Los psicólogos aseguran que la depresión posvacacional no existe

Afirman que se trata de una forma de patologización de aspectos de la vida que son normales.

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 Más de la mitad de los afectados por depresión no recibe tratamiento
Más de la mitad de los afectados por depresión no recibe tratamiento

La depresión es una enfermedad neurológica grave que afecta a una media de 350 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los científicos de la Fundación Gadea afirman que el síndrome o depresión posvacacional no existe, sino que se considera una forma de referirse a la adaptación al cambio tras la vuelta de vacaciones, banalizando el significado real de la enfermedad.

Según Rosa Baños, experta en psicología de la Fundación Gadea por la Ciencia, el término depresión posvacacional, “resta importancia a los trastornos mentales. Es cierto que existe un proceso de adaptación que requiere de tres o cuatro días de estabilización, pero no alude a ningún trastorno psicológico en absoluto”, afirma.

Por su parte, Rocío Herrero, del departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universidad Jaume I, asegura que “es una forma coloquial de llamar la atención sobre un fenómeno que se caracteriza por síntomas como sentirse más activado de lo habitual o más decaído y desanimado, llegando a afectar a la alimentación y el sueño. Sin embargo, se diferencia de la depresión clínica porque su sintomatología suele remitir en un breve periodo de tiempo, cuando la persona se adapta nuevamente a su realidad”.

La mayoría de los psicólogos no están de acuerdo con la utilización de este término, que fomenta la patologización de aspectos de la vida que son completamente normales. Los cambios de rutina y estilo de vida, de los horarios, o incluso de la alimentación modifican también nuestro sistema inmunológico y nervioso, que necesita unos días de adaptación para volver a la normalidad. Lo cierto es que existen personas más vulnerables al cambio, “personas con más tendencia a desarrollar este tipo de sintomatología según el tipo de trabajo, por ejemplo”, incide Herrero. “Especialmente aquellas que viven en un ambiente laboral hostil o excesivamente demandante”, añade.

En estos casos, la vuelta al trabajo requiere el regreso a una situación estresante, que necesita más tiempo de adaptación que quienes disfrutan de unas condiciones laborales agradables. Así lo constata Rosa Baños, “aquellas personas que valoran muy negativamente el trabajo y muy positivamente las vacaciones, las que piensan que es algo que no nos ayuda, que lo tienen como algo negativo, como una obligación, entienden las vacaciones como la cumbre del bienestar y pueden alargar un poco más esos procesos”.

La psicóloga asegura que no es necesario ningún tipo de ayuda especializada ni de tratamiento específico para recuperarse de las vacaciones. Además, sostiene que, si el proceso adaptativo se alarga, es debido a una problemática mayor que sí debe ser tratada por un especialista, “si este proceso termina durando más tiempo es porque hay algún tipo de vulnerabilidad o problema, o bien porque el ambiente laboral no es el adecuado o porque la persona tiene otro tipo de problema que tiene que ver con otras razones. Digamos que la vuelta de vacaciones de alguna manera lo pone de manifiesto, pero no es el problema principal, lo que está haciendo es identificar un obstáculo que ya existía”, afirma.

El ser humano no está preparado para canalizar correctamente cambios bruscos, ya sea física o mentalmente. Por ello, Rosa Baños aconseja seguir determinadas pautas para facilitar su adaptación. Principalmente, planificar la vuelta de vacaciones, es decir, volver unos días antes para comenzar a pautar de nuevo el sueño y la alimentación. Por otra parte, organizar el trabajo sin intentar resolver tareas pendientes en un solo día, generar un clima laboral agradable y dedicar un tiempo a adaptarte y organizar el trabajo. Por último, la psicóloga recomienda retomar un estilo de vida saludable, practicar deporte y planificar actividades en las que se pueda socializar, incorporando así a nuestra pauta diaria actividades agradables que faciliten la adaptación al cambio.

Para Herrero, “el descanso y la desconexión son necesarios. El problema no está en irse de vacaciones, sino en nuestra actitud al volver de las mismas. Es importante hacer la transición con calma, tomarte unos días para reajustar la rutina y volver a equilibrar nuestro estilo de vida. Una vez de vuelta al trabajo, organiza las tareas y prioriza de las más urgentes a las menos”.

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