Marisa Ramallo tras superar un cáncer de mama: “Cuando la oímos nos asusta, pero hay que desdramatizar la palabra cáncer”

Insiste en la importancia de las revisiones periódicas que “te pueden salvar la vida” y asegura que esta experiencia ha sido un antes y un después: “aprovechas más el tiempo e intentas disfrutar más de las pequeñas cosas de la vida”

 Cancer mama (1)
Cancer mama (1)

Marisa Ramallo Varela es una coruñesa de 53 años, residente en Salamanca desde hace más de dos décadas. Casada y con dos hijos adolescentes. Su historia es la de tantas y tantas mujeres que se enfrentan a la dura realidad de un cáncer de mama. Es algo que “nos puede pasar a cualquiera”, como explica la psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Salamanca, Pilar Carreto, quien subraya que una de una de cada ocho mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida.

Marisa es una entre ocho. Se lo detectaron el 20 de octubre de 2016. Ese día estaba nerviosa por los resultados y agradece que su marido le acompañara en aquella ocasión. “Enterarme fue horroroso”, recuerda, y asegura que “se me abrió la tierra, era algo que no podía asimilar”. Tras comunicárselo el oncólogo acudió al programa ‘Primer Impacto’ de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) donde habló con una psicóloga.

“A veces nos pasa con el cáncer que nos parece una palabra muy grande, que nos asusta a todos, y hay que normalizarlo”, explica Marisa, quien insiste en la necesidad de “desdramatizar la palabra cáncer”. “Hay que verlo con más naturalidad, que no asuste, que te dicen que lo tienes y parece que te vas a morir en ese momento”, señala, al tiempo que reconoce que el tratamiento es duro, “sobre todo si te dan quimio”. Pero ve el lado positivo y es que tiene tratamiento. “En casos graves siempre se busca otras soluciones”, afirma.

La detección precoz te puede salvar la vida

Fue a raíz de una prueba de control de las recomendadas a las mujeres a partir de los 45 años, una mamografía de cribado. La detección precoz permitió que el tratamiento de Marisa no se prolongara ni un año. En agosto de 2017, tras dos intervenciones, quimioterapia y radioterapia, finalizó su tratamiento y, desde entonces, acude a revisiones para controlar que todo sigue bien. “Asusta que se vuelva a repetir”, reconoce Marisa, quien señala que cuando le toca ecografía o mamografía va con miedo, pero destaca que “la solución no es mirar a otro lado, hay que hacérselas y afrontarlo”.

Tras su experiencia, Marisa anima a la gente a hacerse las revisiones periódicas recomendadas ya no solo por el cáncer de mama, también por el de colon, porque “marcan la diferencia”. “No te puedes imaginar la cantidad de mujeres que nunca se ha hecho una mamografía”, lamenta y espera que cada vez sean menos las que “miran para otro lado” ya que estas pruebas “te pueden salvar la vida”.

“Nunca me he considerado enferma”, asegura Marisa, quien a veces hasta le cuesta recordar algunos detalles del proceso: “un mecanismo de defensa” lo considera ella. Detalla que las operaciones no requirieron de ingreso hospitalario y que no le han dejado prácticamente cicatriz. “Nunca pensé que de esto me fuera a morir, es como hay que verlo”, afirma.

Recuerda los efectos secundarios de la quimioterapia y asegura que es “como en las películas”: vomitaba y se sentía débil. De hecho, tal y como comenta, en una ocasión en la que tuvo que ir a consulta, su marido la tuvo que llevar cogida porque no se tenía en pie. “Ahora ha salido una pastilla que te quita esos efectos secundarios”, explica.

Marisa destaca el cariño de su familia y amigos, tanto de su marido y sus mellizos que viven con ella en Salamanca, como los de La Coruña que a través del teléfono siempre estuvieron presentes. Reconoce que a veces cuando llamaban no se quería poner, porque “era un recuerdo constante” de la enfermedad, pero agradece que se hayan volcado con ella.

El cáncer de mama, un antes y un después en su vida

Marisa asegura que haber superado un cáncer de mama ha sido un antes y un después en su vida. Ahora aprecia más los pequeños detalles y las pequeñas cosas de la vida y disfruta más de cada momento.

Desde que está recuperada ha decidido dedicar todo el tiempo posible a los demás a través de la AECC, con la que colabora en todas las actividades que organiza y apoyando a las que tras ella están pasando por la misma dura experiencia.

“La asociación me da mucho más de lo que yo doy”, asegura. “Es algo que tengo que hacer. Participo en todo lo que pueda colaborar”. Y allí estaba ella este viernes, en la carpa de la asociación con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, radiante, sonriente, llena de energía y de ganas, precisamente, de eso: de disfrutar de cada momento.

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