El joven que agredió a su novia y la dejó en coma niega que la amenazara después desde Topas

El Ministerio Fiscal solicita para el acusado una pena de diez meses de prisión por quebrantar la medida cautelar de prohibición de comunicación con la víctima

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 Calle Faisán
Calle Faisán

El varón  C.D.F.P., un joven de origen colombiano que permanece en la cárcel de Topas después de que fuera detenido tras presuntamente agredir violentamente a su novia y dejarla en coma, ha sido juzgado en la mañana de este jueves, 6 de septiembre, en el Juzgado de lo Penal número 2 de Salamanca por un presunto delito de quebrantamiento de medida cautelar, por lo que se enfrenta a diez meses de prisión.

El joven se ha sentado en el banquillo de los acusados por presuntamente ponerse en contacto con su expareja  —de la que le consta una orden de prohibición de acercamiento y comunicación— por teléfono y también a través de terceras personas para amenazarla. Sin embargo, en su comparecencia ante la juez, el acusado ha negado tajantemente y en todo momento los hechos, señalando que él no tiene posibilidad de hablar con ella, al encontrarse encarcelado, y que nunca le ha pedido a nadie de su círculo íntimo que hablara y amenazara a la víctima. De hecho, ha afirmado que a una de esas terceras personas "ni siquiera la conozco".

C.D.F.P. le ha asegurado a la juez que sufre continuos cacheos en prisión. "Me tienen asfixiado a cacheos en Topas. Que si teléfonos móviles, que si drogas... no sé lo que buscan pero yo no tengo nada de eso en mi celda", ha asegurado el reo.

En su comparecencia, la víctima —que tras la agresión sufrió un fortísimo traumatismo craneoencefálico que la mantuvo en coma y después requirió una larga recuperación en un centro especializado en Madrid, llegando a sufrir secuelas permanentes que han generado que haya sido incapacitada judicialmente para ser la tutora del hijo de ambos— ha afirmado que recibió mensajes a través de WhatsApp y otras redes de la madre del joven, de la hermana y hasta de la mujer de un compañero del módulo de Topas en el que se encuentra internado el acusado. En los mensajes, ha explicado, le instaban a arreglarse con C.D.F.P., "que él me echaba de menos y que, si yo quería, podía irle a ver a la cárcel, porque lo estaba pasando muy mal allí y había sufrido varios ataques epilépticos". En los mensajes, siempre bajo el testimonio de la víctima, aunque al tratarse de texto están recogidos en la causa, le pedían "que retirase la denuncia para que él pudiera salir pronto de prisión".

Los padres de la víctima, citados como testigos, han indicado que cuando comenzó a recibir los mensajes, la joven sufrió una "fuerte recaída en su recuperación", requiriendo que le tuvieran que acompañar siempre al centro en el que se encontraba realizando la rehabilitación porque "amenazaba con escaparse". El forense, de hecho, ha confirmado que la joven comenzó a experimentar un comportamiento fuera de lo normal, pese a que su capacidad de raciocinio ya se encuentra "muy mermada" por la agresión que sufrió en el domicilio de la calle Faisán, por lo que fue él quien alertó al juzgado de lo que estaba ocurriendo entre ella y esas terceras personas.

Una intervención muy curiosa

Curiosa ha sido la intervención de otra testigo, una joven que es la mujer de otro reo de Topas, "conocido" del acusado, y que pese a tomar juramento antes de prestar declaración, ha afirmado que se puso en contacto con la víctima vía WhatsApp para decirle que C.D.F.P. lo estaba pasando muy mal en prisión, porque "un chico me llamó y me dijo que lo hiciera. No recuerdo su nombre, pero que no era ni el acusado ni mi marido". En ese momento, la representante del Ministerio Fiscal le ha señalado que podría estar cometiendo un delito de falso testimonio.

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