Jesucristo revive su martirio en la espectacular Pasión camino del Calvario en Serradilla del Arroyo

A lo largo de las tres últimas décadas, ni siquiera las inclemencias del tiempo han evitado que se celebrara este acto en el que todo el pueblo acompaña al hijo de Dios camino del Calvario en un recorrido cuidado al detalle tanto por la puesta en escena, en la que no faltan secundarios propios de la época a lo largo de todo el recorrido, como por la caracterización de cada uno de los protagonistas y su enorme capacidad para meterse en el papel

Serradilla del Arroyo ha vuelto a volcarse un año más con la escenificación de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en una de las representaciones sacramentales más genuinas de la Semana Santa en la provincia de Salamanca, principalmente por su alto grado de realismo.

A lo largo de las tres últimas décadas, ni siquiera las inclemencias del tiempo han evitado que se celebrara este acto en el que todo el pueblo acompaña al hijo de Dios camino del Calvario en un recorrido cuidado al detalle tanto por la puesta en escena, en la que no faltan secundarios propios de la época a lo largo de todo el recorrido, como por la caracterización de cada uno de los protagonistas y su enorme capacidad para meterse en el papel.

El dramatismo se acentúa en los tres momentos en los que Jesús, extenuado por cargar con la cruz, termina cayéndose al suelo. No es infrecuente ver en esos instantes cómo alguno de los espectadores no puede evitar emocionarse. Entre el respetuoso silencio, apenas roto por los comentarios de admiración, sobresalen los latigazos con los que el centurión fustiga a Jesucristo en sus últimos momentos de vida y los gritos que le obligan a levantarse y continuar hacia el monte donde será crucificado.

De camino, varias mujeres, entre ellas la virgen María, intentarán auxiliar al hijo de Dios al que llorarán con tal grado de apego histórico que logran sobrecoger a los espectadores, preocupados por captar cada instante con sus cámaras de fotos.

Otro de los momentos cumbre se produce en las proximidades del Teso Santo, el lugar que, convertido en monte del Calvario, pone el broche a la representación. Jesús se detiene a mirar el cuerpo inerte de Judas, colgado de un árbol, ahorcado por su incapacidad para superar su traición al Maestro.

Próxima ya la crucifixión, las plañideras hacen un último intento, infructuoso, por librar a Jesús de su sufrimiento. De nuevo la crueldad de los centuriones empuja al Mesías hacia su final. 

Estremecedor

Una vez en el Calvario, los gritos cuando es clavado en la cruz resuenan en todo el pueblo y estremecen a los asistentes. Secundado por los ladrones, Cristo apura, entre mensajes de desesperación, sus últimos segundos de vida. Cuando ya muerto los centuriones lo bajan del madero para entregárselo a su madre quien lo introducirá en el sepulcro, Serradilla irrumpe en un largo, sonoro y merecido aplauso.

Cada año sus habitantes perpetúan un rito en cuya evocación trabajan durante semanas de ensayos para que el resultado vuelva a sorprender, incluso, a quienes repiten experiencia.

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