Desde que se iniciaran los festejos en honor a San Roque, los niños de Babilafuente contaban las horas para poder disfrutar con el encierro infantil, una de las actividades que, de un tiempo a esta parte, se ha hecho un hueco en multitud de programas festivos a lo largo de toda la provincia.

El reloj marcaría algo más de las siete de la tarde cuando los carretones enfilen las calles para que los pequeños demuestren que, de aquí a unos años, podrían perfectamente correr por Estafeta o Mercaderes delante de los toros de verdad durante unos ‘sanfermines’ cualquiera o bien se ven capaces de desafiar a los animales jugándosela delante de sus cuernos, como hacen los recortadores.

Valientes y no tan valientes tuvieron tras el encierro su premio en forma de fiesta de la espuma, un clásico de las programaciones festivas que dejó paso, tan solo unos minutos después, a la música de la charanga mientras el pueblo casi al completo se entregó al pincho de feria. Pero, antes de todo esto, las peñas y los jóvenes llenaron las calles de la localidad de color en un animado y divertido pasacalles de Gigantes y Cabezudos.

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