La Guardia Civil ha desarticulado una violenta organización dedicada a robar el dinero a redes de narcotraficantes aprovechando el momento en que se producía la entrega ficticia de la droga. Para demostrar a los narcotraficantes que estaban en posesión de la droga, les enseñaban pequeñas cantidades de cocaína o, incluso, tabletas de escayola que simulaban ser cocaína. 
 
La operación, en la que se ha detenido a quince integrantes de la red (8 colombianos, 2 españoles, 2 brasileños, 1 argentino, 1 peruano y 1 inglés) como presuntos autores de pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas, robo con violencia e intimidación y falsificación de documentos, se inició el pasado mes de enero a raíz de que la Guardia Civil de Tenerife tuviera conocimiento de la actividad de este grupo.
 
Tras las primeras investigaciones se pudo averiguar que todos ellos residían en Madrid y Guadalajara, aunque realizaban frecuentes desplazamientos por todo el territorio nacional, incluida la provincia de Salamanca, y otros países de Europa, para llevar a cabo sus hechos delictivos bajo la dirección de dos hermanos colombianos.
 
Modus operandi
 
Los detenidos recibían de diversos colaboradores información sobre las personas de España y otros países interesadas en la compra de cocaína. Tras contactar la red con estos narcotraficantes, les ofrecían la droga, mostrándoles algunas pequeñas cantidades del estupefaciente o bien tabletas de escayola o yeso, simulando contener esta droga.
 
Una vez ganada la confianza de los compradores, concretaban una cita y acordaban la cantidad del estupefaciente a adquirir, importe económico y lugar donde se realizaría el intercambio. Habitualmente se hacía en aparcamientos públicos, pisos o apartamentos alquilados exclusivamente para llevar a cabo la supuesta operación. Antes de que el comprador se personara en el lugar con el dinero, algunos miembros del grupo, provistos de pasamontañas, pistolas de fogueo, etc., se ocultaban en estancias de la vivienda donde se efectuaría el intercambio o se escondían en maleteros de otros coches, si el mismo se iba a llevar a cabo en algún parking.
 
Cuando los compradores hacían acto de presencia, las personas que estaban esperándolos salían de sus escondites y, haciendo uso de gran violencia, se apropiaban del dinero que portaba la víctima y huían precipitadamente del lugar. En los días previos a la ficticia operación de compra-venta, una de las células del grupo controlaba los movimientos del comprador para averiguar su domicilio, relaciones, etc., con el fin de amenazarlos y coaccionarlos en caso de que en el último momento desistieran de realizar la operación.
 

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