La Junta, afirman, debería estar difundiendo un mensaje de advertencia a la población, en particular a aquellos grupos más sensibles (niños, ancianos y enfermos respiratorios crónicos) “para que se proteja de los efectos del ozono evitando los esfuerzos físicos al aire libre en las horas centrales del día”. A pesar de alertar de temperaturas elevadas y riesgo de incendios forestales, el 112 “no dice nada de los altos niveles de ozono”, recalcan.
También consideran que se debe informar sobre la evolución de la contaminación, las áreas afectadas y la duración del episodio. Durante el verano de 2013, fueron varias las ocasiones en las que se superó este umbral de información “sin alerta alguna a la población”.
Con la primera ola de calor del verano, el intenso tráfico motorizado de las ciudades de Castilla y León “y las emisiones de las centrales térmicas de Anllares, Compostilla, La Robla y Guardo” están provocando que se disparen los niveles de ozono en el entorno de las principales poblaciones de la región y de las centrales térmicas citadas, relatan.
El ozono es un contaminante que provoca por inhalación un incremento de los riesgos de enfermedades respiratorias agudas y reducción de la función pulmonar, así como el agravamiento de patologías cardiovasculares. La Organización Mundial de la Salud estima como media en 2.000 los fallecimientos prematuros anuales en España producidos como consecuencia de la exposición a niveles de ozono como los registrados en Castilla y León, precisan.
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