Nikola Tesla, el hombre que inventó el siglo XX

Entrevista con la escritora Charo González Casas en una nueva entrega de Crónicas Atlantes

 NikolaTesla Pic
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Nikola Tesla, el gran olvidado, el gran denostado… el gran genio. Esta semana quiero centrar las miras en la figura del que si duda alguna podría ser catalogado como el da Vinci del siglo XX. Para ello tomamos entre nuestras manos un fenomenal libro titulado 'Nikola Tesla, el hombre que inventó el siglo XX', escrito por Charo González Casas y editado por Ediciones Obelisco. Con su autora, junto a una agradable taza de café, he podido charlar ampliamente esta misma semana, sobre la figura del gran inventor.

Nikola Tesla, ¿víctima de alguno de los grandes robos del siglo XIX – XX?

- Le robaron su fama legítima. Nikola Tesla fue el inventor de la luz eléctrica y sin embargo es Edison quien aparece como tal en los libros escolares. Tesla fue el hombre que construyó la primera central hidroeléctrica de la historia, en las cataratas del Niágara. Su sistema se basaba en la corriente alterna, algo que revolucionó por completo la industria en aquel tiempo y en nuestro presente: seguimos utilizando los motores de inducción que él diseñó y seguimos iluminando nuestras casas con su sistema. El de Edison, basado en la corriente continua, era muy rudimentario y no prosperó. 

¿Por qué parece que fue Edison y no Tesla quien iluminó y puso en marcha el mundo? Es un misterio, debido tal vez a que Edison llegó a utilizar prácticas seudomafiosas para conseguir hundir a Tesla y llevarse toda la gloria. También le robaron la radio. Guillermo Marconi pasó a la historia como su inventor porque le robó diecisiete patentes a Tesla. Sin ellas, no habría podido enviar la primera señal que le convirtió en su inventor oficial. Marconi ganó el premio nobel y Tesla acabó, al final de sus días, arrinconado por sus colegas y ninguneado por la comunidad científica. Ese es el mundo en el que vivimos.

En el ámbito científico fue tachado de loco, llevándole incluso a la más absoluta de las pobrezas. ¿Quiénes fueron los culpables o cuáles fueron las causas?

-Es una historia muy larga y muy triste. Fue un cúmulo de cosas. Tesla era un cándido. Le faltaba picardía, ese ardid de los mediocres; le sobraba inteligencia: era brillante en exceso. Además era un ser bondadoso: no concebía la maldad ni el engaño; era incapaz de engañar, ni manipular, así que no se daba cuenta de las verdaderas intenciones de los depredadores que le rodeaban. Sus inventos enriquecieron a muchos y al final, él murió pobre aunque no en la indigencia. Disponía de una modesta pensión que le pagaba Yugoslavia, su gobierno natal y además la Westinghouse sufragaba su manutención y el hotel, un detalle, este último, justo: gracias a Tesla la compañía se había hecho multimillonaria.

Setecientas patentes e incontables experimentos y estudios. ¿Cuál fue su proyecto más ambicioso?

-Su gran sueño era iluminar toda la Tierra sin cables, sin contadores, con energía libre y gratuita o a un precio irrisorio. Sabía cómo conseguirlo pero no le dejaron. Según Tesla, la electricidad podía extraerse y transmitirse fácilmente, mediante sus bobinas, a través del suelo o la ionosfera hasta cualquier rincón del planeta. Lo había probado: en su laboratorio de Colorado Springs colocó doscientas lámparas incandescentes sin cables a cuarenta kilómetros del generador y se encendieron todas, sin necesidad de conexión. Su sueño era posible. Solo necesitaba una gran inversión. Pero J.P. Morgan, el gran banquero de Estados Unidos que empezó a financiarle el proyecto, acabó cortándole el grifo. Cuando se enteró de que Tesla quería enviar la luz eléctrica gratuitamente a todo el planeta, dijo: “¿De dónde voy a sacar el dinero si Tesla le regala la electricidad a todo el mundo?”. Y le dejó en la estacada, con el proyecto a medias. Ahí empezó su ruina.

¿Cuánto hay de cierto en esa historia que habla de los baúles desaparecidos con documentación de Tesla tras su muerte?

- Es una leyenda urbana. El FBI lo ha desmentido muchas veces. Pero lo cierto es que el heredero de Tesla, su sobrino, reclamó todos los papeles de su tío al gobierno de EE UU y acabó recibiéndolos. Al examinarlos, comprobó que faltaban muchos. ¿Dónde están los papeles completos de Nikola Tesla? Nadie lo sabe a ciencia cierta, salvo, quizá, las pocas personas encargadas de custodiarlos.

