Fatiga pandémica y escalada de multas: ¿Están hartos los salmantinos de las restricciones?

La fatiga pandémica es un fenómeno socialmente previsible, conocido por otras experiencias con crisis sanitarias de larga duración anteriores a la que vivimos hoy. Este fenómeno pone en peligro el mantenimiento de los logros comunes que se han conquistado con mucho trabajo durante estos difíciles meses

Fatiga pandémica y escalada de multas: ¿Están hartos los salmantinos de las restricciones?
Fatiga pandémica y escalada de multas: ¿Están hartos los salmantinos de las restricciones?

La actual situación de crisis sanitaria ha generado en España un gran esfuerzo de la sociedad para adaptarse a los tiempos que corren. En estos meses se han sucedido las recomendaciones para preservar la salud, pero también las restricciones y las multas para aquellos que las incumplen.

Como consecuencia de ello, y un año después del inicio de la pandemia de COVID, comienza a advertirse la fatiga pandémica, tanto a nivel psicológico de cada persona como a nivel social.

Y es que la sensación mayoritaria que empieza a imperar en muchos de aquellos que decidieron acatar las reglas, por solidaridad y, por qué no, por principios, es que están realizando importantes sacrificios para que otros se salten las normas.

Y mientras tanto, las multas están al alza en Salamanca. Entre el jueves y el viernes fueron casi 100 expedientes los cumplimentados por los agentes de la Policía Local en Salamanca. En la noche del viernes fueron 10 fiestas ilegales y 31 multas por saltarse el toque de queda. El domingo, más de 60 denuncias por no llevar mascarilla y una fiesta con 16 personas. Además, en las últimas semanas la Junta de Castilla y León ha multado a casi 500 personas en la Comunidad por la celebración de fiestas ilegales. ¿A qué se debe esta escalada de multas?

La fatiga pandémica

La fatiga pandémica es un fenómeno socialmente previsible, conocido por otras experiencias con crisis sanitarias de larga duración anteriores a la que vivimos hoy. Este fenómeno pone en peligro el mantenimiento de los logros comunes que se han conquistado con mucho trabajo durante estos difíciles meses.

Sin embargo, cuando sin acabar la tercera ola ya se alerta de una cuarta, lo que genera es el hastío de muchas personas y la sensación de indefensión, de que esta pandemia sigue sin llegar a su fin y no podemos hacer nada.

¿Nos está afectando psicológicamente a todos de igual manera? A estas alturas de pandemia se viven varias experiencias que chocan unas con otras y dificultan la convivencia. Así las señala el profesor Joaquín Mateu Mollá, doctor en Psicología Clínica, en un artículo en The Conversation.

Por un lado, están las personas que no han tenido ninguna experiencia individual con el COVID. El hecho de no haber padecido en primera persona la enfermedad, de no haber sufrido sus rigores ni conocerlos a través del testimonio de un tercero, puede desvirtuar su relevancia y hacer que esas personas no le tengan miedo al virus.

Además, en algunas personas, las campañas de prevención que han apelado al miedo han fracasado en sus propósitos, especialmente en gente joven, pues han precipitado una respuesta de negación. "Mis amigos lo han pasado y no han sufrido mucho. Yo no tengo miedo".

En segundo lugar, están las personas que han padecido la experiencia con toda su crudeza y han perdido a familiares; o incluso que han sufrido mucho en sus carnes el paso del virus. Mateu Mollá asegura que vivir de cerca el proceso infeccioso es una experiencia difícil, que ha generado en muchas personas incluso episodios de estrés postraumático. Para este grupo de personas, la fatiga pandémica tiene ya que ver con las situaciones tan difíciles que están viviendo. Parece lejana la posibilidad de rehacer la vida y olvidar lo vivido con el COVID.

Falta de confianza en los organismos públicos

El experto explica que mantener durante mucho tiempo las recomendaciones sanitarias nos supone a todos un esfuerzo evidente, así como un estrés de magnitud considerable. A veces podemos pensar que no son necesarias si nos reunimos exclusivamente con personas en las que confiamos. Serían situaciones en las que “bajaríamos la guardia”, cediendo al efecto de la fatiga pandémica.

Entre estas experiencias que cuenta el especialista, está también la falta de confianza en los organismos públicos, debido a la irrupción de contradicciones o cambios abruptos en las restricciones. La escasa transparencia sobre los motivos que han llevado a su puesta en funcionamiento suelen motivar que muchas personas dejen de adherirse a ellas. Y estas personas comienzan a ir por libre.

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