La actividad constó del recorrido por las principales calles del centro del municipio. Fue entonces cuando rezaron sus plegarias y animaron cantando canciones esta peculiar forma de velar. A las puertas de los establecimientos y de instituciones señaladas se detenían dejando perplejos a todo viandante que por allí pasara. Puso fin al acto la quema de la sardina.
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