos con patrimonio de terceros en la concesión de créditos hipotecarios. 

Después de agosto de 2007 y durante tres o cuatro años, el sector sufrió una absoluta paralización. “No se movía nada, se hacían pequeñas chapuzas y lo poco que llegaba de obra pública. Entonces mucha gente que estaba a en el sector del ladrillo se fue al paro. El problema es que han tenido una reubicación muy complicada e el mercado laboral”, sostiene. Una situación que se ha ido agravando con el tiempo y que ha llegado a ser prácticamente insostenible.

Sin embargo, el presidente de Aconsa comienza a ver luz al final del túnel, aunque advierte sobre los peligros de no haber aprendido del pasado. “Ahora se empieza a mover más el mercado y los bancos se están animando. El dato general en España es que estamos comprando y vendiendo cerca de 400.000 viviendo, entonces eran 700.000, en realidad no estamos tan lejos de aquellos años”. Nadie desea que se repita una situación como la que se ha producido en la última década, ni los propios constructores, por eso Tamames es prudente e invita a tener los pies en el suelo. “Ahora el PIB ha subido, las rentas por salarios van poco a poco en aumento pero y eso ha reactivado el consumo. Todo fluye mejor”, celebra. 

Además apunta a un indicador poco protocolario pero sí eficaz. “El tema de la crisis ya no está en los bares. Antes era 'monotema' y era muy problemático. El optimismo de la gente es fundamental para que el mercado fluya. El turismo también ha crecido y aunque la morosidad a nivel hipotecario sigue estando muy alta y sigue habiendo gente que lo está pasando muy mal, pero bueno, estamos mejorando”, valora.

De igual forma Javier Tamames augura un buen ritmo de crecimiento y señala a las grandes capitales como ejemplo de reactivación de la demanda de obra nueva. “Ya se vuelven a ver grúas en los cielos de Madrid, Barcelona o Sevilla, aunque en Salamanca tardará un poco más. De todas maneras, aquí hay aventureros que llevan algunos años animándose y se han terminado algunas pequeñas promociones de 10 o 12 viviendas”, sostiene, recordando que “ha habido años que no te llamaban ni para dar los buenos días o por mera curiosidad. Es raro ahora el día que alguien no llama”.

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