La historia de Azucena Bermejo, la salmantina que estuvo 40 años desaparecida en Argentina

Azucena Bermejo, nacida en Salamanca en 1953 y que emigró a Argentina con sus padres, fue secuestrada en Tucumán en noviembre de 1976 junto a su marido y tres familiares de éste. Los restos óseos de la joven fueron localizados 40 años después en el interior de un pozo en el que yacen más de un centenar de personas asesinadas por los militares 

 La palta recuerdos huesos
La palta recuerdos huesos

Mientras España asistía en 1976 a los primeros meses de la transición democrática tras el fallecimiento del dictador en una cama de hospital, Argentina vivía el proceso contrario. Muerto el presidente democráticamente elegido —el general Juan Domingo Perón— el 1 de julio de 1974, la inestabilidad política y la violencia en las calles generaron que el 24 de marzo de 1976 el ejército depusiera mediante un golpe de Estado al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón e instalara en el país una dictadura cívico militar denominada Proceso de Reorganización Nacional.

El Proceso, que se prolongó hasta 1983, se caracterizó por el terrorismo de Estado, la constante violación de los Derechos Humanos, la desaparición y muerte de miles de personas, la apropiación sistemática de bebés y otros crímenes de lesa humanidad. Decenas de miles de personas fueron detenidas, torturadas, asesinadas y desaparecidas o forzadas al exilio como parte del plan de exterminio del gobierno, dirigido en sus primeros años por la junta militar integrada por los abominables Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti. 

Según los organismos de Derechos Humanos, el número de desaparecidos asciende a 30.000 individuos. Una de estas personas fue la salmantina Ricarda Azucena Bermejo García, nacida en 1953, que emigró con sus padres a Argentina en busca de mejores perspectivas de vida y se instaló en San Miguel de Tucumán, al norte del país sudamericano. El caso de Azucena Bermejo, absolutamente ignorado en la ciudad del Tormes, es paradigmático al tratarse de la única española secuestrada durante la última dictadura argentina que se encontraba embarazada en el momento de su detención ilegal.

La historia

"Azucena fue el primer y gran amor de mi hermano, Jorge Rondoletto. Se conocieron cuando eran adolescentes. Vivíamos, ambas familias en el mismo barrio de Ciudadela, en San Miguel de Tucumán. Ella y yo compartimos el colegio secundario en el que obtuvimos el título de maestra", explica desde Argentina la periodista Marta Rondoletto.

"Soy cinco años mayor que Azucena y la conocí cuando yo impartía clases particulares de inglés en mi casa y ella fue a reforzar el idioma. Así conoció a mi hermano, un año mayor que ella. Azucena, además de ser maestra, decidió seguir en la Facultad y estudiar Geografía. Para 1973, cuando Argentina volvió a la democracia, el país vivía un periodo de mucha convulsión política y con una importante participación del estudiantado en la lucha que atravesaban los sindicatos y las aulas universitarias. Azucena, como militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), tuvo una activa participación en la propuesta de cambios y actualización de contenidos de su carrera", afirma Rondoletto.

Azucena y Jorge se casaron en enero de 1976, cuando terminaron de construir su hogar en la planta alta de la casa de los padres de él y de Marta. Pero la tranquilidad de la vida conyugal apenas duró unos meses. El 2 de noviembre de 1976, a las 14:00 horas, un grupo de hombres enmascarados y armados irrumpió en el edificio de la familia Rondoletto, en el que en la planta baja funcionaba una imprenta propiedad del padre. Los asaltantes, que se identificaron como militares, apartaron a un lado a los empleados y se llevaron a Pedro Rondoletto, de 59 años; a su mujer María Cenador, de 58; a sus hijos Jorge y Silvia Rondoletto, de 27 y 24 años y a la salmantina Azucena Bermejo, de 23, que se encontraba embarazada de cuatro meses.

"Por testimonios recogidos posteriormente de personas que estuvieron secuestradas como ellos y que sobrevivieron, supimos que fueron llevados a la Jefatura de Policía, y de ahí a una unidad militar, Arsenal Miguel de Azcuénaga, un verdadero centro de exterminio", relata Marta Rondoletto. En aquel centro clandestino de detención, los dos varones, Pedro y Jorge, fueron fusilados. 

En junio de 2016 un equipo de forenses pudo constatar que restos óseos de María, Jorge y Silvia fueron enterrados en un siniestro paraje conocido como Pozo de Vargas. Dos meses después también identificaron los restos de Azucena. Por último, en junio de 2016, se hallaron los restos de Pedro. En ese pozo han sido extraídas piezas óseas pertenecientes a más de un centenar de personas desaparecidas.

El recuerdo

"Guardo vívidamente el recuerdo de mi hermana. Azucena fue y será una mujer caritativa, humilde y excelente estudiante. Desgraciadamente, el sentimiento de haber podido recuperar sus restos cuarenta años después es agridulce. Mi padre, también salmantino, realizó la búsqueda inmediatamente después de su secuestro por todas las instituciones posibles: Policía, Ejército, Embajada de España, inclusive envió una carta al Rey Juan Carlos. Nunca recibió respuesta alguna", explica desde San Miguel de Tucumán Tomás Bermejo, hermano de Azucena.

"Un día, mi padre fue interceptado en plena calle por un automóvil sin matrículas, del cual bajó un hombre y le apuntó con un arma en la cabeza, diciéndole: "Viejo, deja de joder con preguntar tanto o de lo contrario te va a pasar lo mismo que a tu hija", rememora.

En septiembre de 2016, la embajada española en Buenos Aires rindió homenaje a la salmantina Azucena Bermejo. La posibilidad de que diese a luz en cautiverio es alta, sobre todo por los antecedentes de unos 500 bebés que, se calcula, nacieron en los centros clandestinos de detención tras las largas sesiones de tortura sufridas por sus madres.

La búsqueda del hipotético niño, hoy de 40 años, se intensificó tras el hallazgo de los restos de su madre en el Banco Nacional de Datos Genéticos de Argentina. "Las personas como Azucena, sus destinos, sus trayectorias como personas, son referentes de una generación de jóvenes, la de los años setenta, que luchó por cambios profundos como la justicia social, y que pagaron con su vida tratar de cambiar las cosas", finaliza Marta Rondoletto.

Jorge y Azucena en casamiento de una amiga

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