¿Recibió Nikola Tesla presiones desde gobiernos o estamentos militares?

-No. Lo que recibió fue el ninguno y el olvido, además del rumor constantemente esparcido de que se había convertido en un viejo chiflado dedicado a alimentar a las palomas en los parques. Esto al gobierno y al ejército les funcionó mucho mejor que cualquier presión o amenaza.

El “Rayo de la muerte” quizá retrate al Tesla más controvertido… ¿o no es bélico todo lo que reluce?

-Ese nombre, “rayo de la muerte” se lo puso la prensa. Él diseñó una maquinaria con una ingente capacidad de destrucción pero sus intenciones eran defensivas. Pensaba que si todos los gobiernos contaran con ella, ninguno se atrevería a disparar primero. En realidad sus intenciones eran pacíficas. Siempre fue un hombre de paz: era vegetariano porque consideraba que comer animales infligía un daño inútil y cruel a las demás especies. Además fue uno de los primeros ecologistas. Alertó contra el daño que causa al planeta la extracción de combustibles fósiles y defendió, estudió y propagó el uso de las energías renovables durante toda su vida.

En tu libro etiquetas a Tesla como “santo”. ¿Tanto como para ponerle un halo de santidad?

-No me refiero a que fuera un santo al uso, como los que albergan las iglesias y reciben oraciones y velas, ni mucho menos, sino a que era un ser muy espiritual, no religioso, que es muy distinto. La espiritualidad consiste en encontrar el propósito y dedicarse a él en cuerpo y alma, sin regateos, sin excusas, en ser uno mismo. Tesla vino a iluminarnos y eso hizo, literalmente. Cada vez que encendemos una bombilla o accionamos un motor eléctrico deberíamos darle las gracias. Y no inventó solo los motores y la luz eléctrica; también descubrió el control remoto. Es el padre de la transmisión de energía inalámbrica. Dominó lo invisible. Y nunca se lucró por ello. Se lucraron otros, los espabilados de siempre. No le importaba el dinero. Siempre trabajó por el bien de los hombres.

¿Dónde se encuentran y/o a quienes pertenecen actualmente sus patentes más importantes?

- Sus patentes están por todas partes: en los drones, los misiles o los juguetes teledirigidos, en las instalaciones eléctricas de los hogares y las fábricas, en los aparatos domésticos, en la televisión, la radio, las telecomunicaciones... Fue el creador del motor de inducción, ese invento prodigioso que sigue moviendo el mundo. Imposible seguir el rastro de sus patentes. Es el padre del movimiento. Y además descubrió la diatermia, esa terapia consistente en curar el cuerpo humano con corrientes eléctricas. Él no iba al médico. Se curaba a sí mismo con descargas eléctricas, sabía cómo hacerlo.

¿Y en pleno siglo XXI, tenemos algún nuevo “Tesla” a la vista?

-Quiero creer que habrá más de uno pero estarán muy ocupados en sus laboratorios, alejados de los focos, los medios de comunicación y las redes.

¿Cuánto tiempo de trabajo hay detrás de “Nikola Tela, el hombre que inventó el siglo XX”? 

- Años. Escribí el libro en unos meses pero llevaba mucho tiempo investigando, documentándome, pensando y descubriendo. Todo empezó cuando alguien me dijo hace mucho tiempo: “¿por qué no escribes un libro sobre el hombre al que Edison le robó la luz eléctrica?”. Me pareció un disparate. ¿Cómo no iba a ser Edison el inventor de la luz? ¿Me habían mentido en el colegio? 

Empecé a investigar y encontré a Tesla. Me enamoré de su persona, de su vida y de su obra. Caí rendida a sus pies, igual que una adolescente. Fui a Nueva York siguiendo sus pasos. Estuve en la habitación donde murió, la 3327 del hotel New Yorker e hice la ronda nocturna que él hacía cada noche para dar de comer a sus palomas: la Quinta Avenida, el parque Bryant y la Biblioteca Pública. Creo que el libro está lleno de pasión por eso. Nikola Tesla fue un iluminado, un grande, uno de esos seres que aparecen, de vez en cuando, en la Tierra para poner un poco de orden. Curioso que la mayoría de estos seres humanos tan extraordinarios suelan acabar tan mal y que a los humanos corrientes nos cueste tanto reconocerlos. Fue un placer escribir el libro. Lo único que lamento es no haber podido entrevistarlo. 

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