Plataformas vecinales reivindican el Día Mundial Contra la Minería a Cielo Abierto

Hasta trece movimientos sociales en cinco comunidades autónomas, entre las que se encuentra Castilla y León, y Salamanca en particular, reivindican el no a la extracción especulativa y contaminante en el Día Internacional Contra la Minería a Cielo Abierto. 

 Mina a cielo abierto
Mina a cielo abierto

En este 22 de julio, Día Mundial Contra la Minería a Cielo Abierto, trece plataformas vecinales denuncian “el grave peligro que sufre nuestro país ante los más de 2.000 expedientes mineros solicitados, que pretenden, de norte a sur y de este a oeste, dejar a su paso una España desolada, agujereada, yerma, contaminada, inhabitable”.

En esa protesta se incluyen: Plataforma vecinal mina Touro y O Pino Non, Plataforma Vida e Ría ou minaría de Lousame, las plataformas de la Red Contraminacción de Galicia, la Coordinadora No a la Mina de Uranio de Salamanca, Plataforma no en mi Tierra de Zamora, la Plataformas No a la Mina en la Sierra de Yemas, No a la Mina en el Valle del Corneja, Plataforma No a la Mina en la Sierra de Ávila, la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, la plataforma de La Raya Sin Minas de Valencia de Alcántara, Plataforma Tamuja de Plasenzuela también de Cáceres, Plataforma Oro No de Tapia de Casariego en Asturias, y la Plataforma de Afectados por Metales Pesados de El Llano del Beal en Cartagena.

Luchan “en contra de la especulación de unas multinacionales mineras, que han decidido, amparadas por la Ley de Minas de 1973, recuperar antiguas explotaciones abandonadas o iniciar nuevos mega-proyectos”. Galicia, Castilla y León, Extremadura, Asturias y Murcia piden un cambio en esta ley “anquilosada en el tiempo, que expropia al propietario un terreno que es suyo”.

Critican la falta de respeto con el medio ambiente, los residuos estériles que provocan vertederos, o “falacias que transmiten sobre generación de empleo”. Aseguran “que la minería a cielo abierto no es solo una manera económica de extraer mineral para las empresas extractivas, sino también una forma muy barata de contaminar aire y agua, destrozar paisajes, despoblar zonas rurales. Y una vez terminada la extracción, solo queda un paraje desolado, ya que es escaso el número de proyectos restaurados, como se ve en El Llano del Beal de Cartagena, y han tenido 20 años para ello”.

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