Ni el aire, ni la lluvia, ni el frío, ni la nieve ni 'aunque caigan piedras del cielo' han impedido los últimos años a los vecinos de Serradilla del Arroyo celebrar su Pasión Viviente. Un año más, Jesús llegó al mediodía de este Viernes Santo hasta el Calvario y fue clavado en la Cruz ante la mirada de cientos de vecinos y turistas en una de las representaciones más genuinas de la Semana Santa en la provincia de Salamanca.
 
Desde el pueblo, donde Jesús es recibido con los ramos, hasta su camino de la Pasión, en el monte, todo es seguido por muchos cientos de espectadores, detrás de toda la comitiva de actores para presenciar algunos momentos vibrantes, tales como las tres caídas de Cristo, donde, azotado por el látigo de los centuriones, conduce su cruz hasta el Teso Santo, un monte de las afueras de la localidad donde se recrea la crucifixión.

Serradilla del Arroyo y sus vecinos siguen adelante con sus tradiciones y son fieles guardianes de ese legado que le han dejado sus mayores. Son muchos los que cada año acuden a este municipio, que hace un cuarto de siglo comenzó a representar la Pasión. El Vía Crucis que abre esta escenificación se inicia en la zona conocida como La Fábrica, donde Jesús, hace la entrada triunfal en Jerusalén montado en un burro, mientras los vecinos le corean y agitan ramos a su paso. El pórtico de la iglesia se transforma en cenáculo, desarrollándose los capítulos más trascendentales como la Última Cena y el lavatorio de pies a los discípulos, para continuar con la oración del huerto de los olivos, el prendimiento, el juicio, la Pasión y luego la crucifixión en el Teso Santo.

Origen de la tradición

Corría el año de 1984 cuando cercana la Semana Santa, varios jóvenes de la localidad, en animada conversación mientras trabajaban en el llamado Rinque de los Nogales, se pusieron de acuerdo para hacer algo diferente y original en esas fechas tan señaladas. Entre todos, y con el apoyo del párroco local, que por aquel entonces era Isidoro González, decidieron llevar a cabo una muda representación del Vía Crucis, que originalmente acompañaba a la tradicional procesión del Viernes Santo. Forma sencilla que fue el germen de la representación actual, celebración con entidad propia y que por el peso de los años y su trascendencia se ha convertido en una tradición sin la que ni los serradillanos ni las gentes de la provincia podrían pensar en la Semana Santa de Serradilla del Arroyo. 
 
En la representación participan más de cincuenta vecinos de la localidad, dando vida a todos los protagonistas de la Pasión y logrando una ambientación muy especial gracias a las vestimentas de época y a los ornamentos con los que guarnecen la representación. Además, este particular escenario que son las calles de Serradilla se ve enriquecido con la representación de oficios tradicionales como el de lavanderas o labriegos. 

Desde los orígenes de esta tradición, que ha ido creciendo año a año, mejorando en calidad y ampliando los escenarios testigos de la representación, nunca se ha dejado de celebrar, a pesar de las inclemencias del tiempo: lluvia, frío o incluso nieve no son un impedimento para que los serradillanos no se vuelquen en su Vía Crucis. Es una forma diferente de vivir la Semana Santa, cercana a las tradicionales procesiones que tienen lugar en todas las poblaciones españolas pero de carácter especial, ya que aquí los protagonistas de la Historia Sagrada toman vida temporalmente, logrando una vivencia cargada de emoción y singularidad.

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