23 de julio. Siete de la tarde en la intersección entre la plaza de San Julián y la calle Doña Gonzala Santana. Una veintena de personas, la mayoría de Salamanca, pero también de otras provincias como Mérida y Toledo, nos reunimos a la entrada de la Filmoteca de Castilla y León a la espera de que nuestra guía, Cristina, nos conduzca durante casi hora y media por los rincones más interesantes del barrio San Cristóbal - Las Claras. Esta visita es uno de los atractivos del programa 'Salamanca culta y oculta' y se puede realizar gratuitamente todos los martes y viernes de este mes y de agosto, previa reserva.
Primera parada: la Filmoteca de Castilla y León

Accedemos al interior de la Filmoteca de Castilla y León para conocer la historia del edificio que la alberga. Data del siglo XVII y fue construido por Bartolomé Caballero Torquemada, sacerdote en la iglesia de San Martín, una de las más importantes de la época junto a la Catedral. En su testamento legó el inmueble a la comunidad religiosa para que se convirtiera en una especie de residencia de viudas sin recursos (de ahí el nombre de Casa de las Viejas). Su deseo se cumplió tras ser enterrado en la capilla, consagrada en 1620 y dueña de uno de los mejores artesonados de Salamanca.
Pese a encontrarse en una zona con muchos cambios urbanísticos, el edificio se salvó de la desaparición y continuó siendo un asilo hasta 1970, año en el que también desapareció la fábrica de hielo que se había creado a su entrada. En la década de los 80, se añadió una construcción de cinco plantas y, en los 90, se decidió la instalación de la Filmoteca de Castilla y León. Esta abrió, más concretamente, en 1991, y, en el 2000, el cineasta Basilio Martín Patino cedió su colección de artilugios audiovisuales, única en España, para formar parte de la muestra permanente de la institución.
Recorrido entre iglesias románicas de Salamanca

En el siglo XI, solo unas trescientas personas vivían en Salamanca, por lo que la ciudad podría haber desaparecido si el rey Alfonso VI no hubiera encomendado a Raimundo de Borgoña la tarea de repoblar la zona. Lo hizo con gente sobre todo del norte y con la ayuda de su mujer, y entonces infanta, doña Urraca. La nueva población se agrupó en diferentes barrios, construyendo iglesias y casas alrededor de las mismas. Se edificaron hasta treinta y tres templos románicos, como el de San Julián y Santa Basilisa, que constituye la segunda parada de la visita.
Cristina nos invita a fijarnos en su fachada y a apreciar varios elementos que suelen pasar desapercibidos entre los salmantinos, ya sea por la vida acelerada en la que estamos sumergidos o porque estamos tan acostumbrados a la presencia de los edificios que nos rodean que hemos perdido la curiosidad por su historia y características. De esta forma, al levantar la vista y fijarla en la portada románica ubicada en la calle Clavel, podemos deleitarnos con la belleza de las arquivoltas esculpidas, de los canecillos y de la decoración animal.
Una vez apreciados los detalles de la iglesia de San Julián, ponemos rumbo a la de Sancti Spititus, el único resto que sobrevive en la actualidad del desaparecido monasterio homónimo. Fundado en 1268, acogió a las esposas de los caballeros salmantinos que partían a la guerra. Todas ellas debían entregar una dote. Su funcionalidad cambió con la desamortización de Mendizábal, pasando a ser una cárcel. Cuesta imaginar este pasado al acceder al interior del templo, donde sobresalen el coro y la capilla con un artesonado mudéjar de los siglos XV y XVI.

No muy lejos se alza la iglesia de San Cristóbal, construida en el cerro del mismo nombre. A su alrededor se alzaban varios palacios, ya que las personas adineradas acudían varias veces al día a misa y apreciaban estar próximas al edificio. Muchas de ellas, además, se movían por túneles subterráneos al considerar que la calle estaba sucia. Curiosidades aparte, nuestra guía nos recuerda que estamos ante el templo más románico de todo el barrio por su ajedrezado, canecillos y demás ornamentación arquitectónica que conserva. En su fachada también se aprecian varias marcas de canteros y hendiduras por las que se introducía la cal para limpiar la construcción tras haber acogido a los cadáveres de las primeras víctimas de la peste.


Las veinte personas que conformamos el tour nos dirigimos al otro extremo de la plaza de San Cristóbal para contemplar la Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, cuyo estado actual evidencia por qué se encuentra en la Lista Roja de Patrimonio elaborada por Hispania Nostra. Otrora fue uno de los dieciocho hospitales de peregrinos esparcidos por Salamanca y el lugar donde los condenados a pena de muerte esperaban su agónico final. Más recientemente, ha albergado una imprenta.
De Tomás Bretón a la desaparecida iglesia de San Román
Más allá de las iglesias románicas, el barrio de San Cristóbal alberga otros lugares de interés, como la casa donde nació Tomás Bretón el 29 de diciembre de 1850. Una placa situada en el edificio de la calle Bretón se encarga de recordarlo. La estatua erigida en honor al compositor salmantino se encuentra a pocos metros, así como el solar -totalmente vallado- donde se levantaba uno de los teatros más famosos de la ciudad.

La plaza de Bretón convive junto a la de San Román, que debe su nombre a la iglesia fundada en 1126 de la que, a día de hoy, solo se conserva un arco. Pero, si hay algo que llama especialmente la atención del espacio, es el claustro del palacio del Conde de Francos. Este permanecía en el interior de la construcción, alejado de las miradas de los salmantinos, hasta que, en los años setenta, el alcalde Pablo Beltrán convenció a las Siervas de San José de 'sacar' fuera parte del mismo.

Las religiosas se trasladaron al lugar a principios del siglo XX, pero, antes de su llegada, la construcción albergó un hospital, una facultad de Medicina y el Instituto Anatómico Forense. Este pasado explicaría los huesos humanos que se encontraron en una casa que se demolió hace años en la calle Mártires y que, durante una semana, fueron visibles para los peatones, tal y como recuerda una de las mujeres participantes del tour.

Última parada: Los Dominicos

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