Estudiantes extremeños de la USAL desmienten el mito de que sean peores alumnos

Tres estudiantes de Extremadura que cursan o han cursado sus estudios en la Universidad de Salamanca nos cuentan su caso y el de sus compañeros, recordando que en esta institución tratan a todos por igual y se demuestra que no hay estudiantes mejores o peores según su procedencia

 Alumnos Examen Profesores Universidad Ciencias Químicas (15)
Alumnos Examen Profesores Universidad Ciencias Químicas (15)

Con la polémica surgida en estas fechas en torno a la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), donde se reclama que se realice una prueba única para toda España, varios han sido los estudiantes que han quedado en el centro de la polémica al proceder de regiones donde, supuestamente, la Selectividad es más fácil.

Una de esas comunidades es Extremadura. Varios son los jóvenes de esa tierra que vienen a Salamanca a cursar sus estudios universitarios, por cercanía y calidad de las instituciones. SALAMANCA24HORAS charla con tres de ellos que no hace tanto se encontraban realizando la antigua Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) para que cuenten su experiencia.

Todos ellos coinciden en que sus carreas las notas eran igual de buenas tanto para alumnos extremeños como para los castellanos y leoneses, y que no importa el lugar de procedencia porque es en los grados cuando se demuestra si uno vale o no.

Pablo, estudiante de Psicología: “Detrás de esas palabras hay un discurso muy peligroso”

Pablo Expósito tiene 21 años y es natural de Cáceres. Se encuentra cursando el último año del Grado en Psicología por la USAL y, tras tres años en la ciudad charra, este curso goza de una beca internacional y se encuentra en Auckland (Nueva Zelanda). El año que viene quiere cursar el Máster de Mujeres y Género de la Universidad de Granada, ya que le gustaría dedicarse a ese tema, además de continuar sus estudios por la UNED de Antropología, que tuvo que abandonar por falta de tiempo. Su objetivo es ser investigador y dedicarse en el mundo académico.

Pablo recuerda que el 2º de Bachillerato lo dedicó “exclusivamente a Selectividad” y realizó “un montón de exámenes de otras comunidades”. Sí recuerda que había diferencias entre esas pruebas, por lo general siendo más difíciles en “Madrid y País Vasco, en concreto, que los de Andalucía, Extremadura o Canarias”, detalla, ya que “las preguntas no requerían un mayor nivel de conocimiento pero sí más profundidad”.

La PAU no le pareció difícil, sólo encontrando dificultades con el tiempo en la materia de Lengua por la gran cantidad de contenido, pero cree que su año fue parecido a la de otros anteriores. De hecho, cuenta la experiencia de su hermano que, a última hora, “decidió presentarse a Matemáticas de Ciencias Sociales” y, tras preparárselo dos días, sacó un 10, algo que “a lo mejor no es posible en otra comunidad”. También recuerda que gente de su misma quinta que conoció cuando empezó la carrera le contaron que el examen de Inglés había sido muy difícil, si bien el suyo lo recuerda “muy sencillo”.

Este estudiante de Psicología lo resumiría en que existe una diferencia que, pese a que no parece tan importante, puede “marcar el entrar en una carrera o no por décimas”. Pero que la Selectividad sea más fácil “no quiere decir que rindamos menos”, afirma Pablo, ya que hay “muchísima gente que saca más nota, llega a la carrera y saca ‘notazas’”.

En su carrera, que se pedía más de un 8 pero a la que entró con un 12,9, hay muchos extremeños, pero también “de otros sitios”, y no se puede hacer una “clara diferencia entre extremeños y castellanos y leoneses”, ya que “hay gente de todo, depende mucho de la capacidad individual de cada uno”.

En su caso posee buenas notas, ya que es “bastante trabajador” y durante el año dedica mucho tiempo, tanto porque le gusta como porque está concienciado de que necesita una buena nota media para ser investigador.

También recalca que el alumnado de Extremadura no son peores estudiantes “ni mucho menos” que los de Castilla y León, ya que, aunque tuviesen una mayor ‘facilidad’ a la hora de acceder a la carrera, “allí se demuestra el trabajo de cada uno”.

Sí que llega a entender en parte que algunos se quejen de que al llegar “en masa” sientan que les quitan las plazas, pero Pablo insiste en que “detrás de esas palabras hay un discurso implícito muy peligroso”, ya que se insinúa que la gente de Extremadura se esfuerza menos y tiene menos capacidad, algo que es rotundamente falso.

Y es que, como recuerda, la Selectividad “se prepara a conciencia y dándolo todo, y si hay gente con un 14 o un 13 es porque se lo ha currado, no por la cara”. De hecho, cree que “cuando llegas a la universidad se demuestra todo”, ya que allí “tratan a todo el mundo por igual”, y hay gente de todas las comunidades que sacan buenas notas y otra que saca peores, sin haber un patrón claro.

Este estudiante de la USAL también opina que con una prueba única “se terminaría el debate”, por lo que sería “lo adecuado y beneficioso”, siempre que se nivelasen las competencias exigidas para todos los alumnos y que así partiesen de la misma posición.

David, graduado en Economía: “No tiene que ver con el lugar de donde vengas, sino con la persona”

David Iglesias es graduado en Economía por la Universidad de Salamanca, y actualmente se encuentra cursando un Máster en Mercado Financiero por la Pompeu Fabra (Barcelona), además de trabajar como becario en la consultora tecnológica Everis. En el futuro quiere trabajar en el área económica o financiera de cualquier empresa o institución o, “probablemente, en la vida política”.

