Cuántas veces hemos llegado a un lugar y mirando a nuestro alrededor sentimos como todo el entorno se apodera de nuestros sentidos, se hace con nuestra voluntad y nos embarga una extraña sensación mezclada con la rendición vital. Pero no estoy refiriéndome exclusivamente a paisajes poblados de verdes o a impresionantes acantilados, sino que en este listado podemos incluir parajes sencillos, toscas laderas, inmuebles o pequeñas playas escondidas en algún lugar del mundo. 

Desde la antigüedad se ha concedido la etiqueta de mágicos a muchos lugares diseminados por todo el planeta, y que por algún resorte vinculado a las creencias, la fe y los ritos, han llegado hasta nuestros días con grandes rasgos de prominencia convirtiéndose en lo que se denomina “Lugar de Poder”. ¿Qué es un lugar de poder? Se trata de un espacio donde convergen aspectos de tipo sagrado o mágico y que desde la antigüedad más remota ha sido utilizado con fines religiosos y espirituales por las diferentes culturas que han pasado o se han asentado allí. Pero además debe darse un interesante crisol en el que debemos añadir otros aspectos como las leyendas, misterios y hechos de importancia histórica o social que puedan ser comprobados.

Estos lugares deben tener presente de alguna forma los elementos básicos de la naturaleza; tierra, agua, aire y fuego. Además -aunque no siempre se convierten en lugares de culto- se trata de espacios convertidos en continuos flujos de visitantes que acuden hasta ellos en peregrinación. Es cierto que gran parte de estos lugares tienen relación con religiones u otras corrientes vinculadas a la fe. 

En el caso de templos y construcciones, han sido erigidos en zonas específicas y marcadas por su importancia telúrica, geológica e incluso fijadas de forma astro posicionadas. En la antigüedad se creía que su dios o dioses tenían la capacidad de señalar determinados espacios en los que deberían darle culto, ya sea a la Madre Naturaleza -de tipo druida, chamánico o tribal.-, o a deidades más terrenales y estratégicamente establecidas –cristianismo, budismo, hinduismo, etc. 

Por ser más precisos en este concepto, se podría decir que muchos de estos puntos geográficos están marcados por altas cargas geo-energéticas, como por ejemplo en los círculos de piedra de Inglaterra o muchos manantiales termales indios, situados la mayor parte de ellos sobre una falla geológica con sus constantes descargas electromagnéticas fruto de los procesos continuos de rozamiento. Hay quien denomina a estos lugares como puntos ionizados, estaciones canalizadores de las energías que la propia naturaleza produce. Se cuentan por miles en todo el mundo, pero solamente unas pocas decenas de estos enclaves pueden presumir de haber trascendido al conocimiento público y abandonar el sincretismo al que se ven sometidos por los pobladores de la zona.

En el plano natural podemos citar como ejemplo las grandes cataratas del planeta como las de Iguazú, las Jog o las Victoria. Impresionantes localizaciones como el desierto de Nazca, el Valle de los Reyes en Egipto o la cordillera del Himalaya.

Si nos aproximamos a nuestro país, nos encontramos con destacados lugares de poder como el Macizo de Montserrat o las Cuevas de Altamira, el Barranco de Badajoz, o el reguero de puntos telúricos que marcan el camino de Santiago en cualquiera de las variantes del recorrido. Otro foco lo podemos encontrar en construcciones como la del Monasterio de El Escorial, Santo Domingo de Silos, Monasterio de Suso, Catedral de Santiago de Compostela, Catedral Vieja de Salamanca y un etcétera casi interminable. 

Como en casi todo, también pululan pseudo agrupaciones vendedoras de energías en botes de 500 gramos a un módico precio. Se hace negocio y en este particular, la picaresca no se queda fuera. Ojo avizor ante algunos grupos sectarios que utilizan como reclamo la salvación a través de una profunda recarga telúrica previa entrega de los veinte números de su cuenta corriente. Sea como sea, debemos acudir a estos lugares con las miras del curioso, de aquel que pretende empaparse y disfrutar de la magia natural que nos envuelve. Si se permite la expresión, establecer contacto con la verdadera esencia de lo que somos en realidad, seres humanos hechos y transformados por la energía.

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