Un año más, miles de bejaranos y visitantes disfrutaron este domingo de Corpus del paseo de Los Hombres de Musgo por las principales calles de Béjar  evocando una tradición que, según la versión más aceptada, se remonta al año 1267 para rememorar una batalla contra los árabes en la época del reinado de Alfonso VII de Castilla. Los bejaranos, cubiertos de musgo para mimetizarse con el entorno, les tendieron una emboscada que les llevó a la victoria. 

La historia que ha trascendido asegura que aquellos bejaranos del siglo XIII se refugiaron en la montaña del Castañar, próxima a la ciudad, donde cubrieron su cuerpo de musgo y avanzaron de esa forma hacia las murallas de Béjar intentando pasar desapercibidos entre la vegetación. Al ver que se aproximaban, y temiendo que fueran bestias, los musulmanes huyeron del lugar y depusieron su actitud a pesar de que superaban en número a quienes trataban de recuperar el territorio.

Tras cumplir el duro ritual de vestirse de musgo ante la mirada de multitud de curiosos, los seis elegidos este año, iniciarán un recorrido que resulta muy exigente físicamente pues al gran peso del traje -más de15 kilos pese a que el musgo que cubre tronco, extremidades y cabeza se seca en los días previos-, se suma una porra que termina de otorgarles el aspecto monstruoso que hizo célebres a los seres que forjaron la leyenda. 

Otras versiones del mito aseguran que la costumbre de vestirse con capas de musgo procede del siglo XIV, cuando en las fiestas cortesanas se empezó a imponer la moda de disfrazarse de salvaje. Sin embargo, fue la imagen más belicosa de la leyenda la que terminó por imponerse. Más aún, tras la publicación de ?El día de Santa Marina?, una novela del cronista de Béjar, Juan Muñoz García, que vio la luz en el año 1941 y en la que se hacía referencia al suceso sin aclarar del todo si estaba documentado o era una simple licencia literaria. Aun así, terminó por trascender.
 
Declarada de interés turístico nacional desde 2010, la fiesta, que atrae a miles de curiosos, ha ido adaptándose a los tiempos y, desde hace unos años, permite ya la participación de mujeres, para quienes estuvo vedada durante siglos la posibilidad de vestirse de musgo. El interés de la población por participar activamente en la fiesta también ha ido variando. De la desidia de otras épocas en las que era complicado encontrar a vecinos que quisieran evocar la leyenda formando parte del cortejo, se pasó a la saturación de peticiones, lo que hizo necesario poner en marcha la lista de espera. 

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