Las partículas en suspensión provenientes de nuestras heces también contagian la Covid-19

Nueve personas se infectaron por esta vía en distintos pisos de un bloque de viviendas

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 Retrete
Retrete

Tirar de la cadena -o más bien pulsar el botón de la cisterna- es un gesto que repetimos varias veces al día, pero el camino que recorren nuestros excrementos después nos es mucho más ajeno.

El agua del retrete y todo lo que arrastra cuando vaciamos la cisterna fluye tuberías abajo y termina en las alcantarillas. De ahí, continúa hacia estaciones depuradoras y, finalmente, el agua ya libre de contaminación regresa al medio natural, según informa el diario digital 20minutos

Sin embargo, aunque pueda ser desagradable visualizarlo, lo cierto es que pequeñas partículas de las heces -que en adelante llamaremos bioaerosoles- se desprenden del cuerpo principal y toman otro camino después de renovar el agua del váter, ascendiendo tuberías arriba.

Generalmente, estos aerosoles son inofensivos y vivimos mejor sin considerar su existencia, pero un estudio publicado la semana pasada en la revista Annals of Internal Medicine sugiere que nueve personas se infectaron de Covid-19 por esta vía en distintos pisos de un bloque de viviendas de la ciudad china de Guangzhou a comienzos de año.

Evitar el contagio a través de partículas de saliva que contienen el coronavirus ha sido la columna vertebral de la estrategia de prevención frente a la Covid-19 desde el inicio de la pandemia, pero las heces o la orina también portan el patógeno y sus partículas son igualmente contagiosas al ser inhaladas.

"Cuando alguno de los pacientes usó el retrete y tiró de la cadena, el desagüe de la bañera en el mismo cuarto de baño podría haber permitido a los bioaerosoles portadores del virus volver a filtrarse en la estancia y en otras habitaciones conectadas con el sistema de drenado", explica el artículo.

Pero estas micropartículas infectadas con el coronavirus no solo se habrían trasladado a través del sistema de drenado de la propia vivienda, sino que podría haber pasado a otros pisos superiores mediante lo que los científicos chinos han definido como un "efecto chimenea".

"Los bioaerosoles de un tamaño suficientemente pequeño pueden haber sido transportados por el aire a través de las tuberías y los conductos de ventilación durante horas y haber sido succionados en otros cuartos de baño cuando se cumplieran una condiciones adecuadas".

El contagio mediante partículas fecales ya quedó registrado en la epidemia generada en 2003 por el SARS-CoV-1, pariente cercano del actual coronavirus.

Entonces, 321 vecinos de una urbanización de Hong Kong llamada Amoy Gardens se infectaron y 42 de ellos acabaron falleciendo después de que un solo visitante contagiado y con diarrea severa utilizara un baño de uno de los edificios, cuyo sistema de ventilación estaba en malas condiciones.

Aunque no se ha identificado ningún caso de contagio tan masivo por SARS-CoV-2 como el de Amoy Gardens, el riesgo existe y, por ello, los científicos autores del artículo recomiendan “evitar cualquier fuga potencial de gas de los sistemas de drenado hacia espacios cerrados” y subrayan la “importancia de la higiene y ventilación de los cuartos de baño”.

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