La llegada de la muerte, esa señora a la que en occidente vestimos de negro y sobre la cual no tenemos ningún tipo de poder, representa quizá uno de los más grandes temores que embarga al ser humano. El sueño de la inmortalidad, lejos de ser realizable, únicamente sirve como bálsamo a los que con unas creencias particulares, y mucho dinero, aspiran a no morir. Aquellos vampiros bebedores de sangre que creían que así vivirían para siempre, o esos que a base de ingerir grasas de niños, interiorizaban que su vida se alargaría de forma casi exponencial... de aquellos, nada nos queda.

Ahora se confía en los avances científicos para lograr la inmortalidad, en la experimentación con células de otros seres vivos más longevos que la especie humana. De todos modos, y por mucha ciencia que intermedie en este campo, sin dinero, estaremos condenados a morir de forma convencional, cuando nos llegue la hora.

Ahora bien, si disponemos de 175.000 euros, podemos ponernos en contacto con la empresa Alcor y pedirles que preserven nuestro cuerpo con un tipo de anticongelante, con las miras puestas en el futuro, cuando la medicina futurista sea capaz de recuperar la vida de un fallecido. Sin demasiadas complicaciones, y tras haber efectuado el pago, cuando te mueres, estos científicos te administran una amplia tanda de medicamentos y diferentes tipos de anticongelante, mientras reposa tu difunto cuerpo en una bañera con hielo.

Cuando entras en estado de congelación, rápidamente almacenan el cuerpo a la espera de ser resucitado. Si ya es llamativo este proceso, mucho más lo es el hecho de que al llegar a esas instalaciones, y ya congelado, se procede a la separación de la cabeza del cuerpo si la persona fallecida contrató la creación de un nuevo cuerpo a partir de su ADN. Digamos que esta es la opción más barata -70.000 euros-, pero que con dinero contante y sonante, podemos solicitar la conservación del cuerpo completo por algo menos de los 200.000 euros.

Sorprende conocer que algo menos de dos centenares de personas, en unos casos únicamente su cerebro y en otros todo el paquete corporal, permanecen conservados en nitrógeno líquido en esas instalaciones de Arizona, en los Estados Unidos. No tengo demasiado interés en revivir de la muerte, pero después de abrir la cartera y ver como ando de fondos, posiblemente opte por congelarme yo mismo en el frigo de casa, que por las cosas de la crisis, tiene espacio más que suficiente.

Imagino que como usted, lo que se desea es vivir los años que correspondan, y que lo pueda hacer con salud y vitalidad. Y los impacientes, siempre pueden recurrir a una de esas aplicaciones móviles que después de introducir algunos datos, te calculan cuando llegará el día del óbito, más que nada para irse preparando, y con un poco de suerte, les pille bien vestidos y cenados.

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