Con un auditorio lleno comenzó la Semana Republicana de Izquierda Unida. La Casa de Cultura albergó una charla-coloquio con Javier Infante que el profesor de Historia del Derecho y especialista en la Segunda República aprovechó para ofrecer una verdadera lección de historia y derecho.

La introducción corrió a cargo de Domingo Benito, Coordinador Local de Izquierda Unida, quien destacó que las Jornadas pretendían un abordaje “en positivo” de los valores republicanos y que, para ello, nada menos que hacer una introducción a la más alta norma jurídica emanada de aquel régimen político: la Constitución de 1931. Igualmente, recordó que es en momentos de enorme crisis política, económica, institucional y social cuando surge la necesidad de hacer cambios constituyentes pero que han de realizarse de abajo a arriba.

Javier Infante dividió su intervención en tres grandes apartados. En primer lugar hizo una introducción explicando el contexto histórico, social y político en el que surge la Constitución Republicana, destacando las figuras más relevantes, el proceso de aprobación de la misma y los principales debates jurídicos y políticos que se plantearon en su momento.

Entrando ya en los pormenores de su desarrollo, calificó de la Constitución de 1931 como “extremadamente democrática, garantista y, en muchos aspectos, mucho más avanzada que la actual”. Para su explicación comenzó señalando los aspectos más importantes de una Constitución: la regulación de los derechos y las garantías, y la de los poderes del Estado. Y recordó que, bajo su punto de vista, cuanto más y mejor estén regulados los derechos, mejor será esa Constitución.

Así fue pasando por los principales artículos y capítulos de dicha Constitución señalando aportaciones tan relevantes como el principio de igualdad jurídica, mucho mejor definido que en la actual Constitución, el derecho de voto de las mujeres, las cuestiones laborales, la libertad religiosa o el desarrollo de un Estado Social. Quiso poner mucho énfasis en todo momento en que los derechos “no los crea ni los da el Estado, sino que simplemente los reconoce; los derechos son inherentes a las personas y a los ciudadanos, pero pueden estar reconocidos y garantizados o no estarlo”.

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