Los elementos comunes de esta fiesta son la celebración en el mes de noviembre y el tener como elementos principales la castaña y el fuego. Con esta fiesta la castaña recupera la importancia que el maíz y la patata le fueron arrebatando en los últimos siglos, hasta convertirla en fruto único cuando llegan Todos Los Santos.
 
Una de las costumbres más generales por la mayoría de los pueblos serranos era/es que por la tarde los más pequeños iban al campo a hacer el magosto. Que no es más que cocer o asar castañas, que, por lo general, servían para merendar en esa jornada en épocas tan escasas de alimentación. Los chiquillos bregaban por el campo en busca de leña, de sitio para el fuego y cocer o asar las castañas, porque las tardes de Todos Los Santos, ya en noviembre, se hacen cortas de sol. Además, el frío a estas alturas del año ya es intenso. Pero mucho peor era el pánico que infringía el doblar de las campanas con su toque a muerto, que comenzaban antes de que comenzara a anochecer y se repetían de tiempo en tiempo al compás del badajo y la destreza de los mozos a lo largo de toda la noche.
 
En nuestros días es, principalmente, una fiesta albercana consistente en asar calboches (castañas) en la lumbre o en los calbocheros, en las vísperas del día de los Todos los Santos en la Plaza Mayor de La Alberca, donde se juntan todos los vecinos y los cientos de turistas que estos días visitan esta zona salmantina de sierra. Antiguamente se relacionaba con la necesidad de mantenerse despierto esa noche, ya que cada hora, el reloj de la torre y las campanas recordaban la necesidad de rezar una oración por los difuntos. Hoy en día, es más una fiesta en la que se aprovecha la recolección de la castaña, para degustarla al calor de la lumbre y con los compases de la gaita y el tamboril.
 
Vayamos a la historia
 
El día 1 de noviembre, los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta "Samahaim", la cual era, para unos, el comienzo del invierno y, para otros, el final de verano; en todo caso era el principio de una nueva gestación y de un periodo de intensa comunicación entre los habitantes de éste y del otro mundo. Se reunía una gran multitud porque era una fiesta obligatoria. Quien no asistía corría el peligro de perder la razón. La fiesta era para los celtas una concentración de lo sagrado en un tiempo y en un lugar determinados. Los mitos afirman que era el momento en el cual se habían producido grandes acontecimientos cósmicos, y cuando tenía lugar la muerte tanto ritual como simbólica del rey y su reemplazamiento. Las ceremonias festivas actualizaban, celebraban y comentaban el origen mítico y la continuidad del mundo (J. de Vries, "La religion des Celtes").
 
Por las mismas fechas, los romanos celebraban las saturnales. El mundo de los espíritus se entreabría y salían personajes de pesadilla, las almas tenues, los cuerpos que habían sido enterrados y las sombras. Todos se nutrían de los platos depositados sobre las tumbas. El día exacto de la celebración depende de la tradición oral. "¿Por qué buscas en el calendario una fiesta móvil?", le pregunta la musa a Ovidio. Pero si la fecha es variable, la época es inmutable: "Cuando la tierra es fecundada por las simientes que sobre ella se derraman" (Ovidio, Les fastes, lib. I, vv. 657-664 ).
 
Pero ya desde el paleolítico el hombre se alimentó de castañas y bellotas. Con la expansión del cultivo de castaños por los romanos, su fruto se convirtió en la base de la alimentación de la población, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina. En el siglo XVI la llegada del maíz y la patata de América hicieron que las castañas perdieran su protagonismo en la alimentación campesina.
 
Hay varias teorías sobre el origen del término magosto: Magnus Ustus (gran fuego) o Magum Ustum (resaltando el carácter mágico del fuego). Tradicionalmente esta fiesta se realizaba con la recogida de este fruto y servía también como agradecimiento por la cosecha recibida.
 
Fiesta que, como hemos dicho, se celebra en los días comprendidos entre el 1 de noviembre (Todos los Santos) y el 11 de noviembre (San Martín). Fiesta donde no faltan las castañas asadas en el fuego, el vino nuevo y los chorizos.
 
Fiestas hermanas
 
Por su cercanía, vamos a recordar también algunas celebraciones del magosto en Sanabria, donde es una sus celebraciones más populares. Esta fiesta suele reunir a los sanabreses cuando ya se encuentra entrada la temporada otoñal, y consiste en la recogida de la castaña que en esta tierra se celebra organizando reuniones familiares el día de Todos los Santos, durante las cuales este fruto se come asado con miel o cocido con leche. Estas fiestas suelen estar acompañadas con jotas, corridos y agarrados acompañados con los sonidos de la gaita de fole, autóctona de Sanabria, el tambor y el pandero.
 
En Extremadura se denomina chaquetía o chiquitía a la merienda que los días 1 o 2 de noviembre se realiza en el campo y se consumen frutos del tiempo como higos pasos, nueces, bellotas, granadas, castañas y preparados como el dulce de membrillo y también ciertas tortas típicas, bollas, o panes especiales. En muchos pueblos los muchachos salen a pedir dichos productos de casa en casa. Es una tradición que se sigue realizando en localidades de las comarcas de Extremadura como Aceuchal, Almendralejo, Calzadilla de los Barros, Herrera del Duque, Usagre, Puebla de Alcocer, Coria, Moraleja o Mérida. En el norte de Extremadura recibe también los nombres de chiquitía, calvochá o magosto.
 
En muchos pueblos los niños van de casa en casa cantando la cancioncilla:
 
Tía, tía, dame la chiquitía,
 
que si no no eres mi tía
 
Con diversas variantes a lo largo de la geografía extremeña, para pedir las castañas y demás productos que más tarde utilizarán en dicha merienda.
 
En Torreorgaz (Cáceres), por ejemplo, la canción es:
 
Tía, la chaquetía,
 
los pollos de mi tía,
 
unos cantan y otros pían
 
y otros piden
 
¡castañas cocías!
 
Inicialmente la chaquetía podía referirse al aguinaldo o estipendio que niños recogían de sus familiares o vecinos para atender los toques en los campanarios el día 2 de noviembre – conmemoración del día de los difuntos. También se llama chaquetía a la romería o jira que se realiza en esos días (1 ó 2 de noviembre) o a la comida que se lleva a al campo en una cesta de mimbre, para merendar en grupo por la tarde en el campo.
 
Pero ¡qué noche tan triste, la de Todos Los Santos, para las abuelas y madres con el recuerdo de los familiares difuntos! ¡Pero qué terrorífica para los más pequeños que ya en la cama nos tapábamos con las pesadas mantas de lana para no escuchar el tañer a muerto de las campanas de la iglesia durante toda la noche que se nos hacía eterna! ¡Y qué noche de fiestas para los mozos, que para llevar de la mejor manera el toque de campanas y caer en el profundidad del sueño, bebían en la taberna, bebían en el campanario y, claro, al fuego que hacían en la torre se calentaban y asaban los calboches!

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