El toro bravo es un elemento característico de la provincia de Salamanca. Sobresale en su escudo heráldico y forma parte de su economía a través de las prestigiosas ganaderías que se reparten por el campo charro. Al llegar agosto, los astados cobran mayor protagonismo si cabe en los pueblos, donde los festejos taurinos congregan a decenas de miles de personas repartidas por doquier. La crisis ha pasado factura en varias localidades, pero los encierros y capeas siguen siendo una parte importante de la programación festiva, sobre todo en la segunda quincena de este mes. Así ocurrirá este fin de semana.                                   

El oeste de la provincia se viste de talanqueras y remolques, de picas y caballos, durante los tradicionales encierros. En Lumbrales, al ritmo de las campanas, los jinetes marcan el ritmo de los astados ante el desafío de los más osados corredores. Mientras, en Vilvestre, los mozos enlazan la jarana nocturna con las carreras por las calles delante de los toros. Y en Aldeadávila de la Ribera, desde el desenjaule en el prado del Rocoso, la manada se dirige hacia la singular plaza de barrotes junto a la iglesia.

Más al sur, en la comarca de Ciudad Rodrigo, están los encierros más famosos en campo abierto, los de Fuenteguinaldo. Cada vez más cerca de ser declarados como Fiesta de Interés Turístico Regional después de que ya se haya elaborado un reglamento municipal con las bases que regulan los festejos taurinos de la localidad. Así, se reclama a la Junta de Castilla y León que cumpla con su parte y proceda a otorgar la singular distinción para una tradición que se remonta al siglo XV.

Pero en el este de la provincia el toro también será protagonista este fin de semana. En Calzada de Valdunciel hay un encierro campero el domingo y en Alba de Tormes y Peñaranda de Bracamonte la plaza de toros marca los latidos de gran parte de la programación festiva. En la villa ducal, a través de encierros y capeas que hacen las delicias de los recortadores, y también del público con los sustos que se llevan. En la localidad peñarandina, el coso acoge importantes festejos para dejar las gradas sin más huecos posibles. Fiestas que toman el relevo a los encierros de Macotera, Cantalpino y Babilafuente, donde también existe una gran afición.

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