Soledad Rodríguez, una salmantina en la Comisión Europea: "A diferencia de en España, aprobar la oposición no implica una garantía de contratación"

Esta joven salmantina tiene 29 años y vive desde hace un año y medio en Bruselas, ciudad en la que trabjaa en el European Political Strategy Centre

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 Soledad Rodríguez Salmantinos por el Mundo
Soledad Rodríguez Salmantinos por el Mundo

Soledad Rodríguez tiene 29 años y vive desde hace un año y medio en Bruselas. Trabaja en la Comisión Europea, concretamente en el European Political Strategy Centre, y su cometido es abordar los problemas que afectan al futuro de la Unión Europea desde la perspectiva jurídico-política y tratar de plantear posibles soluciones.

"Soy licenciada en Derecho y Traducción e Interpretación por la Universidad de Salamanca, donde también hice un Máster en Estudios de la Unión Europea. Posteriormente me marché a Brujas para hacer un segundo Máster en Derecho Europeo. Al terminar mis estudios, en Brujas me concedieron una beca predoctoral y regresé a Salamanca para iniciar el doctorado, que aún estoy terminando", cuenta Soledad a SALAMANCA24HORAS. 

"En Salamanca estaba trabajando en el Área de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho. Es en mi opinión una de las áreas más dinámicas de la Facultad y tuve la suerte de iniciar mi carrera profesional allí. Sin embargo, mi beca se acababa y no veía una opción profesional clara y convincente a corto y medio plaza", explica. Por lo que la joven salmantina decidió hacer las maletas. "La precariedad laboral es un problema al que nos hemos enfrentado muchos jóvenes investigadores en los últimos años. Por suerte, en ese momento me contactaron desde el European Political Strategy Centre para invitarme a una entrevista. Me presenté al proceso de selección y me hicieron una oferta que acepté. Tenía la suerte de que había vivido ya unos meses en Bruselas como parte de mi doctorado y de que muchos de mis amigos del máster que hice en Brujas viven ahora en Bruselas, por lo que no me lo pensé dos veces", explica.

"Encontrar trabajo en Bruselas es difícil pero no imposible. Conviene moverse para que la gente te conozca y, como decía un profesor mío de Brujas, hay que llamar a veinte puertas para que se abra una. Yo tuve bastante suerte porque una compañera mía de Brujas dejaba este puesto y me recomendó a su jefe. Me ofrecieron un contrato de tiempo limitado. En mi caso de un año y posteriormente renovado a tres más", afirma la salmantina. 

Sin embargo, pese a que su contrato es temporal, Soledad no se ha dormido en los laureles. "Para trabajar en las instituciones a largo plazo hay que aprobar una oposición para poder optar a puestos de funcionario. Yo aprobé una hace unos meses y me incorporaré a otra plaza en octubre. A diferencia de en España, aprobar la oposición no implica una garantía de contratación, sino que uno se incorpora a una lista de reserva —algo así como una bolsa de trabajo— de la que las instituciones pueden contratar. Para una española, en ocasiones puede resultar difícil de entender e incluso frustrante, pero todo es cuestión de paciencia", dice.

Eso sí, Soledad está totalmente adaptada a la vida en la capital belga. "Bruselas es una ciudad pequeña. Tardo media hora andando a trabajar, y no elegí mi casa por cercanía al trabajo. El tráfico es un caos, por lo que en el autobús tardaría más. Hay una buena red de tranvía y metro, pero es frecuente que haya huelgas", explica.

"Salvo el tiempo, a mí Bruselas me encanta. Es una ciudad con una gran población internacional", afirma la joven. Claro, Salamanca también cuenta con esa mezcla de personas de diferente nacionalidad gracias a sus universidades. Sin embargo, la diferencia en ese sentido es clara, al menos para una persona de 29 años. "Salamanca también la tiene, sí, pero echaba de menos a la gente de mi generación. En Bruselas, a diferencia de Salamanca, hay muchos jóvenes profesionales entre los veintitantos y los treinta y tantos. Tengo mucha vida social con gente con intereses parecidos pero de procedencias muy distintas. Eso me parece muy enriquecedor. Bruselas tiene una agenda cultura bastante aceptable, desde ferias de arte a festivales de cine o conciertos, y en verano la ciudad se anima mucho. La gente hace vida en los parques, donde montan unos chiringuitos que aquí llaman guinguettes y se hace de noche tardísimo. Eso sí, el invierno se hace duro sobre todo por la falta de sol".

Aunque añora algunas cosas de su ciudad de origen. "Echo mucho de menos a mi familia. Aunque intento verles una vez al mes, no siempre es posible. Me encanta ir a Salamanca y sobre todo al campo, donde hemos pasado siempre los veranos. El problema de Salamanca son las conexiones. A veces es difícil venir hasta aquí sólo para un fin de semana. Por eso, en ocasiones nos encontramos en Madrid o vienen a verme a Bruselas", cuenta.

"No creo que vuelva a Salamanca a vivir en los próximos años. Siempre queda el ideal romántico de volver a casa pero estoy contenta en Bruselas en lo personal y en lo profesional. Lo que sí intentaré es mantener siempre mis vínculos con Salamanca, viniendo con frecuencia e intentando colaborar con la Universidad en lo que pueda ser útil. Ahora sigo impartiendo un par de sesiones en el Máster en Estudios de la Unión Europea", finaliza Soledad Rodríguez.



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