Personalmente, la PAU sí le pareció difícil, ya que “es la primera vez que afrontas un examen de esa relevancia y con una gran cantidad de contenido”. Sin embargo, no le pareció “ni más fácil ni más difícil” en comparación con la de Castilla y León o de otras comunidades, ya que para prepararla miraba exámenes de otros años y, según el curso, variaba la dificultad por regiones.

En su carrera accedió con una nota de más de 10 puntos, gozando de una media de 9 puntos tanto en Selectividad como en Bachillerato, por lo que si la media era “prácticamente igual” y en unas pruebas te examinan unas personas y en Bachillerato unos profesores, se demuestra que los conocimientos son reales. Además, destaca que en su clase de 2º de Bachillerato eran 20 alumnos, de los cuales solo 10 se presentaron a Selectividad y apenas tres aprobaron a la primera.

Con una media de casi 7,5 puntos y cuatro matrículas de honor, una de ellas en su Proyecto de Fin de Carrera, que versaba sobre los mecanismos para evitar la elusión fiscal, las mejores notas de su carrera eran “tanto de gente de Castilla y León como de Extremadura”. Precisamente, destaca que había varios extremeños que sacaban mejores notas que gente de Salamanca, aunque “no tiene que ver con el lugar de donde vengas, sino con la persona”.

Además, recuerda que en el caso de inflarse las notas, esto ocurre en muchas escuelas privadas, sin depender de las comunidades, y esto es un problema grave ya que supone “el 40% de la nota”.

David no cree que haya tenido más facilidades u oportunidades a la hora de entrar a la carrera, y es que nos explica que todos los días para ir a casa precisaba de más de una hora de autobús y, después de comer, se ponía a estudiar entre 6 y 7 horas “todos los días” durante 2º de Bachillerato. “Sudé la gota gorda”, confiesa.

Tampoco cree que sea posible una prueba única para toda España, ya que “la educación está descentralizada”, por lo que “en unos sitios se priorizan unos contenidos y, en otros, otro”, por lo que adecuarse a los modelos educativos de todas las comunidades autónomas es algo que le parece difícil. Asimismo, surgiría el problema de si lo va a realizar gente de Madrid para el resto de regiones o como, y es que “ningún modelo educativo que hemos tenido no ha gozado de consenso”.

De igual manera, rechaza las diferencias entre el Informe Pisa y la Selectividad, ya que en el primero “participan alumnos muy diversos y la mayoría se queda por el camino”, realizando la EBAU los estudiantes que tienen “mucha lucha académica detrás”, por lo que mezclando unos con otros estaríamos “tergiversando la realidad”.

Además, lamenta que estos debates “desvían la atención de lo importante”, que son los fallos que competen al sistema educativo, que debería mejorarse.

Lía, estudiante de Medicina: “En la carrera no se nota la diferencia para nada”

Lía Bejarano es estudiante de cuarto del Grado de Medicina, y todavía no sabe qué especialidad quiere hacer. Entró a la carrera con un 13,45 de nota, y cree que en su curso sí son más extremeños, andaluces y canarios que gente de Castilla y León, aunque son 180 alumnos y supone que es porque se junta más con gente del sur.

Así, ella también hizo la PAU, y cree que es más fácil o difícil según “si tus metas están más altas o más bajas”, pero tanto Selectividad como Bachillerato le resultaron “asequibles”, si bien tenía la presión de sacar buena nota para acceder a Medicina.

Además, aunque ese año no miró el examen de Castilla y León, durante todo el curso estuvo realizando exámenes de Química de otros años de otras comunidades, y todos los hacía “perfectamente, sin mirar de la región que eran”, siendo “bastante parecidos, al menos en esta asignatura”.

Lía es una estudiante que en la carrera suele sacar buenas notas, y nunca se ha puesto a comparar con sus compañeros de Salamanca porque asegura que “cualquiera puede sacar buenas o sacar malas notas”, sin depender de donde se sea ya que, como recuerda, “en la carrera no se nota la diferencia entre comunidades para nada”.

De hecho, recalca que los extremeños de su clase, por lo general, “sacan notas espectaculares”, y cree que “para nada” son peores estudiantes que los castellanos y leoneses ya que, como se demuestra, “a la hora de estudiar lo mismo, no se nota nada”.

Tampoco cree que hayan tenido más oportunidades o facilidades a la hora de entrar, ya que ella, por ejemplo, estudió muchísimo. “Me lo he currado muchísimo”, afirma, recordando que no ha hecho “menos que alguien que haya entrado por la Selectividad de Castilla y León o por cualquiera”.

Además, es rotunda sobre si una prueba única acabaría con la polémica sobre el acceso a la universidad. “No, rotundamente no”, asevera, ya que posteriormente se achacarían las diferencias a otros factores, como la corrección de los distintos profesores, ya que “aunque se tuviesen los mismos criterios, nunca se comparten, por lo que habrá gente que no esté conforme, y es normal”, relata.

Asimismo, guarda la opinión de que si hubiese una prueba única, de la que no está en contra, “los resultados seguirían siendo a la par”, más o menos parejos. Lo que sí cree es que “tiene que haber una educación igual para todos”, algo que “es imposible”. 

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