Cansada de “ofertas de trabajo totalmente abusivas” viajó a Praga: “aquí las empresas no paran de buscar gente”

Tras buscar trabajo en Salamanca sin éxito, Cristina pasó una temporada en Alemania realizando unas prácticas. Desde hace unos meses se encuentra en la República Checa, aunque no descarta volverse a mudar próximamente

 Criiiis
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Cristina Martín es una ‘salmantina de adopción’: aunque nació en Bilbao, lleva desde los seis años viviendo en Salamanca hasta sus 25 actuales. Ya mientras estudiaba el grado de Economía en la Universidad de Salamanca cursó un año en Barcelona y tras terminar la carrera, se empezó a plantear más en serio la posibilidad de salir de España: “No sé hace cuánto tiempo empecé a pensar en vivir en el extranjero, siempre he tenido la idea de pasar una temporada en algún otro país y, dependiendo de lo a gusto que estuviera, quizás establecerme allí”.

La idea fue tomando fuerza después de una búsqueda infructuosa de empleo en España: “Pasó de ser una idea basada en vivir nuevas experiencias a casi una necesidad”. “Estaba cansada de leer ofertas de empleo totalmente abusivas” con contratos de formación o prácticas a cambio del mismo trabajo que cualquier otro trabajador. Esto, como indica Cristina, consigue que “los jóvenes dependan económicamente de sus padres aun teniendo trabajo”.

Por eso, en febrero partió a Stuttgart, en Alemania, para hacer unas prácticas en el Consulado español. Sin embargo, tras finalizarlas y no encontrar trabajo allí, optó por ampliar la búsqueda a todos los países de su alrededor.

Así es como llegó a Praga, donde reside desde el mes de julio mientras trabaja en el equipo de cuentas por cobrar en una multinacional. Cristina relata que “fue bastante fácil encontrar trabajo en Praga, ya que la tasa de desempleo de la República Checa es muy baja, las empresas no paran de buscar gente”, debido a que hay mucho movimiento de gente, que llega para trabajar, ampliar su currículo y marcharse.

Cuando llegó a la ciudad pasó las primeras semanas conociéndola y haciendo turismo. Por el momento, ha conocido České Švýcarsko, la Suiza Bohemia, aunque tiene más viajes planeados para sus fines de semana libres. Entre las ventajas de Praga, destaca que “hay muchísima gente de distintos países”, tanto es así, que le está “costando encontrar gente checa”. Entre esa multiculturalidad destaca la nacionalidad española: “Incluso dentro de la empresa se hacen bromas acerca de la ‘mafia española’”.

A la hora de adaptarse allí fue de mucha ayuda un antiguo amigo del instituto que hasta hace poco vivía allí y la informó de cómo encontrar piso, las zonas, los precios y otros asuntos. “Lo más complicado en Praga parece ser que es encontrar piso, yo tuve mucha suerte y encontré uno bastante rápido, no me puedo quejar”.

También destaca la popularidad del tranvía en Praga, que facilita en gran medida los transportes: “Tenía pensado comprar una bici de segunda mano pero la verdad es que no he visto mucha gente desplazarse en bicicleta por Praga, y quizás el invierno va a ser duro como para ir en bicicleta”.

Su futuro, de momento, es incierto. A pesar de que echa de menos su familia, sus animales, la tortilla de patata de su padre o los conciertos de Gautxori, no sabe si volverá a España o a otro sitio: “Valoro ponerme a estudiar mientras trabajo y ya veré”.

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