De empleado de hotel a monitor en un colegio de niños con autismo: la historia de Pablo en Londres

Tras diplomarse y licenciarse en Salamanca, acudió a Londres llamado por las oportunidades laborales que le avanzaban sus amigos. A los tres días consiguió un trabajo en un hotel y a los nueve meses, en un colegio, donde permanece cuatro años después. España sigue, eso sí, en sus pensamientos futuros, aunque reconozca estar bien en Londres

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Experimentar, ganar destreza en inglés y, cómo no, trabajar. Esas fueron las intenciones de Pablo, este salmantino de 29 años que hace ya cuatro dejó la capital charra para instaurarse en Londres. Es ahora profesor en un colegio de niños con autismo donde, comenta, puede desarrollarse profesionalmente. 

El camino hasta allí, claro está, no fue fácil. Estudió una diplomatura en Ciencias Empresariales y una licenciatura en Administración y Dirección de Empresas en Salamanca, donde tuvo la oportunidad de realizar un año de Erasmus en la ciudad húngara de Pecs. Allí, comenta, decidió que necesitaba salir de Salamanca para ganar experiencias y mejorar el inglés. 

Así, una vez acabados los estudios, y después de tres meses de prácticas en una entidad bancaria en Salamanca sin remunerar, comprendió que la valentía debía llegar en ese momento y que su lugar, también ante las informaciones que le llegaban de amigos que se encontraban en Londres, podían estar allí. 

Sin pensarlo demasiado, algo que puede llegar a ser contraproducente, y ante los ánimos de los ya instaurado allí, cogió un avión de ida, sin conocer un futuro que resultó ser mejor de lo esperado. Para comenzar, la oportunidad estaba servida en bandeja ya que se fue con una habitación casi ya alquilada debido a que un amigo, que se acababa de mudar, buscaba un compañero de piso. 

Allí se instaló, con la ilusión del futuro, el anhelo del pasado, y la tranquilidad del presente al no sentirse solo. Todo mucho más fácil para que solo a los tres días ya encontrara un trabajo en un hotel. Poco después comenzó a trabajar en una conocida cadena de cafeterías hasta que ya a los nueve meses llegara al colegio en el que se encuentra ahora y que, cuenta, le ha dado multitud de oportunidades en cuanto a tema de cursos, preparación y desarrollo personal. "Es un trabajo muy duro ya que la mayoría de los alumnos tienen problemas de comunicación y ante su frustración recibimos golpes, patadas o mordiscos, pero es a la vez muy gratificante", cuenta. 

El principio, eso sí, fue duro. Salir de casa nunca es fácil y menos acudir a la aventura. Por ello, lo primero que hizo fue recorrerse la ciudad en busca de ese trabajo que llegó pronto, también por la tenacidad, para avanzar a partir de ahí a pesar de salarios pequeños al comenzar y precios altos de alquiler. Enfrente estaba también la comunicación, al no dominar un idioma que después de tanto tiempo ya lo ha hecho suyo. 

Así, su día a día en la actualidad es normal, con la ventaja de que, a pesar de residir en una ciudad grande, tiene el trabajo a solo cinco minutos. Ampliado su círculo de amistades, lo cierto es que solo echa de menos Salamanca en cuanto a desplazamientos las veces que se hace algún plan especial ya que el tiempo que se emplea es muy grande para desplazarse.

Sin embargo, la multiculturalidad y las oportunidades, no solo laborales, de Londres lo merecen. Desde Wimbledon o la NBA, en deportes, hasta conciertos, festivales o mercadillos. Londres ofrece una gran cantidad de experiencias en la propia ciudad y lejos de ella. Las conexiones, también aéreas, ya  las ha aprovechado viajando a países como Australia, Cuba o Turquia, aunque, cuenta, le faltan lugares cercanos como Gales, Escocia o las ciudades Brighton, Dover o Canterbury. 

Pese a todo, Salamanca sigue tirando. De hecho, asegura que le encantaría regresar, aunque la intención no sea hacerlo ahora ya que las vacaciones escolares le permiten poder viajar a la capital charra en varias ocasiones para olvidar aquello que más echa de menos: la familia, el tiempo, la comida y poder quedar con tus amigos de siempre. 

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