Dar estabilidad, poner normas y regalar besos y abrazos: el papel de las familias acogedoras

Cuando los padres biológicos no se encuentran en disposición de cuidar a sus hijos por diversos motivos, la Junta de Castilla y León pasa a ser la tutora legal de los menores. Para procurarles un mayor bienestar, especialmente a los más pequeños, algunas familias los acogen en sus casas temporalmente

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Cuando se vulneran los derechos de los niños o hay alguna problemática con los padres, la Junta de Castilla y León se ve obligada a retirar la custodia de los menores de manera temporal. El abanico de situaciones para llegar a esa retirada es muy amplio: que estén pasando por una enfermedad, que no sean capaces de hacerse cargo de los niños o que renuncien a ellos.

En ese momento, el Gobierno regional pasa a ser tutor de los niños a través del programa de acogimiento familiar, mientras Servicios Sociales interviene con los padres biológicos para solucionar la problemática. Dado que los niños tienen desde 0 hasta los 18 años, pueden pasar bien a un centro o bien a una familia de acogida.

En este punto interviene la Asociación de Familias de Acogida de Salamanca, Afasa, donde están integradas la mayoría de las 28 familias acogedoras de la provincia. A pesar de que es Cruz Roja quien busca a las familias y las asesora a través de una psicóloga y una trabajadora social, Afasa acompaña a la familia de una forma más cercana a la hora de iniciar un acogimiento.

La presidenta de la Asociación, Nieves Jiménez, define el acogimiento como “ayudar a un niño en un momento determinado de su vida, ayudarlo a que crezca en una familia el tiempo hasta que regrese con su familia biológica o se tenga que marchar en adopción”. Es importante el aspecto temporal, ya que “Sabemos el día que llega, pero no sabemos el día que se marcha, siempre tienes que estar mentalizada y pensando que ese quizás es el último día”.

¿Por qué se deciden las familias a acoger? “La mayoría coinciden en que quieren cuidar a un niño por un tiempo, en llevarlos de tu mano, siempre pensando en que se tienen que marchar. Todos tendríamos que pensar en la gran suerte que tenemos de tener unos padres o unas personas adultas que nos han cuidado y nos han querido bien para que podamos seguir adelante. Hay que devolver un poco de lo que a ti te han dado”, detalla la presidenta de la Asociación.

La función más importante de la familia es dar al niño una estabilidad y una rutina acompañándolo “a una cosa tan simple como el cumpleaños de un amigo o estar en una función en la que cantan. Muchas veces vienen sin muchos besos y muchos abrazos, pero también muchas veces vienen sin normas”. Añade que “Es una satisfacción muy grande el ver a niños que llegan con la cabeza gacha sin levantar la mirada y un tiempo después sonríen”.

Hay varios tipos de acogimiento entre los que la familia puede optar: de urgencia, que incluye a bebés de 0 a 6 años; el temporal, que puede durar desde un mes a un máximo de dos años; y el permanente, para niños que no son para adoptar pero que tampoco pueden regresar con su familia biológica.

El protocolo establece que sean los más pequeños en ir de manera preferente a las casas de acogida, al ser el colectivo más vulnerable. Así, el centro de acogida ‘María Dolores Pérez Lucas’ de Salamanca no tiene bebés actualmente, a cambio de que la práctica totalidad de familias acogedoras estén ocupadas con un menor en sus casas.

“No son suficientes familias, siempre se siguen necesitando porque cuantas más seamos, ningún niño tendrá que estar en un centro. El centro de Salamanca está muy bien, no es lo mismo vivir en un centro que con una familia”, explica Nieves Jiménez. Además, cuanta más variedad haya en las características familiares, hay más facilidades para el menor, ya que según sus circunstancias pueden necesitar estar con una familia con hijos, sin hijos, o mayor o menor atención.

De hecho, el perfil de los acogedores es muy amplio y entre los requisitos solo piden ser económicamente estable, equilibrada y normal para que pueda dar el cariño y el bienestar que el niño necesita.

La despedida

Nieves relata que es su séptimo acogimiento y que las despedidas siempre son duras: “. Recibo el momento con alegría porque al niño se le soluciona su vida, bien porque vuelve con sus padres biológicos o porque tiene una familia de adopción, pero luego viene el trabajo de aceptar y de preparar la despedida, tanto a los niños como tú psicológicamente”. Añade que “Es un sufrimiento feliz: es feliz porque en el tiempo que lo has tenido lo has querido como si fuese tu hijo pero teniendo muy presente que tiene un principio y un fin”.

Durante el acogimiento, las familias biológicas que trabajan para mejorar la situación, pueden tener visitas con los niños y dependiendo de cuál sea su progreso y si van a regresar con ellos, las visitas son mucho más frecuentes. Pero cuando los niños marchan, pueden mantener o no el contacto con la familia de acogida, dependiendo de lo que la biológica o la de adopción elijan.

Avances con Afasa

Además de dar acompañamiento a las familias y ofrecer una bolsa de recursos con carricoches y ropa, la asociación también trabaja con la Federación de Familias de Acogida de Castilla y León para mejorar la situación de los niños que están en acogimiento.

También trabajan para mejorar diferentes aspectos del programa de ‘Protección a la infancia’, que ya lleva 30 años en vigor. Entre sus logros están el Estatuto del Acogedor, que recoge los derechos y obligaciones que tiene un acogedor; una aplicación de móvil que refleja la situación de acogedores; y el aumento de la intervención en más asuntos del niño.

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